Cadena catalana

Puede descontarse que la cadena humana en Catalu?a tendr¨¢ hoy gran seguimiento. Porque sus organizadores llevan meses ¨ªntegramente dedicados a ello; porque cuenta con el cerrado apoyo de todo un Gobierno, como la Generalitat, y con el monol¨ªtico despliegue propagand¨ªstico de sus medios de comunicaci¨®n, p¨²blicos o subvencionados. Porque hay profundas razones socioecon¨®micas para el malestar de la ciudadan¨ªa catalana; y tambi¨¦n pol¨ªticas, dada la inexistencia de respuestas al deseo generalizado de aumentar su autogobierno.

Pero el previsible ¨¦xito de audiencia y de imagen no equivale necesariamente al triunfo de la propuesta independentista que motiva la convocatoria. Los partidos patrocinadores se han reducido a Converg¨¨ncia, Esquerra y la CUP: el ideario y el formato secesionista ha excluido no solo a PP y Ciutadans sino tambi¨¦n a formaciones partidarias de convocar un refer¨¦ndum legal como Uni¨®, PSC e Iniciativa.

As¨ª, una convocatoria muy nutrida y el achicamiento de los apoyos al llamado ¡°proceso de transici¨®n nacional¡± no son fen¨®menos contradictorios, por m¨¢s que lo niegue la propaganda oficial. Catalu?a es, afortunadamente, tan celosa de su autogobierno como de su pluralidad interna. Y si resulta leg¨ªtimo postular el aumento de aqu¨¦l, puede acabar perjudic¨¢ndolo la negaci¨®n de esta. Igualmente resultan improcedentes y extempor¨¢neas comparaciones ucr¨®nicas como las trazadas entre los catalanes y la minor¨ªa negra que desencaden¨® en los EE UU de los a?os sesenta el movimiento de los derechos civiles y la igualdad. ?Acaso viven los catalanes una situaci¨®n de apartheid? El simple enunciado de tal inc¨®gnita resulta pat¨¦tico, si no rid¨ªculo.

El balance emocional del previsible impacto de la Diada de hoy debe evitar contabilizar a todos los asistentes como partidarios de la secesi¨®n. Porque los organizadores han convocado confusamente a la mayor¨ªa partidaria de un refer¨¦ndum y porque una protesta, en situaci¨®n de crisis, concentra y resume muchas protestas.

Sin dem¨¦rito de lo anterior, hay motivos nada artificiales para postular cambios en el trato dispensado a Catalu?a, modificaciones del ordenamiento y un giro en el estilo ordenancista de gobernar el Estado auton¨®mico. Hay s¨®lidas razones para iniciar un di¨¢logo profundo sobre el futuro del encaje de Catalu?a en el conjunto de Espa?a que evite traumas. Desde hace un a?o al menos, una mayor¨ªa de catalanes, con aciertos y desaciertos, reivindica un cambio sustancial del statu quo y una modificaci¨®n perceptible del modelo de Estado: algunos mediante una aconsejable v¨ªa evolutiva en perspectiva federal, a trav¨¦s de una reforma constitucional; otros, por un inconveniente camino de ruptura, v¨ªa una secesi¨®n que no encaja ni en el ordenamiento ni en la compleja trabaz¨®n de las sociedades catalana y espa?ola actuales. Lo podr¨¢n decir mejor o peor, pero su mensaje es suficientemente rotundo como para que la respuesta no sea la negativa y el inmovilismo. Urge un di¨¢logo p¨²blico sin secretismos, sin cors¨¦s y sin prejuicios.