Ni?os robados
Una amiga m¨ªa muy cercana es adoptada. En 1969, a pocos d¨ªas de su nacimiento, las monjas de la casa cuna Santa Isabel de Valencia se la entregaron a su nueva familia. Por entonces, la casa cuna no aparec¨ªa en las p¨¢ginas policiales. A¨²n nadie hablaba de robos de beb¨¦s.
Yo mismo acompa?¨¦ a mi amiga hace unos cinco a?os a Santa Isabel. Ella quer¨ªa pedir informaci¨®n sobre su madre biol¨®gica. Hoy d¨ªa, las residentes de la casa tienen un perfil muy distinto que hace 40 a?os. La mayor¨ªa son inmigrantes embarazadas, pero sin pareja ni trabajo, muchas veces ni papeles, a las que las monjas llaman ¡°amenazadas de aborto¡±. En Santa Isabel pueden recibir un techo y un plato de comida mientras culminan su embarazo. El objetivo es que no lo interrumpan.
El d¨ªa de nuestra visita, mi amiga no consigui¨® ninguna informaci¨®n sobre el paradero de su madre biol¨®gica. Llevaba a?os busc¨¢ndola, incluso con el apoyo de su madre adoptiva. Pero las monjas insist¨ªan en que no guardaban archivos. Mi amiga dej¨® sus datos, por si su madre biol¨®gica asomaba por el lugar. Pero la madre superiora no le dio esperanzas: esas pobres chicas, dijo, nunca vuelven a preguntar. Mi amiga les crey¨®.
Sin embargo, hace unas semanas, gracias al milagro del ADN, una de las beb¨¦s de Santa Isabel encontr¨® a su madre: una parturienta del mismo a?o que mi amiga, 1969. En esa ¨¦poca, la madre era menor de edad. Para ¡°protegerla¡±, las monjas de Santa Isabel le mintieron: le dijeron que su beb¨¦ hab¨ªa muerto al nacer. Y se la entregaron en secreto a otra familia.
Esas instituciones no tienen autoridad moral para decidir en lugar de las mujeres
La ni?a, hoy de 44 a?os, hab¨ªa pasado la vida tratando de encontrar a su progenitora. Otra hija de esa mujer, suspicaz, tambi¨¦n llevaba a?os en busca de su hermana perdida. Durante todo ese tiempo, las monjas de Santa Isabel se hab¨ªan negado a ofrecerles cualquier informaci¨®n, ni siquiera d¨®nde hab¨ªan enterrado el supuesto cad¨¢ver. Al encontrarse, esta familia destap¨® sin querer presuntos delitos de secuestro, fraude, falsedad documental, encubrimiento y tr¨¢fico de personas.
El caso lleg¨® a la prensa, y con ¨¦l, una nueva esperanza para mi buena amiga. Tal vez no fue abandonada: tal vez la robaron. La clave de su pasado est¨¢ en esa casa cuna. Pero s¨®lo las monjas la conocen, y han escondido sus registros durante d¨¦cadas, encubriendo la sordidez de sus actividades.
Mientras todo esto ocurr¨ªa, daba la vuelta al mundo el caso de la salvadore?a Beatriz, una mujer embarazada de un ni?o sin cerebro, que no sobrevivir¨ªa al parto. Beatriz, adem¨¢s, padec¨ªa problemas renales que pod¨ªan costarle la vida de culminar el embarazo. El Poder Judicial de su pa¨ªs le prohibi¨® abortar, en una decisi¨®n celebrada por la Iglesia salvadore?a. La l¨®gica aparente de estos patriarcas era: ?por qu¨¦ dejar morir a un ni?o si podemos dejar morir tambi¨¦n a la madre? Conmovedor.
Por eso me revuelve el est¨®mago escuchar en Am¨¦rica Latina y Europa campa?as como la que el ministro de Justicia espa?ol, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, ha desplegado durante meses para cambiar la ley de aborto. El ministro plantea derogar la ley de plazos, que admite el aborto hasta cierto momento del embarazo, e instaurar una ley de supuestos, que obliga a las embarazadas a pedir permiso para abortar, demostrando que cumplen ciertos requisitos.
Comprendo las razones para oponerse al aborto. Es una medida terrible, y muy triste. Pero creo que en ¨²ltima instancia, cada madre debe decidir sobre su cuerpo y sobre su maternidad, porque es la que mejor conoce su situaci¨®n.
Prohibir o restringir el aborto s¨®lo consigue que decidan otros, y ¡°otros¡± significa la Iglesia o el Estado. Si esas instituciones fuesen de por s¨ª moralmente superiores, si tomasen siempre las decisiones correctas, yo aceptar¨ªa que asumiesen la responsabilidad. Pero despu¨¦s de lo visto por mi amiga en Santa Isabel, y por Beatriz en Centroam¨¦rica, no veo qu¨¦ autoridad moral, qu¨¦ derecho, qu¨¦ poca verg¨¹enza pueden tener esas instituciones para decidir en lugar de las mujeres.
Twitter: @twitroncagliolo
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