¡°En Espa?a puedes ser un mafioso y disfrutar de reconocimiento oficial¡±
Ada Colau es l¨ªder del movimiento antidesahucios e impulsora de los escraches contra pol¨ªticos Esta catalana se ha convertido en la activista m¨¢s famosa y contundente de los ¨²ltimos tiempos
"Un, dos, tres, ?fuerte!¡±. Levantar la reja del local de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Barcelona, cuyo sistema el¨¦ctrico se ha estropeado, ha sido mi acto solidario de hoy. Solidario con su portavoz, Ada Colau, que quiz¨¢ no habr¨ªa podido sola porque pesa un quintal, pero en el fondo interesado, porque quiero ver d¨®nde opera una de las organizaciones sociales m¨¢s activas y exitosas de este pa¨ªs. Superada la prueba, entramos en una amplia lonja con aires de garaje en la que se reparten unas cuantas mesas con sus ordenadores y sus sillas de oficina. Todo es espartano y con pinta de segunda mano, como supongo corresponde a un movimiento de base.
Entrevista intr¨¦pida / 1
Conversaciones frescas y con un punto irreverente en compa?¨ªa de personajes singulares. En esta primera entrega especial del verano, Mikel L¨®pez Iturriaga pregunta y repregunta para llegar donde otros no se atreven.
Colau se sienta y, en cuanto empiezo a preguntar, sale de su boca un discurso tan torrencial que dan ganas de unirse a la lucha o, si est¨¢s en el otro lado de la barricada, de rendirse y entregarse. Esta barcelonesa de 39 a?os es la voz p¨²blica de muchas personas que han estado o est¨¢n a punto de ser desahuciadas de sus hogares por no poder pagar su deuda con los bancos, y que se han unido para pelear. Su defensa de acciones tan po?l¨¦micas como los escraches la ha convertido en favorita de unos medios y en punching ball de otros. En esperanza blanca de muchos progresistas¡ y en bestia negra del Partido Popular, algunos de cuyos dirigentes no dudaron en relacionarla con el terrorismo en un in¨²til intento de mermar su popularidad.
P. ?Es usted ETA?
R. Evidentemente, no. Tener que decirlo demuestra ya el nivel pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs y de nuestro Gobierno. Es rid¨ªculo.
P. Vayamos entonces con asuntos m¨¢s serios. La plataforma de la que es portavoz se enfrenta a un problema cr¨®nico, la vivienda, y a un drama, los desahucios. ?Alg¨²n pa¨ªs lo est¨¢ haciendo bien en este terreno?
R. Nadie lo est¨¢ haciendo perfecto, pero no hay otro pa¨ªs que lo haga tan mal como Espa?a. Es un ejemplo negativo ante el mundo. Vienen medios de comunicaci¨®n ultraliberales y se escandalizan: lo nuestro no se entiende ni desde esa ideolog¨ªa. Si ?excluyes a millones de personas del sistema de por vida, generas econom¨ªa sumergida y ning¨²n incentivo para retomar la actividad econ¨®mica.
P. ?Alg¨²n caso le ha tocado especialmente?
R. Todos, porque, a diferencia de lo que quiere hacernos creer el PP, no hay unos casos m¨¢s graves que otros: en todos hay vulnerabilidad extrema. La p¨¦rdida de vivienda rompe familias y te desestructura emocionalmente. Aunque consigamos cambiar la ley y resolver los casos que nos est¨¢n llegando, habr¨¢ una generaci¨®n traumatizada.
P. ?C¨®mo responde la gente cuando logran parar su desahucio? Responden ya no con agradecimiento, sino con implicaci¨®n. Independientemente de lo que consiga de las Administraciones, la plataforma ya ha ganado. La gente llega con la autoestima por los suelos, encuentran apoyo y despu¨¦s tienen m¨¢s ganas de ayudar a otros. Es un proceso que casi todo el mundo explica como un renacer: el paso de afectado a activista. Es lo m¨¢s bonito que he visto en mi vida.
