Democracia y derecho a decidir
Es posible que en los ¨²ltimos tiempos estemos viviendo en Catalu?a una suerte de totalitarismo soft; o, por usar de nuevo el t¨¦rmino de Pierre Vilar, una suerte de ¡°unanimismo¡±: la ilusi¨®n de unanimidad creada por el temor a expresar la disidencia. El instrumento de esta concordia ficticia no es la violencia, sino el llamado derecho a decidir: quien est¨¢ en favor del derecho a decidir no es s¨®lo un buen catal¨¢n, sino tambi¨¦n un aut¨¦ntico dem¨®crata; quien est¨¢ en contra no es s¨®lo un mal catal¨¢n, sino tambi¨¦n un antidem¨®crata. As¨ª las cosas, es natural que, salvo quienes sacan un r¨¦dito de ello, en Catalu?a casi nadie se atreva a dudar en p¨²blico de un derecho fantasmal que no ha sido argumentado, hasta donde alcanzo, por ning¨²n te¨®rico, ni reconocido en ning¨²n ordenamiento jur¨ªdico; tambi¨¦n es natural que nadie se resuelva a decir que, aunque parezca lo contrario, no hay nada menos democr¨¢tico que el derecho a decidir. O, dicho de otro modo: ahora mismo, el verdadero problema en Catalu?a no es una hipot¨¦tica independencia, sino el derecho a decidir.
Me explico. En democracia no existe el derecho a decidir sobre lo que uno quiere, indiscriminadamente. Yo no tengo derecho a decidir si me paro ante un sem¨¢foro en rojo o no: tengo que pararme. Yo no tengo derecho a decidir si pago impuestos o no: tengo que pagarlos. ?Significa esto que en democracia no es posible decidir? No: significa que, aunque decidimos a menudo (en elecciones municipales, auton¨®micas y estatales), la democracia consiste en decidir dentro de la ley, concepto este que, en democracia, no es una broma, sino la ¨²nica defensa de los d¨¦biles frente a los poderosos y la ¨²nica garant¨ªa de que una minor¨ªa no se impondr¨¢ a la mayor¨ªa. Ahora bien, es evidente que, con la ley actual en la mano, los catalanes no podemos decidir por nuestra cuenta si queremos la independencia, porque la Constituci¨®n dice que la soberan¨ªa reside en el conjunto del pueblo espa?ol (cosa nada rara: salvo la de la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica, que yo sepa, ninguna constituci¨®n ha reconocido jam¨¢s el derecho de que una parte del Estado se separe por su cuenta del resto). ?Significa esto que los catalanes no tenemos derecho a decidir sobre nuestra independencia? A mi juicio, tampoco: si una mayor¨ªa clara e inequ¨ªvoca de catalanes quiere la independencia, parece m¨¢s sensato conced¨¦rsela que neg¨¢rsela, porque es muy peligroso, y a la larga imposible, obligar a alguien a estar donde no quiere estar. La pregunta se impone: ?existe esa mayor¨ªa? Los partidarios del derecho a decidir sostienen que precisamente para eso, para saber si existe, es indispensable un refer¨¦ndum (en este asunto, las encuestas no sirven, como comprobamos en las anteriores elecciones); pero, antes de usar ese recurso excepcional e imprevisible, cualquier pol¨ªtico honesto y prudente usar¨ªa el recurso previsto por la ley: las elecciones. Quiero decir: unas elecciones en las que todos los partidos declaren, clara e inequ¨ªvocamente, su posici¨®n sobre la independencia. En las ¨²ltimas, los partidos inequ¨ªvocamente independentistas (ERC m¨¢s CUP) sumaron 24 diputados de 135: apenas un 17%. ?Cu¨¢ntos diputados sumar¨ªan los independentistas si en unas futuras elecciones el resto de partidos dijera con claridad si quiere la independencia o no? Eso es lo que deber¨ªamos saber antes de tomar la v¨ªa azarosa del refer¨¦ndum: si hay una mayor¨ªa de partidarios de la independencia, habr¨¢ que celebrar un refer¨¦ndum; si no la hay, no.
¡°La democracia consiste en decidir dentro de la ley, que no es una broma¡±
Es dudoso que vayamos a tener una respuesta a la anterior pregunta, porque CiU sabe que si defiende la independencia en unas elecciones, las perder¨¢ (y antes se habr¨¢ roto por dentro: a¨²n no sabemos si Converg¨¨ncia es independentista, pero s¨ª sabemos que Uni¨® no lo es), as¨ª que seguir¨¢ sin decir la verdad a sus electores; en cuanto a la izquierda, todo indica que seguir¨¢ atrapada en la telara?a ideol¨®gica que le ha tejido CiU ¨Cde ah¨ª que acepte el derecho a decidir¨C, cavando su propia tumba y minando la democracia. No veo otra forma de decirlo: se puede ser dem¨®crata y estar a favor de la independencia, pero no se puede ser dem¨®crata y estar a favor del derecho a decidir, porque el derecho a decidir no es m¨¢s que una argucia conceptual, un enga?o urdido por una minor¨ªa para imponer su voluntad a la mayor¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.