Cuando las ¨¦lites fracasan
El Gobierno alem¨¢n puede cometer un error hist¨®rico si sigue defendiendo pol¨ªticas de corto alcance que lo favorecen en casa en vez de enfrentarse a los problemas que han puesto a Europa en situaci¨®n de emergencia
Con el t¨ªtulo, tan significativo, de ¡°Kein deutsches Europa!¡± [No queremos una Europa alemana], Wolfgang Sch?uble desment¨ªa hace poco en un art¨ªculo publicado simult¨¢neamente en diarios de Inglaterra, Francia, Polonia, Italia y Espa?a, que Alemania aspire a asumir el liderazgo pol¨ªtico en la Uni¨®n Europea (S¨¹ddeutsche Zeitung 20/21 de julio de 2013). Sch?uble que, junto con la ministra de Trabajo, es el ¨²ltimo ¡°europeo¡± de corte germano-occidental que queda en el gabinete de Angela Merkel, habla desde el pleno convencimiento personal. Es cualquier cosa menos un revisionista que quiera anular la integraci¨®n de Alemania en Europa y destruir as¨ª el fundamento de la estabilidad del orden de posguerra. Conoce el problema cuyo regreso debemos temer nosotros, los alemanes.
Tras la fundaci¨®n del imperio en el a?o 1871, Alemania hab¨ªa adoptado una funesta posici¨®n semihegem¨®nica en Europa, tal como expresa la famosa frase de Ludwig Dehio, ¡°demasiado d¨¦bil para dominar el continente pero demasiado fuerte para integrarse¡±. Y esto tambi¨¦n contribuy¨® a allanar el camino hacia las cat¨¢strofes del siglo XX. La lograda unificaci¨®n europea impidi¨®, no solo a la Alemania dividida sino tambi¨¦n a la Alemania reunificada, volver a caer en el antiguo dilema. Es evidente que la Rep¨²blica Federal est¨¢ interesada en que esto no cambie. Pero ?no ha cambiado de hecho la situaci¨®n? Wolfgang Sch?uble reacciona ante un peligro actual. ?l mismo es quien impone a la fuerza el testarudo rumbo de Angelika Merkel en Bruselas y quien palpa la grieta que podr¨ªa resquebrajar el n¨²cleo de Europa.
Es Wolfgang Sch?uble quien impone a la fuerza el testarudo rumbo de Merkel en Bruselas y quien palpa la grieta que podr¨ªa resquebrajar el n¨²cleo de Europa
?l es quien tropieza con la resistencia de los ¡°pa¨ªses receptores¡± en los c¨ªrculos de los ministros de Hacienda de la comunidad monetaria europea cada vez que bloquea los intentos de introducir un cambio de pol¨ªtica. El impedir una uni¨®n bancaria para la asunci¨®n comunitaria de los costes de la liquidaci¨®n de los bancos malos es tan solo el ejemplo m¨¢s reciente de ello. Sch?uble no se aparta ni un mil¨ªmetro de la norma de la canciller de no cargar a los contribuyentes alemanes con nada que rebase el alcance exacto de los cr¨¦ditos que requieran en cada caso los mercados financieros para el rescate del euro, y que siempre han recibido como consecuencia de una ¡°pol¨ªtica de rescate¡± indisimuladamente favorable a los inversores. Por supuesto, este rumbo seguido tan tenazmente no excluye un gesto de 100 millones en cr¨¦ditos para las clases medias que el t¨ªo rico berlin¨¦s toma de la caja fuerte del banco nacional para sacar del apuro a los primos de Atenas que se han quedado sin blanca.
La potencia l¨ªder que se niega a s¨ª misma
Es un hecho que el gobierno de Merkel obliga a Francia y a los ¡°pa¨ªses del Sur¡± a aceptar su controvertida agenda de crisis mientras que la pol¨ªtica de adquisiciones del BCE brinda un respaldo no admitido. Pero al mismo tiempo, Alemania niega su responsabilidad en el marco de una Europa global por las consecuencias desastrosas que asume al poner en pr¨¢ctica ese papel ¨C considerado como algo enteramente normal - de pol¨ªtica de poder. Solo hay que pensar en el exorbitante paro juvenil del sur de Europa como una de las consecuencias de una pol¨ªtica de ahorro con cargo a los miembros m¨¢s d¨¦biles de la sociedad. Visto de este modo, el mensaje ¡°nada de Europa alemana¡± cobra tambi¨¦n el sentido, bastante menos bonito, de que la Rep¨²blica Federal se coloca en un segundo plano. Desde un punto de vista formal, el Consejo Europeo decide de forma un¨¢nime. Angelika (sic) Merkel solo puede perseguir abiertamente intereses nacionales, o lo que ella considera como tales, como uno de los 17 miembros integrantes. El Gobierno alem¨¢n saca ventaja, incluso una ventaja desproporcionada, de la preponderancia econ¨®mica del pa¨ªs siempre y cuando sus socios no duden de la lealtad, carente de ambiciones pol¨ªticas, de los alemanes hacia Europa.
