Malaria, buenas noticias
De confirmarse, la vacuna, tendr¨ªa la capacidad potencial de salvar m¨¢s de medio mill¨®n de vidas cada a?o
No es f¨¢cil encontrar una buena noticia sobre la malaria, que infecta cada a?o a 220 millones de personas? en el mundo y mata a 660.000 de ellas, en su mayor parte ni?os; la mejor vacuna conocida hasta ahora, llamada RTS,S y ensayada a gran escala por un equipo codirigido por el espa?ol Pedro Alonso, solo logra proteger al 31% de los ni?os peque?os, aunque alcanza el 56% en otros grupos de edad. De ah¨ª la esperanza que suscita la nueva vacuna reci¨¦n descubierta por investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud norteamericanos y la empresa Sanaria del mismo pa¨ªs. En una prueba preliminar (ensayo de fase 1), este producto ha protegido contra la infecci¨®n a 12 de 15 voluntarios, incluido el grupo completo de seis personas que recibi¨® cinco dosis. Este ¨²ltimo dato indica que es posible obtener una protecci¨®n del 100%, aunque hacen falta m¨¢s ensayos para poder asegurarlo. De confirmarse, esta vacuna, o una similar a ella, tendr¨ªa la capacidad potencial de salvar m¨¢s de medio mill¨®n de vidas cada a?o. Es dif¨ªcil encontrar un ejemplo mejor que este del inmenso bien que la ciencia puede hacer a la humanidad.
Sin manique¨ªsmos: los descubridores de esta vacuna han sido financiados tanto por recursos p¨²blicos como privados, se han formado en las universidades de medio mundo y llegaron al campo desde afanes e intereses dispares. Pero acaban de demostrar lo mucho que importa estimular, apoyar y financiar la ciencia. Otra lecci¨®n que nos ofrece la historia de la ciencia es que la perfecci¨®n no existe, y la nueva vacuna no es una excepci¨®n a esta norma. No solo los n¨²meros son todav¨ªa peque?os, sino que el f¨¢rmaco en su forma actual es probablemente poco pr¨¢ctico: debe administrarse por inyecci¨®n intravenosa ¡ªen lugar de las m¨¢s convenientes intrad¨¦rmicas, intramusculares o nasales¡ª y adem¨¢s en cinco dosis, lo que ser¨¢ un reto para los maltrechos sistemas de salud p¨²blica de los pa¨ªses en desarrollo que sufren este azote.
Tampoco se sabe todav¨ªa si la protecci¨®n es permanente, duradera o tan solo fugaz. Esta precisi¨®n es crucial para decidir la practicabilidad del tratamiento con la vacuna. Pero la soluci¨®n a todos estos problemas no es el desaliento, sino m¨¢s ciencia.
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