La oca
Los sumarios se pudren en los juzgados y en este sentido la corrupci¨®n hiede por partida doble
El parch¨ªs no es un juego tan simple e inocente como parece. Se trata de llevar las cuatro fichas de cada jugador a la meta bajo el azar de un dado agitado con el cubilete, pero el trayecto es duro: los contrincantes van neutralizando y comi¨¦ndose las fichas unos a otros seg¨²n un c¨¢lculo muy elaborado. Las fichas rojas, azules, verdes y amarillas forman en el tablero una trama muy compleja. Como en los casinos de pueblo y en las c¨¢rceles, ante la opini¨®n p¨²blica de este pa¨ªs sumido en graves problemas, hoy se est¨¢ jugando un diab¨®lico parch¨ªs pol¨ªtico a trav¨¦s del cual los partidos se devoran unos a otros mediante los casos de corrupci¨®n con una estrategia llena de emboscadas. Los dados que no cesan de rodar. En este momento ya han sacado de las casillas m¨¢s de 800 casos de corrupci¨®n, con miles de imputados e innumerables sumarios abiertos, con otras tantas detenciones, aunque apenas ninguno de estos delincuentes haya entrado en la c¨¢rcel. Cada partido pol¨ªtico agita el cubilete en este parch¨ªs infame con una t¨¢ctica estudiada y aireada por los medios afines que se desga?itan en las tertulias. Sobre el tablero forman un equilibrio neutralizado el caso B¨¢rcenas,los ERE fraudulentos de la Junta de Andaluc¨ªa, los sobresueldos del Partido Popular, el campe¨®n Pepi?o, los hijos de Pujol, Urdangarin y la infanta Cristina, el Rey y Corina, los regalos de boda de la hija de Aznar, el G¨¹rtel y la visita del Papa a Valencia, el asunto Pallarols de Dur¨¢n Lleida, alcaldes socialistas, populares y nacionalistas pillados con las manos en la masa. Los sumarios se pudren en los juzgados y en este sentido la corrupci¨®n hiede por partida doble hasta hacer irrespirable la atm¨®sfera desde el fondo de la justicia. Tal vez este juego del parch¨ªs nacional obedece a una estrategia maquiav¨¦lica: se trata de crear la sensaci¨®n de que la corrupci¨®n se deriva de la mala organizaci¨®n de los partidos, un problema del que nadie es personalmente responsable. Un d¨ªa no lejano alguien se acercar¨¢ a la partida, pondr¨¢ el tablero del rev¨¦s y dir¨¢: quiero saber si este parch¨ªs tiene oca. Todas las fichas de la corrupci¨®n quedar¨¢n confundidas sobre la mesa y a continuaci¨®n se dictar¨¢ sentencia: amnist¨ªa general, tabla rasa, hay que empezar por el principio.
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