Tras la emoci¨®n

Como se esperaba, la cadena humana en Catalu?a alcanz¨® ayer un seguimiento nutrido, un impacto ic¨®nico espectacular y una notable densidad emocional. Todo ello dentro de un tono festivo y c¨ªvico, lo que hace a sus componentes dignos de respeto, independientemente de su n¨²mero exacto. Justamente lo contrario de lo demostrado por el grupo de individuos que interrumpi¨® un acto en la delegaci¨®n de la Generalitat en Madrid, exhibiendo banderas falangistas y zarandeando a varios de los asistentes, en un grave incidente que debe ser investigado inmediatamente por el Ministerio del Interior.

La celebraci¨®n de la Diada en Catalu?a tuvo una coloraci¨®n mayoritaria, pero no ¨²nicamente? independentista, como quer¨ªan sus organizadores, que supieron arrastrar al nacionalismo de Converg¨¨ncia. Pero Artur Mas no debiera abrumarse por los sentimientos ni cometer el mismo doble error en que incurri¨® hace un a?o, que acab¨® erosionando la solidez de su liderazgo. El primero, confundir el car¨¢cter masivo de la asistencia con una mayor¨ªa o la totalidad de la ciudadan¨ªa catalana. El segundo, dejarse arrastrar por el calendario e impulsos de los organizadores, al tiempo acicates y criaturas de su indecisa estrategia.

En t¨¦rminos pol¨ªticos, lo acontecido ayer fue sobre todo una confirmaci¨®n de lo sucedido hace un a?o. M¨¢s all¨¢ del colorido de la jornada, los sondeos dibujan, si acaso, un ligero aumento del independentismo (un 52%, en ausencia de alternativa) y un incremento m¨¢s pronunciado (hasta el 80%) de los partidarios de celebrar un refer¨¦ndum. Nada extra?o tras un a?o de continua agitaci¨®n, de intensa propaganda oficial y de ausencia de real gobernaci¨®n. La instituci¨®n hace seguidismo de la calle y los representantes autorizados de esta act¨²an como estrambote de los esl¨®ganes oficiales, en una confusa espiral de contornos imprevisibles.

La mediocre calidad de la gobernanza del titulado ¡°proceso de transici¨®n nacional¡± se traduce as¨ª en una confusi¨®n total entre el objetivo secesionista de un ¡ªaunque notable y creciente¡ª segmento pol¨ªtico y la mayoritaria exigencia de convocatoria de una consulta. Y en consecuencia, el Gobierno aut¨®nomo, cuando espor¨¢dicamente gobierna, enfoca el proceso no para todos, desde la m¨ªnima imparcialidad exigible ante una ciudadan¨ªa que se quiere plural. Lo hace escorado hacia una parte, la m¨¢s visible y activa de la poblaci¨®n, como ayer se volvi¨® a constatar, pero solo una parte. No son esas las condiciones m¨ªnimas para el ejercicio imparcial del pluralismo requerido para cualquier consulta.

Esta defectuosa din¨¢mica es en gran medida tributaria del inmovilismo del Gobierno central, pues no plantea otra alternativa al secesionismo que una involuci¨®n auton¨®mica con alg¨²n perfil neocentralista. De seguir los dos Gobiernos implicados sin asumir el imperativo de encauzar pol¨ªticamente emociones y reivindicaciones, el problema no har¨¢ sino agravarse. Y su soluci¨®n se har¨¢ cada d¨ªa m¨¢s ardua.