Noticias del fin del mundo
Esta sociedad enloquecida de acaparadores y despilfarradores no s¨®lo no nos ha hecho m¨¢s felices, sino que adem¨¢s es totalmente insostenible para el planeta
Llevo tiempo pensando en un estudio sobre el impacto de la revoluci¨®n microelectr¨®nica que la Comunidad Econ¨®mica Europea, precursora de nuestra desunida Uni¨®n, encarg¨® en 1980 a un grupo de sabios pertenecientes a diversas disciplinas acad¨¦micas. Por desgracia no conservo el trabajo y no he conseguido encontrarlo en Internet; pero lo recuerdo porque reproduje parte de ¨¦l en mi segunda novela, publicada en 1981. Ver¨¢n, resulta que ¡°los computadores miniaturizados¡± (as¨ª digo en mi libro, sin duda recogiendo el t¨¦rmino del informe) hab¨ªan sido aplicados de manera experimental en el campo de la relojer¨ªa alemana de 1975 a 1980, con el horripilante resultado de que, en esos cinco a?os, la nueva tecnolog¨ªa acab¨® con el 70% de los puestos de trabajo. Por eso encargaron al comit¨¦ de sabios que estudiaran las consecuencias mundiales de una reducci¨®n de empleo tan brutal.
Los expertos dedujeron que la revoluci¨®n microelectr¨®nica iba a tener mayor envergadura que la industrial y que, salvo en algunas actividades de alta especializaci¨®n, la mayor parte de la poblaci¨®n tendr¨ªa que despedirse para siempre de los empleos a tiempo completo. Ellos aconsejaban repartir entre todos el poco empleo que quedara, de modo que lo normal ser¨ªa estar contratado tan s¨®lo unos meses al a?o y adem¨¢s aceptando cierta itinerancia, porque para lograr emplearte durante esos periodos tal vez tuvieras que desplazarte de una parte a otra de la Comunidad Europea, persiguiendo la demanda laboral. La vida iba a cambiar tanto, en fin, que, para evitar una cat¨¢strofe mundial, los sabios urg¨ªan a los gobernantes a mudar no s¨®lo las condiciones laborales, sino, sobre todo, los valores sociales. Y as¨ª, hab¨ªa que educar a los ciudadanos en la idea de que lo ¨®ptimo en la vida no era la cultura del trabajo, sino la del ocio. Para lo cual, naturalmente, hab¨ªa que facilitar el acceso a un ocio de calidad, y adem¨¢s proporcionar a la gente las herramientas educativas para poder degustarlo. O se empezaba a trabajar inmediatamente en esa l¨ªnea de actuaci¨®n, o el futuro pod¨ªa ser muy oscuro, auguraban.
Pues bien, el caso es que llevo meses pensando en que ya hemos alcanzado ese futuro: lo que predijeron esos expertos hace m¨¢s de tres d¨¦cadas es lo que estamos viviendo ahora. Me temo que esta crisis no es s¨®lo el resultado de la magia negra financiera de unos cuantos banqueros sin escr¨²pulos: tambi¨¦n es consecuencia de la revoluci¨®n tecnol¨®gica. Las malas noticias son que se han perdido millones de puestos de trabajo que no volveremos a recuperar jam¨¢s, y que esa sociedad opulenta de consumo que a menudo confundimos con el llamado Estado de Bienestar dur¨® medio siglo y se fue para siempre. S¨ª, probablemente no volver¨¢ jam¨¢s el pleno empleo para todos; s¨ª, posiblemente tendremos trabajos eventuales y discontinuos. S¨ª, seguramente el poder adquisitivo caer¨¢ de manera radical.
Pensemos: quiz¨¢ logremos aprovechar la situaci¨®n para construir una realidad mejor
Pero tambi¨¦n puede haber buenas noticias. Esta sociedad enloquecida de acaparadores y despilfarradores no s¨®lo no nos ha hecho m¨¢s felices, sino que adem¨¢s es totalmente insostenible para el planeta. Pensemos un momento: quiz¨¢ logremos aprovechar la situaci¨®n para construir una realidad mejor. Pongamos que, en efecto, en un futuro pr¨®ximo, pasado ya lo m¨¢s ¨¢lgido de la crisis, se trabaje seis meses al a?o como mucho, y que el resto del tiempo se viva del paro, sin duda m¨¢s modestamente que antes. Pero pongamos tambi¨¦n que los Gobiernos se vean obligados a invertir en la educaci¨®n, en el ocio, en el desarrollo integral de los ciudadanos. Tal vez todos podamos cumplir, con ayuda del Estado, sue?os que, en la sociedad actual, solo unos pocos consiguen alcanzar: tocar un instrumento, pintar, bailar, cultivar una jardiner¨ªa de primor, ser un buen gimnasta, hacerte experto en la Roma cl¨¢sica o en la cr¨ªa de gusanos de seda, cantar boleros, aprender prestidigitaci¨®n o chino, escribir novelones hist¨®ricos, saber cocinar como un gran chef.
Claro que no tendremos tantos coches (habr¨¢ que exigir buenos transportes p¨²blicos); que, por lo general, la gente no ser¨¢ propietaria de sus pisos (habr¨¢ que reclamar alquileres decentes); o que las vacaciones no consistir¨¢n en ir este verano a Canc¨²n y el que viene a Estambul, y con esto quiero decir que probablemente habr¨¢ que ahorrar durante bastante m¨¢s tiempo para darse esos lujos. Imagino, en fin, una vida m¨¢s sencilla y menos consumista. Pero, ?eso es malo acaso, si a cambio conseguimos obtener lo esencial? Eso es lo que tienen que pedir los sindicatos, eso es lo que tenemos que exigir los ciudadanos: por supuesto, en primer lugar, educaci¨®n y salud para todos. De calidad e igualitarias. Pero, despu¨¦s, y adem¨¢s, unas vidas m¨¢s libres, m¨¢s ricas, m¨¢s aventureras, m¨¢s divertidas, m¨¢s creativas, m¨¢s completas.
Twitter: @BrunaHusky
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