P. ?No son responsables los individuos de haberse entrampado al firmar hipotecas enormes?
R. Ellos no reh¨²yen su parte de responsabilidad. ?Qu¨¦ entendi¨® la gente y qu¨¦ le explicaron en el banco cuando firmaba? Que el banco tasaba el piso y dec¨ªa que val¨ªa, por ejemplo, 300.000 euros, y que por eso a ti te dejaban 250.000, 300.000 o m¨¢s. Entonces el banco te dec¨ªa: ¡°Tranquilo, si no puedes pagar, vendes la vivienda y no pasa nada¡±. Ni el banco, ni la inmobiliaria, ni el notario, ni la Administraci¨®n p¨²blica explicaron que pod¨ªas perder la vivienda y quedarte con una deuda de por vida. Si lo hubieran explicado, mucha gente no se habr¨ªa hipotecado. Los bancos redactaron contratos plagados de cl¨¢usulas abusivas, enga?aron y estafaron. Es incre¨ªble que no est¨¦n pasando cosas m¨¢s graves en este pa¨ªs, es de esc¨¢ndalo.
P. ?C¨®mo son sus negociaciones con las entidades financieras? Porque para ellas esta situaci¨®n tambi¨¦n es un problema.
Hemos descubierto el punto d¨¦bil de los bancos: su imagen p¨²blica¡±
R. Es un problema, pero saben que son rescatados sistem¨¢ticamente. Unos se jubilan con millones de euros o siguen con sueldos millonarios. En Espa?a es ministro de Econom¨ªa el se?or De Guindos, tras ser directivo responsable de unas de las entidades que han fracasado. El mensaje oficial es que puedes ser un mafioso, un estafador y hundir la econom¨ªa de un pa¨ªs, que vas a recibir todo el reconocimiento institucional. Cuando empezamos a negociar con los bancos hab¨ªa desprecio y humillaci¨®n. Pero David est¨¢ pudiendo con Goliat. Hemos descubierto su punto d¨¦bil: la imagen p¨²blica. Ponernos delante de sus oficinas explicando a la gente que entra que ese banco est¨¢ enga?ando y estafando les ha obligado a negociar.
P. ?Apuesta usted entonces por su desaparici¨®n?
R. No. Ser¨ªa infantiloide pensar que no tiene que haber una organizaci¨®n econ¨®mica. Claro que tiene que haber alg¨²n tipo de banca, o p¨²blica o con un control democr¨¢tico real, que priorice las necesidades b¨¢sicas de la poblaci¨®n y anteponga la vida humana y la dignidad sobre cualquier inter¨¦s particular.
P. ?Ha sido siempre tan guerrera?
R. S¨ª. Siempre he tenido una inquietud social cr¨ªtica; si no, no habr¨ªa estudiado Filosof¨ªa, que no sirve precisamente para tener un trabajo muy bien remunerado.
P. ?Cu¨¢ndo se da cuenta de que quiere convertirse en esa especie de superh¨¦roe social?
R. Superh¨¦roe, no. El mensaje m¨¢s importante de la PAH es que la gente sencilla, si se organiza y se apoyan unos a otros, puede mover monta?as, conseguir lo que parec¨ªa imposible. Si se presenta como una cuesti¨®n de superh¨¦roes, lanzamos el mensaje de que es muy complicado, y es falso. Es lo que el poder quiere que creamos. ?Me preguntaba por mi implicaci¨®n personal?
P. S¨ª, cu¨¢ndo empieza.
Una fil¨®sofa contra el mundo
"S¨ª se puede, pero no quieren" es el lema reivindicativo del momento. Detr¨¢s de ¨¦l est¨¢ la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, organizaci¨®n de ciudadanos al borde del desahucio cuya portavoz, Ada Colau, es seguramente la activista m¨¢s famosa de este pa¨ªs. Casi licenciada en Filosof¨ªa ¨Cle quedan dos asignaturas para acabar la carrera¨C; ?autora junto a su pareja, el economista Adri¨¤ Alemany, del libro Vidas hipotecadas; ?parada en ciernes, pero optimista compulsiva, Colau posee una inusual habilidad para comunicar, fundada en un talento natural y en la seguridad del que sabe de lo que habla.
