Alemania y el euro: ?arquetipo o par¨¢sito?
El modelo germano para Europa puede abrir m¨¢s frentes de guerra monetaria y comercial con el resto del mundo
Los Gobiernos franc¨¦s y alem¨¢n emitieron recientemente una declaraci¨®n conjunta titulada Juntos por una Europa m¨¢s fuerte, basada en la estabilidad y el crecimiento.El comunicado recalca la necesidad de coordinar las pol¨ªticas y utilizar indicadores para llegar a una evaluaci¨®n conjunta de las condiciones econ¨®micas en el conjunto de la uni¨®n monetaria, los Estados miembros y cada uno de los mercados. Este nuevo intento de ahondar en la pol¨ªtica de coordinaci¨®n aspira a prevenir crisis futuras mediante la pronta identificaci¨®n de cualquier desequilibrio incipiente que pudiera advertir de peligros en el horizonte. El objetivo primordial de la iniciativa es hacer que la econom¨ªa europea sea m¨¢s resistente y competitiva.
A la vista de esa iniciativa, habr¨ªa que preguntarse cu¨¢l es el punto de referencia y el modelo subyacente tras esa posible evaluaci¨®n com¨²n. En este sentido, Alemania, que ha puesto al d¨ªa su arsenal diplom¨¢tico, est¨¢ deseando que Francia est¨¦ de su lado en la plataforma de lanzamiento. Porque en alg¨²n momento habr¨¢ que precisar cu¨¢l es el punto de referencia. Aunque quiz¨¢ las autoridades alemanas no deseen decirlo muy alto, est¨¢ claro que consideran que Alemania es el modelo que deben seguir los socios del euro azotados por la crisis. De manera que fue Gerhard Schr?der, antecesor de Angela Merkel en la Canciller¨ªa, el que tuvo que ser un poco m¨¢s sugerente en el art¨ªculo titulado Para prosperar, Francia debe copiar las reformas de Alemania, que public¨® el Financial Times. En alusi¨®n a la experiencia de Alemania con las reformas promovidas entre 2003 y 2005 por la Agenda 2000, cuyos frutos parece que no se apreciaron hasta a?os despu¨¦s de que Schr?der abandonara el poder, el excanciller germano puso un encantador broche a su texto: ¡°Conf¨ªo en que nuestros amigos de Par¨ªs act¨²en en consecuencia¡±.
Y es que es precisamente Francia la que ¨²ltimamente ha sufrido enormes presiones para hacer lo que debe para enderezar su renqueante econom¨ªa. Evidentemente, ¡°lo que debe¡± es comportarse como Alemania, es decir, embarcarse en una consolidaci¨®n fiscal supuestamente favorable al crecimiento y en una reforma estructural que tambi¨¦n dar¨ªa un empuj¨®n a ese crecimiento. Seg¨²n la leyenda, esta estrategia permiti¨® recuperar la competitividad a Alemania, cimentando la milagrosa resurrecci¨®n de un pa¨ªs que hasta hac¨ªa pocos a?os se hallaba postrado en el lecho del ¡°enfermo del euro¡±. ?Pero es realmente Alemania el mejor modelo de excelencia o perfecci¨®n que hay que seguir para gestionar la econom¨ªa de la zona euro?
Reducir el gasto en 2008 y 2009 llev¨® a la pobreza en medio de la abundancia
En este sentido, es esencial comprender que hay ciertas pol¨ªticas, ciertos principios o comportamientos que pueden funcionar realmente muy bien en algunas partes del sistema, pero fracasar estrepitosamente al aplicarse al conjunto. Ya se sabe que Keynes as¨ª lo indic¨® en su Teor¨ªa general al se?alar que, para la macroeconom¨ªa, lo esencial es evitar las ¡°falacias de la composici¨®n¡±. Subrayando algo evidente ¡ªque el conjunto de la econom¨ªa no puede ganar m¨¢s de lo que gasta¡ª, Keynes advert¨ªa al lector de las consecuencias macroecon¨®micas que tiene un esfuerzo conjunto por ahorrar m¨¢s mediante la reducci¨®n del gasto, algo que los manuales econ¨®micos para principiantes tambi¨¦n denominan ¡°paradoja del ahorro¡±.
En este sentido, los pa¨ªses avanzados recibieron un curso de refresco m¨¢s pr¨¢ctico cuando entre 2008 y 2009 todo el mundo se mostr¨® dispuesto a reducir el gasto, pero para acabar descubriendo que el funesto resultado de esa actitud ser¨ªa la pobreza en medio de la abundancia. Poco despu¨¦s se asisti¨® a un breve retorno del keynesianismo, cuando la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas mundiales consigui¨® que la comunidad global avanzara al un¨ªsono, evitando que hubiera quien se aprovechara de los paquetes de est¨ªmulos de sus vecinos.
A pesar de su enorme ¨¦xito, en Europa ese retorno a la raz¨®n y la virtud de la acci¨®n positiva conjunta fue ef¨ªmero. Ya antes de que se permitiera que la crisis griega se tornara incontrolable, las autoridades alemanas hab¨ªan comenzado a presionar para que se pasara dr¨¢sticamente de las pol¨ªticas de est¨ªmulo a la austeridad. De manera que las presiones de los mercados sobre Grecia y otros pa¨ªses proporcionaron una buena excusa, porque esos mismos mercados nunca presionaban a la propia Alemania. M¨¢s bien, esta actuaba por convicci¨®n, imponiendo entre 2011-2012 una profunda racionalizaci¨®n del gasto, que el a?o pasado condujo tambi¨¦n a su econom¨ªa al estancamiento.
