Ellas no son nadie
Como hombres que son, representan a sus esposas en una irritante parodia de escena de familia tradicional. Abogada o se?ora de sospechoso, los micr¨®fonos mejor para los varones
El asunto parec¨ªa una cosa de cu?ados y concu?ados. He aqu¨ª que Dolores M¨¢rquez y Javier G¨®mez, el matrimonio de la fotograf¨ªa, cuya historia les ahorro, sal¨ªan de la prisi¨®n de Soto del Real, de entrevistarse con B¨¢rcenas, el m¨¢s que presunto g¨¢nster del PP, cuando ella se apart¨® discretamente para que los periodistas se api?aran con sus micr¨®fonos alrededor del var¨®n, cuyo curr¨ªculo pueden consultar en la Red. Pues bien, retirada la esposa, el esposo pronunci¨® los cuatro lugares comunes previsibles en alguien que acaba de hacerse cargo de la representaci¨®n legal de Al Capone, al tiempo de anunciar que su se?ora, expuesta a un sol de justicia cincuenta o sesenta metros m¨¢s all¨¢ del lugar de los hechos, se encargar¨ªa de la defensa de la se?ora del sospechoso, do?a Rosal¨ªa Iglesias.
Dado que la escena era de un machismo latente insoportable, pensamos que la mujer, en alg¨²n momento, se acercar¨ªa para decirle: ¡°D¨¦jame hablar a m¨ª¡±. Pero no, do?a Dolores M¨¢rquez de Prado, esposa del defensor de B¨¢rcenas, permaneci¨® en un respetuoso segundo plano, lo mismo que su defendida, do?a Rosal¨ªa Iglesias, que acababa de asegurar ante el juez que, aunque no era tonta, firmaba sin leer todo lo que le pon¨ªa delante su marido, as¨ª se tratara de la pena de muerte. Si el caso no fuera el que es, lo habr¨ªamos tomado a co?a, como una puesta en escena de cu?ados y concu?ados tradicionales en la que ellos, como hombres que son, representan a sus esposas mientras dan cuenta de la paella del domingo. No somos nadie, pero las mujeres, tambi¨¦n en estos ¨¢mbitos, menos.
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