Por donde Franco sol¨ªa
Hace muy pocas semanas me refer¨ª a las noticias menores ¨Cas¨ª las llam¨¦¨C a las que no se presta atenci¨®n y que de hecho no causan alarma, cuando suelen ser indicativas de la grave transformaci¨®n que est¨¢n sufriendo nuestras leyes a manos de un Gobierno que aplica su mayor¨ªa absoluta sin control, con arbitrariedad, sin rendir cuentas ni buscar consensos, exactamente como act¨²an las dictaduras.
S¨ª, la diferencia con ¨¦stas es que dentro de dos a?os y medio votaremos y podremos quitarnos a estos peligrosos gobernantes de encima. Eso ser¨¢ en la teor¨ªa, claro, porque de aqu¨ª a entonces no sabemos si el Gobierno, que domina el Parlamento y ahora tambi¨¦n los Tribunales Constitucional y Supremo, a los que ha restado independencia y convertido en poco menos que t¨ªteres suyos, seguir¨¢ cambiando de tal modo las leyes que el resultado de las elecciones pr¨®ximas est¨¦ predeterminado. Estamos plenamente embarcados en el modelo de falsa democracia que ha regido Italia durante la ¨¦poca de Berlusconi o Venezuela durante la de Ch¨¢vez, perpetuada por su pat¨¦tico imitador Maduro; Rusia durante la ya larga de Putin y Ecuador durante la de Correa, Hungr¨ªa durante la de Orb¨¢n y Argentina durante la de los Kirchner. Al PP no le importa copiar a quienes declara sus adversarios, si de ellos aprende a mantenerse en el poder, a acallar voces contrarias, a difamar a los discrepantes (v¨¦anse las acusaciones indiscriminadas del Ministro de Hacienda a los colectivos o gremios que considera ¡°cr¨ªticos¡±) y a gobernar con cada vez menos garant¨ªas para los ciudadanos.
Esas noticias menores a las que casi nadie hace caso son como la letra peque?a de los contratos: nadie la lee, pero es la que acaba por desahuciar a la gente, o por estafarla. De repente llegan unos polic¨ªas y lo desalojan a uno de su casa. ?C¨®mo puede ser?, se preguntan los semipropietarios perplejos, ?c¨®mo se ha llegado a esto? Lo mismo que quienes compraron preferentes o acciones sin enterarse y se encuentran de pronto desprovistos de sus ahorros. ?C¨®mo puede ser? ?C¨®mo se ha llegado a esto? La respuesta es invariable: se lleg¨® con las cosas que se pasaron por alto, con aquellas de las que nadie protest¨®, ni siquiera los partidos de la oposici¨®n, que andan todos en sus limbos sin atender a sus deberes. Los unos con sus EREs de Andaluc¨ªa, los otros con sus berrinches con la Monarqu¨ªa, los de m¨¢s all¨¢ no con su ¡°derecho a decidir¡± (porque decidir entre opciones es lo que est¨¢ justamente excluido), sino con su imposici¨®n a proclamar la independencia, velis nolis.
Hace unas semanas habl¨¦ de los detectives privados. Bueno, piensa la gente, tampoco somos tantos los que recurrimos a sus servicios. Unos meses atr¨¢s, de los agentes del CNI. Bueno, esos siempre son huidizos y secretos, al fin y al cabo. Y as¨ª nada tiene importancia. La noticia menor que hoy me ocupa nos podr¨ªa afectar a cualquiera, pero todo el mundo lo ver¨¢ improbable, hasta que un d¨ªa un civil se encuentre ante un tribunal militar acusado de traici¨®n o de cualquier otro delito, y se pregunte: ?C¨®mo puede ser? ?C¨®mo se ha llegado a esto, como si estuvi¨¦ramos en tiempos de Franco? Pues se habr¨¢ llegado en estos d¨ªas, sin que ninguna voz se alce. El c¨®digo militar hasta ahora vigente estipulaba unos pocos casos en los que los civiles pod¨ªan verse sometidos a su jurisdicci¨®n, y uno de ellos era ¡°en tiempo de guerra¡±. La propia ley aclaraba que ese tiempo se extiende desde la declaraci¨®n formal de guerra o la ruptura generalizada de hostilidades con una potencia extranjera hasta el cese de ¨¦stas. Pero como las guerras ya no se declaran sino que sin m¨¢s se libran, el Ministerio de Defensa acaba de modificar su c¨®digo, y donde pon¨ªa ¡°en tiempo de guerra¡±, ahora pone ¡°en situaci¨®n de conflicto armado¡±; eso s¨ª, sin explicar a qu¨¦ llama exactamente conflicto armado, ni qui¨¦n lo declara ni cu¨¢ndo comienza o termina. Se trata de un concepto totalmente ambiguo, difuso, indeterminado. ?Est¨¢bamos en esa ¡°situaci¨®n¡± mientras atentaba ETA? ?Lo estamos ahora, bajo la permanente amenaza de ataques terroristas islamistas? ?Lo estar¨ªamos si en Espa?a operaran regularmente mafias sanguinarias como las de Italia? ?Si hubiera una criminalidad sostenida y cruenta como las de M¨¦xico, Guatemala u Honduras? ?Bastar¨ªa con que se desplegaran unidades del Ej¨¦rcito por cualquier motivo ¨Cproteger el Congreso de manifestantes, por ejemplo¨C para considerar que ya est¨¢bamos ¡°en situaci¨®n de conflicto armado¡±? No s¨¦ si se percatan de que, con este descarado cambio en el c¨®digo militar, los civiles estamos expuestos a que ya no nos juzgue un tribunal civil en cuanto al Gobierno de Rajoy se le antoje. Las consecuencias no son tan menores: en esa ¡°situaci¨®n¡± tan imprecisa, cualquier espa?ol que difundiera informaci¨®n clasificada o de inter¨¦s militar que perjudique la defensa de Espa?a o sus aliados ¨Ccomo un periodista, sin ir m¨¢s lejos¨C, podr¨¢ ser acusado de traici¨®n y condenado, por un tribunal militar, a veinte a?os de c¨¢rcel (!). Y cualquier civil que desobedezca un bando militar podr¨¢ serlo a seis a?os (!). Si esto no es militarizar a la poblaci¨®n de nuevo, privarla de sus derechos fundamentales y entregarla a la discreci¨®n y arbitrariedad del Ej¨¦rcito, que venga el General Franco y lo vea. Se frotar¨ªa las manos, les dar¨ªa un gran abrazo a Rajoy y a sus ministros y les dir¨ªa: ¡°Bravo, muchachos, se ve que sois de los m¨ªos. Volvemos por donde sol¨ªamos¡±.
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