El reto de manejar grandes bancos de datos
Si es cuesti¨®n de tiritas, el Big Data es excelente. Pero las tiritas son in¨²tiles cuando lo que necesita el paciente es una operaci¨®n quir¨²rgica. En ese caso, utilizar tiritas resulta ser la etapa previa de una amputaci¨®n
Se hubiera podido evitar el 11-S con el Big Data? Quiz¨¢. Dick Cheney, por poner un ejemplo, parece pensar eso. Pero plante¨¦monos otra pregunta, mucho m¨¢s provocativa: ?Qu¨¦ pasar¨ªa si el 11-S hubiera tenido lugar hoy, en la era del Big Data, haciendo pr¨¢cticamente inevitable que los diecinueve secuestradores de aviones tuvieran extensos historiales digitales?
Los hermanos Tsarnaev, que pusieron las bombas en el marat¨®n de Boston del pasado 15 de abril, pertenecen a esta nueva variedad de terroristas: ambos se sent¨ªan a sus anchas en el mundo de Twitter y de YouTube. Y algunos de los v¨ªdeos que Tamerl¨¢n, el hermano mayor, supuestamente ten¨ªa como favoritos son de naturaleza claramente extremista. Si alguien hubiera estado analizando los h¨¢bitos de visionado de los hermanos en tiempo real, podr¨ªa haberse evitado una gran tragedia.
Antes sol¨ªa medirse la propensi¨®n de alguien al terrorismo en libros o en sermones; hoy se mide en clics o en apps (aplicaciones). No es que libros y sermones ya no importen, es que hoy se consumen digitalmente, de un modo que hace que dejen una pista, y esa pista permite establecer pautas. ?Son los libros que hoy has comprado por Amazon m¨¢s radicales que los que compraste el mes pasado? Si es as¨ª, podr¨ªas ser persona objeto de inter¨¦s.
No necesitamos averiguar por qu¨¦ las cosas son como si podemos influir en que sean como queremos
La buena noticia ¡ªal menos para los partidarios del Big Data¡ª es que no necesitamos comprender lo que significan cada uno de esos clics o de esos v¨ªdeos. Solamente necesitamos establecer cierta relaci¨®n entre los desconocidos terroristas de ma?ana y los verificados terroristas de hoy. Si los terroristas que conocemos tienen una inclinaci¨®n por, digamos, el hummus, entonces podr¨ªamos querer aplicar una estrecha vigilancia sobre cualquiera que lo haya comprado alguna vez, sin desarrollar nunca una hip¨®tesis sobre por qu¨¦ el hummus gusta tanto. (De hecho, durante un breve per¨ªodo de tiempo en 2005 y 2006, el FBI, con la esperanza de encontrar unas c¨¦lulas terroristas secretas iran¨ªes, hizo precisamente eso: accedi¨® a los datos de clientes en poder de los supermercados del ¨¢rea de San Francisco investigando en los registros de ventas de alimentos de Oriente Pr¨®ximo.)
Gracias al Big Data podemos dejar de preocuparnos por la comprensi¨®n y en lugar de ello centrarnos en la acci¨®n preventiva. En vez de gastar los preciosos recursos p¨²blicos en tratar de entender los ¡°porqu¨¦s¡± ¡ªanalizando las razones por las que los terroristas se hacen terroristas¡ª uno se puede centrar en los ¡°cu¨¢ndos¡±, de manera que se pueda realizar una intervenci¨®n a tiempo. Y una vez que alguien haya sido identificado como sospechoso, lo inteligente ser¨¢ conocer a todos los de su red social: atrapar con antelaci¨®n solamente a uno de los hermanos Tsarnaev tal vez no hubiera impedido las bombas de Boston. As¨ª que, sencillamente, uno est¨¢ en mejores circunstancias grab¨¢ndolo todo, nunca se sabe cu¨¢ndo puede resultarte ¨²til.
Gus Hunt, el director de tecnolog¨ªa de la CIA, as¨ª lo dijo a principios de este a?o. ¡°El valor de todo elemento de informaci¨®n s¨®lo se conoce cuando puedes conectarlo con algo que llega en un momento futuro¡±, dijo en una conferencia sobre computaci¨®n en la nube. De este modo, ¡°ya que no puedes atar cabos que no tienes, eso nos lleva a actuar de un modo en el que fundamentalmente intentamos recopilar todo y aferrarnos a ello para siempre¡±. La conclusi¨®n de la teor¨ªa que Chris Anderson predijo en las p¨¢ginas de la revista Wired hace unos a?os ha alcanzado a los servicios de inteligencia: lo mismo que Google no necesita saber porqu¨¦ algunos sitios web contienen m¨¢s v¨ªnculos que otros ¡ªasegur¨¢ndose con ello un mejor puesto en los resultados de b¨²squeda¡ª los esp¨ªas no necesitan saber porqu¨¦ algunas personas se comportan como terroristas. Les basta con que act¨²en como terroristas.
