La exasperaci¨®n de la desigualdad
Brotes identitarios, reaccionarios e integristas abundan en los socios de la UE
Entre los costes morales de la crisis, ninguno m¨¢s insoportable que el incremento de las desigualdades en la UE. Entre los Estados miembros y dentro de ellos. El manejo de la recesi¨®n impuesto por la hegemon¨ªa conservadora ha dividido a los europeos hasta amenazar un proyecto que, hasta hace poco, se explicaba a s¨ª mismo como la historia de un ¨¦xito. La brecha m¨¢s elocuente no es hoy la que enfrenta al norte contra el sur, ni al centro contra la periferia; ni siquiera a los acreedores contra los endeudados; sino la que, socialmente, enfrenta a los ganadores que pescan en el r¨ªo revuelto contra los perdedores, que son much¨ªsimos m¨¢s.
Tan impactante apoteosis de la desigualdad es contraria a la raz¨®n de ser de la integraci¨®n europea. Su motor fue, en origen, un pacto social de rentas ¡ªinterpersonal, interterritorial e intergeneracional¡ª de aliento supranacional. Orientado a conformar un modelo europeo con un vector de cohesi¨®n y solidaridad que expresa inteligentemente el inter¨¦s compartido de los Estados miembros y el mejor autointer¨¦s de cada uno de ellos. La austeridad recesiva impone un ajuste de cuentas contra ese modelo social fundamentado en los servicios p¨²blicos que realizan derechos, en la intervenci¨®n de la pol¨ªtica sobre la econom¨ªa para regular el mercado ¡ª?no para tranquilizarlo!¡ª y en una fiscalidad progresiva.
Todo esto est¨¢ siendo cuestionado en un ejercicio de desmemoria contra las ense?anzas del olvidado siglo XX sobre el que escribi¨® Tony Judt. El espectro de la desigualdad recorre Europa. La confrontaci¨®n entre las opiniones p¨²blicas de los Estados miembros, m¨¢s desunidos que nunca ante la adversidad, bulle en un caldo de cultivo de tentaciones reaccionarias, rebrotes identitarios y pulsiones nacionalistas alternadas con se?ales de integrismo religioso. Prejuicios largamente larvados desatan el se?alamiento de chivos expiatorios y la estigmatizaci¨®n del diferente o del otro: los exabruptos racistas de un eurodiputado extremista contra la ministra italiana de Integraci¨®n reclaman que el discurso del odio sea penalizado en toda la UE. ?Y el Parlamento Europeo es ahora el legislador para ello!
Se augura una Euroc¨¢mara como bomba de relojer¨ªa repleta de populismos, extremismos y eurofobia
Pero en Espa?a esta secuencia raya la exasperaci¨®n. El relanzamiento aqu¨ª de viejas desigualdades viene acompa?ado de una apolog¨ªa narrativa que exhibe toda su crudeza: El amedrentamiento ante la p¨¦rdida de empleo es instrumentalizado para encubrir atropellos al principio de igualdad como la amnist¨ªa fiscal, la represi¨®n salarial para abaratar el despido y las privatizaciones en sanidad, educaci¨®n, seguridad y justicia. Las tasas contra el acceso a la tutela judicial imponen un canon fast track para los pudientes y un callej¨®n de indefensi¨®n para todos los dem¨¢s. El paro masivo golpea m¨¢s a las mujeres y espolea la indignaci¨®n entre millones de j¨®venes a los que se condena a emigrar o a no alcanzar en su vida pensiones como sus abuelos.
Algunas advertencias son claras y para leerlas no es preciso chequear el ¨ªndice de Gini. Como con la libertad, la lucha por la igualdad nunca se da por acabada. Ese combate es un proceso, no una conquista. Los avances en las oportunidades no duran sin m¨¢s para siempre, ni se sostienen por s¨ª solos, indefinidamente. Su reversibilidad es una amenaza veros¨ªmil, un riesgo constante. Cada consecuci¨®n debe ser peleada para garantizarla, preservarla hacia el futuro y defenderla ante las muchas reinvenciones de la desigualdad.
Exactamente por ello esa raz¨®n social de Europa se encuentra en juego m¨¢s que nunca. Las elecciones europeas de 2014 son la primera ocasi¨®n para cambiar la hoja de ruta que ha producido este horizonte de resentimientos cruzados contra el empobrecimiento. ?Pero puede que tambi¨¦n sea la ¨²ltima ocasi¨®n para hacerlo! Muchos pron¨®sticos anuncian, como si se tratase de un parte meteorol¨®gico, que el pr¨®ximo Parlamento Europeo ser¨¢ una bomba de relojer¨ªa contra la UE, minado de nacionalistas, populistas, extrema derecha energ¨²mena y eurof¨®bos. Me cuento entre los que no se resignan a las profec¨ªas autocumplidoras. No cabe el desistimiento. Estamos a tiempo de evitarlo.
De la mayor¨ªa pol¨ªtica en el pr¨®ximo Parlamento Europeo habr¨¢ de surgir el liderazgo de un nuevo ejecutivo europeo. Un ¡°parlamento que se odie a s¨ª mismo¡±, como ha explicado Torreblanca, no actuar¨ªa de contrapeso ni freno contra el Consejo ni tampoco de control sobre la Comisi¨®n: ?Ser¨ªa el hazmerre¨ªr de quienes han perpetrado este desaguisado! No ser¨ªa el legislador m¨¢s poderoso de Europa, sino del todo irrelevante para corregir la pol¨ªtica que deber¨ªa haber evitado el da?o del que tantos se duelen y para el cambio europe¨ªsta que urge impostergablemente.
?2014, alerta roja! Darle una patada al tablero no nos sacar¨¢ del t¨²nel. Ning¨²n c¨®ctel de eurofobia y populismo antieuropeo va a mejorar la vida de quienes hoy se sienten v¨ªctimas de esta crisis, sin haberla provocado, sabi¨¦ndose vapuleados por la injusticia en el reparto de sacrificios causados por la austeridad suicida. La elecci¨®n de 2014 se dirimir¨¢ entre el ¡°No a Europa¡± y el ¡°S¨ª, pero¡± a otra Europa altereurope¨ªsta y reeuropeizadora. Comprometida, en tiempos de c¨®lera, con la ciudadan¨ªa maltratada y la dignidad del trabajo, y contra la exclusi¨®n y el estrago de la desigualdad.
Juan F. L¨®pez Aguilar es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y presidente de la Delegaci¨®n Socialista Espa?ola en el Parlamento Europeo.
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