El oasis de la Feria
La cita de los lectores con sus autores favoritos en el Retiro madrile?o ha dado un respiro a un sector agobiado por la crisis
Dedicarse a publicar libros viene a ser en estos tiempos algo parecido a ponerse a caminar por un desierto interminable mientras cae de las alturas un insolente e implacable calor. Las cifras del sector son elocuentes: en lo que llevamos de a?o las ventas han descendido un 20% con relaci¨®n a 2012, cuando ya hab¨ªan bajado lo suyo respecto a 2011, que a su vez result¨® peor que 2010, y as¨ª sucesivamente. Nadie pisa ya una librer¨ªa. Por eso la Feria madrile?a ha tra¨ªdo este a?o las bendiciones propias de un oasis: un poco de agua y aire fresco en medio del infierno. Por lo pronto, consigui¨® frenar la ca¨ªda de ejemplares vendidos. Desde 2008 hab¨ªa ido descendiendo hasta llegar al 43%. Esta vez la cifra ha crecido, el 9,3% frente a la edici¨®n anterior; 7,1 millones de euros de ingresos.
Todav¨ªa el libro, y de papel, sigue seduciendo a un mont¨®n de gente. Las temperaturas esta vez ayudaron: fueron apacibles casi siempre. Hay quien advierte que la cita empez¨® en el momento justo, el 31 de mayo, cuando los que todav¨ªa tienen trabajo han cobrado la n¨®mina del mes o est¨¢n a punto de hacerlo.
Qu¨¦ mejor manera para celebrarlo que comprarse un novel¨®n, los versos de un poeta, alguna cr¨®nica de esta ¨¦poca inestable, un ensayo que ayude a entender las cosas...
Eso fue lo que pensaron los que fueron al Retiro y se llevaron alguna de las m¨¢s de 300.000 bolsas que se repartieron entre las casetas con uno o varios vol¨²menes dentro.
Cada feria tiene algo excepcional. Lo que m¨¢s gusta de la que se dedica en Madrid al libro es la oportunidad que tienen los lectores de entrar en contacto con los escritores que admiran. Es verdad que fueron adolescentes para desatar su entusiasmo ante alg¨²n famoso de la tele con libro, pero las colas por lo general terminaban por conducir a autores de carne y hueso, m¨¢s o menos mayoritarios.
Firma y dedicatoria, y un nuevo est¨ªmulo para sumergirse en las palabras. Pero ha llegado el momento de volver al desierto y de padecer los rigores de esta sociedad desnortada. Por ejemplo, solo el 2% de todas las descargas de libros electr¨®nicos que se hacen en Espa?a son legales. Es decir, unos 350 millones de euros de p¨¦rdidas para el sector. Esas son las cifras que pesan; las de este a?o en la Feria, solo fueron una fugaz caricia.
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