Pol¨ªticos y banqueros la tachar¨¢n de demagoga, pero esta catalana de treinta y tantos ya se ha convertido en un referente de la lucha social que despierta la adoraci¨®n popular (del pueblo, no del partido).
R. Inquietud la ten¨ªa desde el instituto. Me acuerdo de participar en manifestaciones por la primera guerra del Golfo. En la universidad particip¨¦ en el proceso asambleario con muchos otros. El activismo m¨¢s fuerte surgi¨® en 2001 con la antiglobalizaci¨®n. Much¨ªsima gente de muchos colores diferentes sali¨® a la calle para visibilizar que aqu¨ª est¨¢n mandando unos que no hemos votado nunca: el FMI, entidades financieras¡ Poderes nada transparentes que mueven como marionetas a los Gobiernos a escala planetaria. La mayor¨ªa de los que participamos en esas experiencias dijimos: ¡°Bueno, ?y ahora qu¨¦? ?Qu¨¦ hacemos con nuestra vida?¡±. Porque ahora, cada d¨ªa hay que luchar contra la precariedad. Y en el Estado espa?ol, uno de los principales factores de precariedad era la vivienda.
P. Usted vivi¨® en casas ocupadas. ?Cu¨¢l es su visi¨®n de la ocupaci¨®n? ?La ve leg¨ªtima?
R. Por supuesto. M¨¢s que nunca. Espa?a es el pa¨ªs de Europa que m¨¢s vivienda vac¨ªa acumula y, al mismo tiempo, el que m¨¢s desahucia. El desalojo por la fuerza por motivos econ¨®micos es la peor vulneraci¨®n del derecho a la vivienda. Debe ser el ¨²ltimo recurso, pero en Espa?a es el primero. Quiz¨¢ ser¨¢ legal, pero es absolutamente inmoral.
P. Entonces, ?discute usted la propiedad privada inmobiliaria?
R. Hay que discutir la forma de tenencia. La gente tiene derecho a acceder a una vivienda segura, estable e incluso de por vida. Eso se puede hacer de varias maneras: aqu¨ª se ha impulsado solo a trav¨¦s de la propiedad privada, y nos dijeron que era la manera m¨¢s estable. Ahora eso es falso: miles de personas no eran propietarias, sino sobreendeudadas. Y el alquiler no es una alternativa real porque era ya precario y el PP lo acaba de precarizar m¨¢s: ha reducido de cinco a tres a?os el contrato, y eso no es una vivienda estable. Hay que exigir otras formas. Primero, alquiler de calidad y accesible; luego, una propiedad privada que no sea especulativa.
P. ?C¨®mo se ha ganado la vida en todo este tiempo de activista?
R. He trabajado en una consultora de comunicaci¨®n, en producci¨®n de televisi¨®n, de traductora¡ y todos los trabajos eran precarios.
P. Sali¨® hasta en una serie de televisi¨®n, Dos + una.
R. S¨ª.
P. ?Lo quiere olvidar?
R. S¨ª, porque es una de las peores cosas que he hecho.
P. ?Y ahora qu¨¦ hace aparte de ser activista?
R. Tengo la suerte de llevar cinco a?os en el Observatorio de Derechos Econ¨®micos, Sociales y Culturales. Pero no creo que dure mucho porque depende de la financiaci¨®n p¨²blica.