Pero ?c¨®mo puede resultar cre¨ªble este gesto de humildad a la vista de una pol¨ªtica que se aprovecha descaradamente de la propia preponderancia econ¨®mica y demogr¨¢fica? Cuando, por ejemplo, toca imponer normas de emisi¨®n de gases m¨¢s estrictas para el nuevo rico que fanfarronea de sus berlinas de lujo y estas normas perjudican ¨C por supuesto, siempre en el marco del cambio energ¨¦tico ¨C a la industria automovil¨ªstica alemana, la votaci¨®n se retrasa, por intervenci¨®n de la canciller, hasta que el grupo de presi¨®n est¨¢ satisfecho o ya han pasado las elecciones al Bundestag [Parlamento]. El art¨ªculo de Sch?uble responde, me parece a m¨ª, a la irritaci¨®n que este doble juego del Gobierno federal produce en los c¨ªrculos de los jefes de Gobierno de los restantes pa¨ªses del euro.
El Gobierno alem¨¢n saca ventaja, incluso una ventaja desproporcionada,? siempre y cuando sus socios no duden de la lealtad de los alemanes hacia Europa
Un Gobierno federal cada vez m¨¢s aislado trata de imponer frente a Francia y a los pa¨ªses en crisis una dura pol¨ªtica de ahorro en nombre de imperativos de mercado que supuestamente no dejan otra alternativa. En contra de los hechos, da por sentado que todos los estados miembros de la Comunidad Monetaria Europea pueden decidir por s¨ª mismos sobre sus respectivas pol¨ªticas econ¨®micas y presupuestarias. Si es necesario deber¨¢n ¡°modernizar¡± el Estado y la econom¨ªa y aumentar su competitividad con ayuda de cr¨¦ditos del fondo de rescate, pero siempre por cuenta propia. Esta soberan¨ªa ficticia es c¨®moda para la Rep¨²blica Federal porque ahorra al socio m¨¢s fuerte tener en consideraci¨®n los efectos negativos que pueden acarrear sus propias pol¨ªticas a los socios m¨¢s d¨¦biles. Por el contrario, Mario Draghi ya advert¨ªa hace un a?o ¡°que no es leg¨ªtimo ni soportable desde un punto de vista econ¨®mico que la pol¨ªtica econ¨®mica de pa¨ªses concretos entra?e riesgos que rebasen las propias fronteras y afecten a los restantes socios de la uni¨®n monetaria¡± (Die Zeit 30 de agosto de 2012).
?Ha ca¨ªdo Europa en una trampa sin salida?
Hay que repetirlo una y otra vez: las condiciones poco ¨®ptimas en las que la Comunidad Monetaria Europea opera hoy d¨ªa se deben al error de construcci¨®n de una Uni¨®n Pol¨ªtica que no es plena. Por eso la clave no est¨¢ en cargar los problemas sobre los hombros de los pa¨ªses en crisis a trav¨¦s de la financiaci¨®n crediticia. La imposici¨®n de pol¨ªticas de ahorro no puede eliminar los desequilibrios econ¨®micos existentes dentro de la zona euro. Solo se puede esperar una equiparaci¨®n de estas diferencias de nivel a medio plazo como resultado de una pol¨ªtica fiscal, econ¨®mica y social com¨²n o en estrecha sinton¨ªa rec¨ªproca. Y si no se quiere derivar por completo en una tecnocracia al seguir este camino, hay que preguntar a los ciudadanos de los pa¨ªses europeos c¨®mo conciben el n¨²cleo de una Europa democr¨¢tica. Wolfgang Sch?uble lo sabe. Lo dice tambi¨¦n en entrevistas concedidas a la revista Spiegel, entrevistas que no tienen consecuencias por lo que respecta a su propia actuaci¨®n pol¨ªtica.
La pol¨ªtica europea ha ca¨ªdo en una trampa que Claus Offe define con precisi¨®n: si no queremos abandonar la uni¨®n monetaria, resulta, por un lado necesario y por otro impopular, llevar a cabo una reforma institucional que necesita tiempo. Por eso los pol¨ªticos que desean ser reelegidos van dejando el problema para m¨¢s adelante. Este dilema afecta sobre todo al Gobierno alem¨¢n, pues hace mucho que asumi¨® con sus actos responsabilidades en el marco de una Europa global. Adem¨¢s, es el ¨²nico que puede plantear una iniciativa prometedora para dar un paso hacia adelante, debiendo ganarse para ello a Francia. No se trata de bagatelas, sino de un proyecto en el que los hombres de Estado europeos m¨¢s destacados llevan invirtiendo sus mejores energ¨ªas desde hace m¨¢s de medio siglo.
