Las guerras ¨¢rabes de religi¨®n
El conflicto entre islam y laicismo est¨¢ lastrando los cambios en Oriente Pr¨®ximo
En todo el mundo ¨¢rabe est¨¢ produci¨¦ndose ahora una lucha entre dos importantes fuerzas hist¨®ricas: la religi¨®n y el laicismo. Es el tipo de batalla entre C¨¦sar y Dios que Europa tard¨® siglos en dilucidar. El futuro del Oriente Pr¨®ximo ¨¢rabe se decidir¨¢ en la lucha entre los insurgentes sun¨ªes de Siria, apoyados en toda la regi¨®n por los wahab¨ªes saud¨ªes, patrocinadores del fundamentalismo religioso, y su r¨¦gimen laico Baas, entre el fundamentalista Ham¨¢s y la laica OLP en Palestina y entre la joven oposici¨®n laica de Egipto, forjada en las protestas de la plaza de Tahrir, y los Hermanos Musulmanes y los radicales salafistas.
Hasta ahora, las rebeliones ¨¢rabes han confirmado la tesis de que, dada la estructura de la mayor¨ªa de las sociedades ¨¢rabes, el derrocamiento de las autocracias laicas significa autom¨¢ticamente abrir la puerta a las democracias isl¨¢micas. Ya vimos el desarrollo de esa din¨¢mica en Argelia, con la victoria a comienzos del decenio de 1990 del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n en la primera vuelta de unas elecciones parlamentarias (que provoc¨® la anulaci¨®n de la segunda vuelta), la victoria electoral de Ham¨¢s en Palestina en 2006 y, m¨¢s recientemente, el ascenso democr¨¢tico al poder de los Hermanos Musulmanes en Egipto.
Tanto en Argelia como en Egipto, las fuerzas laicas no pudieron frenar el ascenso pol¨ªtico del islam, que solo se pudo interrumpir con la toma del poder por parte del Ej¨¦rcito. El golpe militar argelino dio paso posteriormente a una sangrienta guerra civil que se cobr¨® unas 200.000 vidas.
Las consecuencias del golpe egipcio se est¨¢n materializando estos d¨ªas de la manera m¨¢s dram¨¢tica. Aun as¨ª, la horrenda masacre de islamistas por parte del ej¨¦rcito golpista y la quema de iglesias de la minor¨ªa cristiana de la que se acusa a los Hermanos Musulmanes podr¨ªan ser solo el inicio de una conflagraci¨®n civil a¨²n de mayor alcance si cabe. El acceso al poder de la oposici¨®n laica subida a un tanque puede alimentar la ira de los islamistas por muchos a?os. La p¨¦rdida de confianza en el proceso democr¨¢tico por los Hermanos Musulmanes ser¨ªa una mala noticia para Egipto y un impulso para Al Qaeda y otros yihadistas que creen que solo se puede conseguir el poder con sangre y terror.
La democracia no es un juego de suma cero,
El concepto de separaci¨®n de la Iglesia y el Estado es ajeno al islam ¡ªcomo indic¨® la famosa declaraci¨®n del ex l¨ªder supremo iran¨ª el ayatol¨¢ Ruholla Jomeini, ¡°el islam es pol¨ªtica o no es nada¡± ¡ªy los islamistas a¨²n no han demostrado ser receptivos al gobierno democr¨¢tico¡ª. De hecho, Mohamed Morsi, el depuesto presidente de Egipto, solo puede culparse a s¨ª mismo de su muerte pol¨ªtica. Su comportamiento sectario y autoritario polariz¨® a su pa¨ªs hasta tal punto, que incluso el jefe del ej¨¦rcito, general Abdelfatah al Sisi, conocido por sus simpat¨ªas islamistas, retir¨® su apoyo al hombre que lo hab¨ªa nombrado.
Asimismo, la reavivaci¨®n de la guerra civil chi¨ª-sun¨ª en Irak es en gran medida un reflejo del Gobierno sectario del primer ministro, Nuri al Maliki. Tampoco el ascenso al poder de Ham¨¢s en Gaza dio paso a un Gobierno democr¨¢tico y no excluyente. Despu¨¦s de haber fracasado en su intento de anular la victoria electoral por medios militares, la OLP acord¨® con sus rivales islamistas un plan de reconciliaci¨®n nacional, pero ese pacto sigue siendo letra muerta.