Puede que esto haya sorprendido incluso a la propia Alemania, porque no era la primera vez que, desde comienzos de la d¨¦cada de 1980, el pa¨ªs acomet¨ªa una consolidaci¨®n favorable al crecimiento, aunque cada vez con menos ¨¦xito. Una raz¨®n lo explica. Antes Alemania pod¨ªa contar con que los dem¨¢s no hicieran como ella, pero, al ir difundiendo el Tratado de Maastricht la ¡°cultura de la estabilidad¡± germana, esa situaci¨®n se ha hecho cada vez menos factible. La base te¨®rica de la obra magna de Keynes es la existencia de un modelo econ¨®mico cerrado. Como la econom¨ªa global es una econom¨ªa cerrada habr¨ªa sido una insensatez por parte de Keynes postular que un pa¨ªs puede recuperarse fomentando su competitividad. Es cierto que una econom¨ªa abierta puede ganar m¨¢s de lo que gasta si acumula un super¨¢vit por cuenta corriente, pero para eso hace falta que otras pierdan competitividad y gasten m¨¢s de lo que ganan. Las experiencias de la d¨¦cada de 1930 convencieron a muchos de que ese ejercicio no era una forma constructiva de avanzar.
Para crecer, Berl¨ªn se aliment¨® de los dem¨¢s hasta que sobrevino la crisis
Entonces, ?c¨®mo funcion¨® la estrategia alemana en la d¨¦cada de 2000? En pocas palabras: al principio no dej¨® de agravar las dolencias de Alemania. La inversi¨®n se desplom¨® y el consumo se estanc¨®, en tanto que el desempleo y las desigualdades se disparaban. La austeridad fiscal no logr¨® reducir el d¨¦ficit. Sin embargo, al final, bajando los salarios, Alemania se volvi¨® ¨¹ber-competitiva y su super¨¢vit por cuenta corriente creci¨® vertiginosamente, mientras la otra cara de la moneda, en t¨¦rminos comerciales y fiscales, estaba principalmente en Europa. En suma, Alemania ganaba m¨¢s de lo que gastaba y de ese modo acab¨® recuper¨¢ndose y equilibrando su presupuesto p¨²blico, precisamente porque otros pa¨ªses ¡ªsobre todo europeos¡ª gastaban m¨¢s de lo que ganaban. Para crecer, Alemania se aliment¨® de los dem¨¢s, hasta que, como cab¨ªa esperar, sobrevino la crisis.
?Qu¨¦ cambiar¨ªa en Europa si el continente imitara el modelo alem¨¢n? Depende. Si Alemania estuviera dispuesta a devolver el favor y gastara m¨¢s de lo que gana, eso permitir¨ªa recuperarse a su antiguo hu¨¦sped. La alternativa es que el resto del mundo tolerara una Europa con balanzas comerciales positivas de tipo alem¨¢n. Para funcionar, el modelo alem¨¢n precisa de un hu¨¦sped bien dispuesto. De no ser as¨ª, el esfuerzo conjunto por ahorrar m¨¢s sin dejar de cumplir har¨¢ que Irving Fisher se una a Keynes en otra falacia de la composici¨®n: ¡°Cuanto m¨¢s pagan los deudores, m¨¢s deben¡±.
En realidad, bien pensado, Europa est¨¢ ya en guerra con las ideas macroecon¨®micas de Fisher y Keynes. As¨ª que lo importante es determinar si la aplicaci¨®n del modelo germano a toda Europa abrir¨¢ m¨¢s frentes de guerra monetaria y comercial con el resto del mundo.
Con vistas al Consejo de la UE ayer iniciado, los dirigentes europeos deben ser conscientes de ello. Las recientes experiencias con la abenomics [las pol¨ªticas econ¨®micas del Gobierno japon¨¦s] y la influencia del yen, y tambi¨¦n con los paneles solares y los expertos en vino chinos son solo un anticipo de lo que Europa est¨¢ mendigando en tanto que otros pa¨ªses ven menguar sus mercados en el continente, mientras las naciones europeas fuerzan la m¨¢quina para sacar a sus econom¨ªas de la penuria recurriendo ¨²nicamente a las exportaciones.
Las lecciones de la d¨¦cada de 1930 inspiraron las pol¨ªticas globales con las que se reaccion¨® en 2009. Son las mismas que inspiraron el euro, que pretend¨ªa proscribir definitivamente las devaluaciones de ¨ªndole competitiva. Pero de alguna manera las autoridades no percibieron que esa competitiva puja salarial a la baja acabar¨ªa teniendo las mismas consecuencias devastadoras para el conjunto de la uni¨®n monetaria. Y si no ten¨ªamos bastante con ese error garrafal, ahora corremos el riesgo de que los dirigentes europeos cometan el mismo, pero a nivel mundial.
J?rg Bibow es catedr¨¢tico de Econom¨ªa en el Skidmore College e investigador en el Levy Economics Institute del Bard College.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.