P. ?Lleva usted una vida austera?
R. Necesito poco para vivir. Tampoco lo veo como una renuncia: no tengo coche, ni propiedades, ni grandes caprichos.
P. ?Qu¨¦ cosas le llenan entonces?
Soy austera: no tengo coche, ni propiedades, ni grandes caprichos¡±
R. He comprobado que con menos tienes m¨¢s. Compartir con otros en experiencias como la plataforma, eso es lo que m¨¢s me llena. Creo que es mucho mejor, incluso en t¨¦rminos ego¨ªstas. Es mil veces m¨¢s satisfactorio vivir con menos que no esa sociedad del consumo que promete felicidad y al final solo hace que te sientas solo, pobre y desgraciado.
P. No tiene casa en propiedad, algo que se le ha criticado siendo portavoz de una plataforma de afectados por las hipotecas.
R. Si hay que ser esclavo para luchar contra la esclavitud, mal ir¨ªamos. No me veo afectada por la hipoteca, pero s¨ª por la vivienda, y la plataforma, desde el primer d¨ªa, defendi¨® el derecho a una vivienda digna, en propiedad o alquiler.
P. ?En el altruismo hay una parte de ego¨ªsmo?
R. Seguro. El activismo de miles de personas no se explicar¨ªa si no fuera porque es altamente gratificante. Si fuera solo sacrificio, no habr¨ªa miles de personas entregadas a esta causa. El proceso de empoderamiento, de ver que nuestra capacidad de transformaci¨®n es mayor de lo que nos hab¨ªan dicho, produce satisfacci¨®n. La plataforma te da m¨¢s de lo que t¨² le das a ella. Eso explica que el movimiento crezca cada d¨ªa.
P. Dada su popularidad, ?no ha sentido la tentaci¨®n de cambiar las cosas desde un partido?
R. No. Como ciudadana, creo que todos tenemos que ocuparnos de renovar nuestras instituciones democr¨¢ticas. Claramente ahora son fallidas. Hay unos partidos plagados de corrupci¨®n, cada d¨ªa m¨¢s lejos de la ciudadan¨ªa, endog¨¢micos, preocupados de perpetuarse, con falta de transparencia absoluta¡ Me han propuesto ser diputada y he dicho que no, porque la plataforma est¨¢ haciendo m¨¢s que cualquier partido. Hemos impulsado una Iniciativa Le?gislativa Popular, parado m¨¢s de 700 desahu?cios, negociado centenares de daciones en pago y alquileres sociales. A ver qu¨¦ estructuras con un mont¨®n de dinero y much¨ªsimos cargos est¨¢n consiguiendo eso: dir¨ªa que ninguna.
P. ?Tienen futuro los partidos?
R. Como est¨¢n ahora, no. Hay que resetearlos. Es posible que haga falta alg¨²n tipo de organizaci¨®n, de representaci¨®n; no puede ser todo el mundo opinando todo el rato. Pero se pueden pensar cosas m¨¢s actuales: Internet permitir¨ªa, por ejemplo, cotas de participaci¨®n brutales.
P. ?Le gusta que le definan como izquierdista?
R. Yo no me definir¨ªa as¨ª, sino como dem¨®crata radical y defensora de los derechos humanos. Es necesaria una democracia, pero una real, no una democracia secuestrada como la de ahora. Izquierda y derecha han servido durante mucho tiempo, pero yo creo que ahora hay una mayor¨ªa social que no se identifica con esas etiquetas. Los partidos han machacado su propia imagen: el PSOE se ha cargado la idea de izquierda en este pa¨ªs. En temas de derechos civiles, de libertades, me reconozco m¨¢s con una tradici¨®n de izquierdas, pero con la representaci¨®n actual no me identifico.
P. ?Qu¨¦ balance hace de los escraches a diputados del PP?
R. Han sido un acierto. Han generado un debate sobre por qu¨¦ parece tan excepcional que los ciudadanos pidan explicaciones a sus representantes. En otras democracias, los dipu?tados reciben a cualquier ciudadano que quiera poner una queja. Si eso sucediera aqu¨ª, seguramente no habr¨ªamos llegado a los escraches.