La recopilaci¨®n de datos nos compra tiempo pero tambi¨¦n nos da una falsa ilusi¨®n de dominio
Como se?ala el te¨®rico de la comunicaci¨®n Mark Andrejevic en Infoglut, su nuevo libro sobre las implicaciones pol¨ªticas de la sobrecarga informativa, hay un inmenso ¡ªaunque generalmente invisible¡ª coste en la adopci¨®n del Big Data por los servicios de inteligencia (y por casi todos los dem¨¢s sectores p¨²blicos y privados). Ese coste es la devaluaci¨®n de la comprensi¨®n individual, encarnada por nuestra reticencia a investigar las causas de las acciones y saltar directamente a sus consecuencias. Pero, sostiene Andrejevic, mientras Google puede permitirse ser ignorante, las instituciones p¨²blicas no.
¡°Si el imperativo de la miner¨ªa de datos es el de recolectar m¨¢s y m¨¢s datos sobre todo¡±, escribe, ¡°su promesa es la de poner esos datos a trabajar, no necesariamente la de darles un sentido. De hecho, el objetivo tanto de la miner¨ªa de datos como del an¨¢lisis predictivo es el de generar pautas de utilidad cuya detecci¨®n o incluso explicaci¨®n est¨¢n mucho m¨¢s all¨¢ de la capacidad de la mente humana¡±. En otras palabras, no necesitamos averiguar por qu¨¦ las cosas son como son mientras nosotros podamos influir en que sean como queremos que sean. Lo cual es bastante triste. El abandono de la comprensi¨®n como un ¨²til objetivo de lo p¨²blico har¨¢ imposible emprender unas reformas pol¨ªticas serias.
Olvidemos el terrorismo por un momento. Tomemos algo tan prosaico como la delincuencia. ?Por qu¨¦ tiene lugar la delincuencia? Bien, puedes decir que es debido a que los j¨®venes no tienen los trabajos adecuados. O puedes decir que es debido a que las puertas de nuestros edificios no est¨¢n lo suficientemente fortificadas. Dado un cierto l¨ªmite de fondos disponibles, puedes o bien crear un nuevo programa nacional de empleo o bien equipar las casas con todav¨ªa mejores c¨¢maras, sensores y cerraduras. ?Qu¨¦ deber¨ªas hacer?
En algo tan emocional como el del terrorismo, descubrimos que el Big Data puede ser una herramienta d¨¦bil
Si eres un gestor tecn¨®crata, la respuesta es f¨¢cil: escoges la opci¨®n m¨¢s barata. Pero, ?y si perteneces a la rara especie del pol¨ªtico responsable? El hecho de que ciertos delitos sean ahora m¨¢s dif¨ªciles de cometer no significa que los j¨®venes anteriormente desempleados por fin hayan encontrado empleo; es posible que las c¨¢maras de vigilancia reduzcan la delincuencia ¡ªaunque incluso la evidencia es en este caso contradictoria¡ª pero no hay estudios que demuestren que resulte de ello una mayor felicidad de los implicados. Los j¨®venes problem¨¢ticos siguen estando tan frustrados como antes, solo que ahora, quiz¨¢, lo reflejan en forma de agresividad rec¨ªproca. A partir de esta lectura, fortificar nuestras calles sin investigar en las ra¨ªces de las causas de la delincuencia es una estrategia contraproducente, al menos a largo plazo.
En esta analog¨ªa, el Big Data tiene mucho parecido con la c¨¢mara de vigilancia. S¨ª, puede ayudarnos a hacer algunas alteraciones poco frecuentes en la salud del sistema. Pero puede tambi¨¦n cegarnos frente al hecho de que el asunto que nos ocupa requiere de un enfoque m¨¢s radical; nos compra tiempo pero tambi¨¦n nos da una falsa ilusi¨®n de dominio.
Podemos establecer una distinci¨®n a este prop¨®sito entre Big Data ¡ªun asunto de n¨²meros que se alimenta de las correlaciones¡ªy Big Narrative, una aproximaci¨®n antropol¨®gica, impulsada por el relato, que intenta explicar porqu¨¦ las cosas son como son. El Big Data es barato mientras que el Big Narrative es caro. El Big Data es claro mientras que el Big Narrative es borroso. El Big Data es factible mientras que el Big Narrative es paralizante.
La promesa del Big Data consiste en que nos va a permitir evitar los escollos del Big Narrative. Pero ese es tambi¨¦n su mayor coste. Con un problema tan sumamente emocional como el del terrorismo es f¨¢cil creer que el Big Data va a hacer maravillas. Pero una vez que nos desplazamos a cuestiones m¨¢s prosaicas, resulta obvio que la super-herramienta que se pretende que sea es un instrumento m¨¢s bien d¨¦bil que aborda los problemas de manera muy poco imaginativa y ambiciosa. Y, lo que es peor, nos impide que tengamos muchos debates p¨²blicos importantes. Si es cuesti¨®n de tiritas, el Big Data es excelente. Pero las tiritas son in¨²tiles cuando lo que necesita el paciente es una operaci¨®n quir¨²rgica. En ese caso, un amor desmedido por las tiritas resulta ser generalmente la etapa precursora de una amputaci¨®n. Pero no tengo el modo de saberlo con certeza: eso es lo que el Big Data me dice.
Evgeny Morozov es profesor visitante en la Universidad de Stanford y profesor en la New America Foundation.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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