La pol¨ªtica europea ha ca¨ªdo en una trampa: si no queremos abandonar la uni¨®n monetaria, resulta necesaria una reforma institucional que necesita tiempo
Pero, por otro lado, ?qu¨¦ significa realmente ¡°impopular¡±? Si una soluci¨®n pol¨ªtica es razonable, no debe suponer el menor problema plantearla al electorado de una democracia. ?Y cu¨¢ndo hacerlo si no es antes de unas elecciones al Bundestag? Cualquier otra opci¨®n supone un encubrimiento tutelar. Infravalorar y exigir demasiado poco a los electores constituye siempre un error. Creo que ser¨¢ un fracaso hist¨®rico de las ¨¦lites pol¨ªticas de Alemania el seguir cerrando los ojos y hacer como si el business as usual, es decir, el forcejeo corto de miras sobre la letra peque?a a puerta cerrada, fuera la respuesta a la situaci¨®n del momento.
En lugar de eso, deber¨ªan hablar claramente a sus ciudadanos, que se sienten inquietos y que jam¨¢s se ven confrontados como electores con cuestiones europeas de peso. Deber¨ªan pasar a la ofensiva y dirigir un debate, que implica una polarizaci¨®n inevitable, sobre alternativas que siempre tienen un coste. Tampoco deber¨ªan callar por m¨¢s tiempo los negativos efectos redistributivos que deber¨¢n asumir a medio y corto plazo los ¡°pa¨ªses donadores¡± como resultado de la ¨²nica soluci¨®n constructiva de la crisis, aunque ello redundar¨¢ en su propio inter¨¦s a largo plazo.
Vac¨ªo normativo
Conocemos la respuesta de Angela Merkel: tranquilo quehacer dilatorio. Su persona p¨²blica parece carecer de todo n¨²cleo normativo. Desde la irrupci¨®n de la crisis griega en mayo de 2010 y el posterior fracaso en las elecciones al Parlamento de la regi¨®n de Renania del Norte-Westfalia, somete cada uno de sus meditados pasos al oportunismo de la conservaci¨®n del poder. Desde entonces, la astuta canciller sale adelante con una l¨®gica clara, pero sin unos principios definidos y por segunda vez aleja cualquier tema controvertido de las elecciones al Bundestag, por no hablar de la pol¨ªtica europea, minuciosamente aislada. Puede definir la agenda porque, si la oposici¨®n se apresura con el tema europeo, de gran carga emocional, es de temer que acabe siendo machacada con la maza de la "uni¨®n de la deuda". Y adem¨¢s, por obra de aquellos que solo podr¨ªan decir lo mismo si realmente llegaran a decir algo. Europa se encuentra en situaci¨®n de emergencia y el poder pol¨ªtico est¨¢ en manos de quien decide qu¨¦ temas pueden llegar a la opini¨®n p¨²blica. Alemania no baila, sino que dormita sobre el volc¨¢n.
Europa se encuentra en situaci¨®n de emergencia
y el poder pol¨ªtico est¨¢ en manos de quien decide qu¨¦ temas pueden llegar a la opini¨®n p¨²blica
?Fracaso de las ¨¦lites? Todo pa¨ªs democr¨¢tico tiene los pol¨ªticos que se merece. Y esperar de los pol¨ªticos que han sido votados un comportamiento que vaya m¨¢s all¨¢ de la rutina resulta un tanto peculiar. Me alegro de vivir desde 1945 en un pa¨ªs que no necesita h¨¦roes. Tampoco creo en el dicho de que los individuos hacen la historia, al menos no por lo general. Solo constato que existen situaciones extraordinarias en las que la capacidad perceptiva y la fantas¨ªa, el valor y la disposici¨®n a asumir responsabilidades de los individuos que act¨²an marcan la diferencia en el curso de los acontecimientos.
J¨¹rgen Habermas es fil¨®sofo alem¨¢n, ganador del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2003. La editorial Suhrkamp acaba de publicar el ¨²ltimo volumen de sus Kleinen Politischen Schriften (Breves Escritos Pol¨ªticos), Im Sog der Technokratie (Arrastrados por la tecnocracia).
? 32/2013, Der Spiegel.
Traducci¨®n de News Clips.
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