Los silencios del intachable
En vez de bloquear con su mayor¨ªa la comparecencia de Mariano Rajoy en el Parlamento, el Gobierno deber¨ªa asumir que el caso B¨¢rcenas es un problema pol¨ªtico de primer orden
En medio del gran l¨ªo del caso B¨¢rcenas, dos hechos dominan la escena: el primero es que si realmente se probara que el presidente del Gobierno siendo ministro hubiese cobrado sobresueldos no tendr¨ªa otra salida que la dimisi¨®n. As¨ª lo exigen los principios democr¨¢ticos que rigen en los pa¨ªses de nuestro entorno. Poco importa si fuera delito o no, porque hubiera prescrito o porque infringir la ley de incompatibilidades no es una cuesti¨®n penal. Es un comportamiento pol¨ªtico inadmisible que inhabilita para presidir el Consejo de Ministros. El segundo es que el PP ha decidido que no pasa nada. Que el presidente del Gobierno seguir¨¢ actuando como si la cosa no fuera con ¨¦l, practicando el desd¨¦n que ya es libro de estilo de su gesti¨®n. Rajoy ha optado por no tomar la iniciativa, esperando que el incendio se apague (y ya llevamos medio a?o as¨ª). De modo que cede a B¨¢rcenas, y a los que se sirven de ¨¦l para dirimir viejas querellas y esquivar sus responsabilidades, el privilegio de controlar el calendario de la pelea.
Solo los que han ocupado despachos como el de La Moncloa pueden explicar c¨®mo se ve el mundo desde all¨ª. Da la sensaci¨®n de que, desde arriba, la sociedad se percibe muy lejana y que los p¨¢lpitos que esta emite llegan muy atenuados por las enormes barreras formadas por legiones de serviles compa?eros pendientes de que el presidente solo oiga lo que interpretan que desea o¨ªr. Rajoy est¨¢ cometiendo un error como el de Aznar el 11-M: no querer saber la percepci¨®n de la sociedad. Y el malestar crece. La salida en tromba de los ministros defendiendo la honorabilidad del presidente, aparte de generar excesos verbales propios de un sistema caudillista, aumenta las sospechas. La palma al culto al jefe se la ha llevado Javier Arenas: ¡°El presidente es intachable en todos los sentidos¡±. Se necesita est¨®mago para pronunciar una frase as¨ª, aunque fuera por iron¨ªa.
Se trata, dicen, de que la gente escoja entre la palabra de un presidente honrado y la de un hombre que tiene 50 millones de euros en Suiza. Pero el presidente no habla. Y los que definen la estrategia del Gobierno no pueden ignorar el clima de desconfianza instalado en este pa¨ªs por culpa de la corrupci¨®n. Todas las encuestas demuestran la escasa credibilidad que tiene el presidente en estos momentos. Con lo cual, gana terreno un doble razonamiento: si el presidente se esconde es porque algo teme. Y, siendo cierto que personajes como B¨¢rcenas no son de fiar, ha sido a partir de lo que han contado este tipo de sujetos que se han descubierto los casos de corrupci¨®n. Llueve sobre mojado. La mudez no ayuda a Rajoy. Restringir su palabra no le hace ganar autoridad, alimenta la sensaci¨®n de que no habla para no correr el riesgo de que una nueva revelaci¨®n le ponga en evidencia. Una t¨¢ctica de respuesta equivocada tiene efecto bumer¨¢n.
En vez de bloquear con su mayor¨ªa la comparecencia de Mariano Rajoy en el Parlamento, el Gobierno deber¨ªa asumir que el caso B¨¢rcenas es un problema pol¨ªtico de primer orden. Y obrar en consecuencia. Afecta a la autoridad del Gobierno: un presidente bajo amenaza de chantaje, que no da un paso para despejar las dudas, es un presidente d¨¦bil. El silencio no le refuerza. Afecta a la imagen de Espa?a, en el extranjero las especulaciones sobre dimisiones y elecciones anticipadas abundan. Se espera un gesto inequ¨ªvoco del presidente que no llega. Afecta a la imagen de las instituciones y agranda el desprestigio de la pol¨ªtica que ya est¨¢ por los suelos. La democracia est¨¢ en peligro, por actitudes como estas que, a los ojos de la ciudadan¨ªa, ponen el inter¨¦s personal por encima de todo. Rajoy tiene fama de ser lento al reaccionar o, si se prefiere, de tener una lentitud calculada. Puede que cuando reaccione ya sea tarde. ?Se puede gobernar un pa¨ªs en situaci¨®n de crisis cuando se ha perdido la autoridad pol¨ªtica?
En el caso B¨¢rcenas, las cosas son feas y la percepci¨®n ciudadana peor. Rajoy argumenta su inmovilismo en no seguir el juego de un delincuente. Pero esto significa que Rajoy no ha entendido la gravedad del problema. M¨¢s all¨¢ de los hechos est¨¢n los efectos que tienen en una ciudadan¨ªa abrumada por la crisis. Responder con el silencio solo genera irritaci¨®n. Rajoy tiene un problema pol¨ªtico de envergadura. No querer reconocerlo solo sirve para agravarlo. Pero es su t¨¢ctica cuando un problema le inc¨®moda. Y la sigue en temas tan dispares como el caso B¨¢rcenas o la apuesta soberanista catalana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.