En cuanto a Siria, la rebeli¨®n contra una de las autocracias m¨¢s laicas del mundo ¨¢rabe ha degenerado en una lucha a muerte entre sun¨ªes y chi¨ªes que est¨¢ extendi¨¦ndose a otros pa¨ªses de la regi¨®n. Ahora se ha lanzado una yihad sun¨ª contra el r¨¦gimen Baas y sus aliados chi¨ªes, Ir¨¢n y Hezbol¨¢. El vecino Libano, con su feroz divisi¨®n sun¨ª-chi¨ª, ya est¨¢ vi¨¦ndose afectado directamente.
La lucha entre la religi¨®n y el Estado en el Magreb es menos violenta, pero, aun as¨ª, potencialmente explosiva. T¨²nez, donde comenz¨® la primavera ¨¢rabe, est¨¢ atrapado ahora entre los laicistas y los fundamentalistas religiosos. El partido islamista Ennahda encabeza el Gobierno, pero afronta un grave desaf¨ªo de los salafistas ultraconservadores de Hizb Ut Tahrir.
Es de esperar que los derrotados islamistas de Egipto pasen de la pol¨ªtica de la venganza a un proceso de examen de conciencia
En Marruecos, el rey Mohamed VI no ocult¨® su apoyo al golpe egipcio, pero el partido islamista Justicia y Desarrollo, que encabeza su Gobierno, lo denunci¨®. De hecho, el Istiqlal, partido laico de centro derecha, abandon¨® el Gobierno a ra¨ªz del golpe egipcio y acus¨® al partido Justicia y Desarrollo, dirigido por el primer ministro, Abdelilah Benkiran, de intentar ¡°egiptizar¡± a Marruecos monopolizando el poder, como hizo Morsi en Egipto.
Incluso en Turqu¨ªa, pa¨ªs musulm¨¢n no ¨¢rabe que abriga la ambici¨®n de conciliar el islam con la democracia, el acuerdo entre el Gobierno islamista del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, y la clase media urbana para limitar los intentos oficiales de inmiscuirse en la vida de los laicos y obstaculizar sus usos y costumbres est¨¢ decayendo. Ahora Erdogan promete ¡°reconstruir Turqu¨ªa¡± a su autoritaria y religiosa imagen y semejanza.
La marcha ¨¢rabe hacia la libertad va a ser por fuerza un proceso largo y tortuoso: tal vez la principal prueba geopol¨ªtica del siglo XXI. Sin embargo, la batalla entre el laicismo y la religi¨®n en el mundo ¨¢rabe no ha de durar siglos, como ocurri¨® en Europa, aunque s¨®lo sea porque las generaciones contempor¨¢neas pueden beneficiarse del largo proceso de progreso social y cient¨ªfico que permiti¨® a Occidente preparar el terreno para la democracia moderna, pero la adaptaci¨®n de ese legado occidental al mundo ¨¢rabe contempor¨¢neo, sin por ello dejar de recuperar el propio legado medieval de tolerancia y excelencia cient¨ªfica de los ¨¢rabes, ser¨¢ dif¨ªcil.
Es de esperar que los derrotados islamistas de Egipto pasen de la pol¨ªtica de la venganza a un proceso de examen de conciencia que propicie el reconocimiento de que la democracia no es un juego de suma cero, en el que el ganador se lo lleva todo. De mantenerse, el ¡°centralismo democr¨¢tico¡± leninista que Morsi pareci¨® abrazar ser¨ªa una provocaci¨®n permanente que instar¨ªa a las nuevas generaciones y sus aliados en el viejo aparato estatal a alzarse, aun al precio de una guerra civil.
Shlomo Ben Ami, ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel y actual Vicepresidente del Centro Internacional por la Paz de Toledo, es autor de Cicatrices de guerra y heridas de paz. La tragedia ¨¢rabo-israel¨ª.Copyright: Project Syndicate, 2013.Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
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