La traves¨ªa de los 50
Nac¨ª en 1958, pas¨¦ los primeros 12 a?os de mi vida en un pueblo madrile?o donde las familias eran casi aut¨®nomas, un par de cabras en un hatajo comunal, las gallinas y el cochino en el corral, los productos de la huerta arrendada y algunos jornales al a?o surt¨ªan nuestras necesidades. La primera estufa de fundici¨®n, para sustituir a la lumbre baja, entr¨® en mi casa en 1965; el agua corriente y el gas butano no llegaron hasta cuatro a?os despu¨¦s. Nunca me sent¨ª especialmente desgraciado y s¨ª muy semejante al resto de nuestros convecinos.
Ahora, no pongo la calefacci¨®n, leo en la biblioteca p¨²blica, me desplazo en bicicleta, mi ropa dura varias temporadas, no fumo, no bebo alcohol, no tengo congelador, ni tel¨¦fono m¨®vil, ni Internet, pero s¨ª una televisi¨®n de tama?o regular y v¨ªdeo porque me encanta el cine, una minicadena para o¨ªr m¨²sica. Apenas viajo fuera de mi ciudad, mi sueldo es el base, me niego a ¡°echar¡± horas extras. Hago todo lo posible por reducir mi consumo, es la ¨²nica medida efectiva para no agredir al entorno natural y social. Mis compa?eros y familiares dicen que soy un bicho raro y aburrido que carece de ambiciones y que no sabe disfrutar de la vida. Estoy empezando a dudar de mi propia conducta, tan contraria a los usos sociales que me rodean, por eso nunca me atrev¨ª a recomendarle este estilo de vida a nadie, no quer¨ªa parecer soberbio. Pero tantas amenazas y miedos intangibles sobre lo que es o deja de ser la nueva crisis econ¨®mica global, me obliga a sacar lo peor que hay en m¨ª, y reclamar un lugar bajo el sol para los otros estilos de vida, como el m¨ªo, m¨¢s sencillos y cada vez m¨¢s necesarios, seg¨²n el FMI y la Comisi¨®n Europea.¡ª Luis Fernando Crespo Zorita.
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