Una trampa mortal

Una cruz y unas flores de pl¨¢stico a la orilla del canal de riego del Esla a su paso por Villaquejida (Le¨®n) recuerda que un vecino de esa villa cay¨® recientemente al canal y se ahog¨®. En otro punto cercano, otra cruz recordaba a un matrimonio joven ahogado en ¨¦l hace unos pocos a?os. Desde su inauguraci¨®n, hace m¨¢s de medio siglo, han sido muchos los ahogados procedentes de los numerosos pueblos agr¨ªcolas y ganaderos por los que el canal del Esla transcurre. La ¨²nica medida de seguridad adoptada es esa tan castiza que consiste en un cartel anunciando que se proh¨ªbe acercarse al canal. El problema es que transcurre en medio de sembrados, es atravesado por caminos rurales, dispone de r¨²sticos puentes de uso agr¨ªcola, etc¨¦tera. Forma parte del paisaje cotidiano de esos pueblos y al paisanaje le resulta imposible evitarle.

El canal es una construcci¨®n de hormig¨®n de paredes lisas y muy inclinadas que, adem¨¢s, est¨¢n cubiertas de verd¨ªn. Si alguien cae a sus aguas es pr¨¢cticamente imposible que salga por sus propios medios.

Desde los estamentos oficiales implicados, se deber¨ªa reaccionar y tomar algunas medidas de seguridad. Por ejemplo, instalar escaleras de gato met¨¢licas en sus paredes en los lugares que se estime oportuno, o cualquier otro sistema que los cuerpos t¨¦cnicos pertinentes as¨ª lo estimen. Cualquier cosa menos quedarse de brazos cruzados.¡ª Luis Luengo.