P. ?Pero era necesario hacerlos en domi?cilios? ?No es una invasi¨®n de la priva?cidad?
R. Es que lo otro ya lo hab¨ªamos hecho. Nos concentr¨¢bamos ante las sedes del PP y del Congreso, y nos ignoraban sistem¨¢ticamente.
P. Eran un ¨²ltimo recurso, entonces.
R. Se trataba de se?alizar que vamos a estar all¨ª donde vayas y no vas a poder no vernos. Y si es en tu domicilio, en tu domicilio, que a esta gente la est¨¢n echando de su casa y nosotros simplemente vamos a la tuya y nos ponemos delante con pancartas y pegatinas en las que pone ¡°S¨ª se puede¡±. No hemos invadido la casa de nadie, mientras que a la gente le est¨¢n echando la puerta abajo.
El partido socialista se ha cargado la idea de izquierda en este pa¨ªs¡±
P. Ante las cosas que han dicho sobre usted los dirigentes del PP y sus medios afines, ?no ha sentido miedo?
R. Quiz¨¢ en alg¨²n momento s¨ª, porque hubo d¨ªas muy duros¡ Ellos apuntan, y luego saben que cuando despiertan lo del imaginario terrorista, hay un sector reducido pero muy radicalizado de la poblaci¨®n que puede actuar. He recibido algunas amenazas bastante fuertes, ya no solo contra m¨ª, sino contra mi familia, que todo el mundo sabe que es lo que m¨¢s duele. Pero en realidad miedo, miedo, no he tenido, porque participo en un colectivo muy amplio en el que todos nos apoyamos los unos a los otros.
P. Y su entorno ?c¨®mo lleva que est¨¦ ah¨ª, en la diana?
R. Mi compa?ero y yo estamos igual de implicados. Los dos impulsamos la plataforma y nos conocimos en el activismo. Mi vida personal no est¨¢ separada. Otros familiares nos apoyan. Ha podido haber momentos inc¨®modos, pero nadie ha tenido ninguna duda de que estamos haciendo lo que hay que hacer, parafraseando a Rajoy.
P. ?C¨®mo desconecta de todo este l¨ªo?
R. Con mi hijo de dos a?os. Es la mejor manera, llegas a casa y no te lo tienes que plantear. Te reclama, juega; si te ve con el tel¨¦fono, te lo coge y lo tira.
P. ?Se puede conciliar vida laboral, familiar y, encima, la de activista?
R. Se puede. Yo veo a un mont¨®n de gente trabajando en dos empleos para poder llegar a final de mes, a much¨ªsimas mujeres haciendo muchos m¨¢s esfuerzos de los que hago yo. Yo me he llevado a mi hijo a parar desahucios y a manifestaciones con otros ni?os de la plataforma. Somos de hecho un movimiento muy familiar donde hay much¨ªsimos ni?os que llevamos a nuestras actividades. No separamos una cosa de la otra. Los ni?os forman parte de nuestra vida, y que as¨ª sea, porque desde luego su alegr¨ªa y su energ¨ªa son la mejor receta contra la crisis.
P. Tras estos a?os, ?cu¨¢l ser¨ªa la mayor ense?anza personal que ha sacado del activismo?
R. Vaya pregunta. No s¨¦¡ La idea de que el determinismo es falso. El mensaje oficial es que no hay nada que hacer, que aunque te muevas no vas a conseguir nada, que todo lo que te pasa es culpa tuya y te tienes que avergonzar: esc¨®ndete, has vivido por encima de tus posibilidades y eres un fracasado. Ese mensaje responde a unos intereses. Hay alguien a quien le interesa que t¨² creas que est¨¢s solo. Cuando empezamos, nuestra primera dificultad no fue el poder de la banca, sino lo destrozada que estaba la gente. El mayor aprendizaje ha sido comprobar que las personas con menos recursos, los m¨¢s hechos polvo, si encuentran un espacio de solidaridad y se les restituye la dignidad, se convierten en superh¨¦roes.
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