Las milagrosas elecciones plebiscitarias
Quiz¨¢s sean el ¨²nico mecanismo posible para calibrar la voluntad de independencia de los catalanes
La propuesta de Artur Mas sobre unas eventuales elecciones plebiscitarias en Catalu?a merecer¨ªan m¨¢s atenci¨®n de la que aparentemente se le ha prestado en la propia Catalu?a y en el resto de Espa?a. Es indudable que el principal problema que tropieza cualquier an¨¢lisis sobre la situaci¨®n es que no existe un mecanismo constitucional que permita averiguar si se ha conformado, o no, una mayor¨ªa clara en Catalu?a a favor de la independencia. Manifestaciones como las de la Diada de 2012 o la cadena humana de la semana pasada no son, en absoluto, instrumentos v¨¢lidos para calibrar un asunto de semejante dimensi¨®n.
Hace falta encontrar una salida dentro del orden constitucional que est¨¦ a la altura del problema. Si como demuestra la realidad pol¨ªtica no es posible plantear una reforma de la Constituci¨®n a corto plazo y si ning¨²n gobierno espa?ol se va a considerar previsiblemente capacitado para convocar un refer¨¦ndum consultivo, las elecciones plebiscitarias se convierten, quiz¨¢s, en el ¨²nico mecanismo capaz de evaluar si existe esa pretendida mayor¨ªa favorable a la secesi¨®n. Saber si existe una mayor¨ªa tan cierta, incuestionable y sostenida en el tiempo que interpele al resto de los espa?oles y nos comprometa a exigir la reforma constitucional que permita al menos empezar a andar ese camino.
Las elecciones plebiscitarias tienen ventajas e inconvenientes. Si se confirma su constitucionalidad (y as¨ª lo mantiene el informe del Consell Assessor per a la Transici¨® Nacional, que fue el primero en hablar de esa posibilidad), tiene la ventaja de dejar la iniciativa a los propios defensores de la independencia catalana, sin romper el orden constitucional.
El proceso habitual en unas elecciones plebiscitarias llevar¨ªa a los independentistas a crear un Frente electoral ¨²nico. Si se atiende al te¨®rico Maurice Duverger, los procesos electorales plebiscitarios suelen estar tambi¨¦n vinculados a candidatos ¨²nicos, que dejen claro al elector cual va a ser el sentido de su voto.
El principal inconveniente es que al reducir las elecciones a un ¨²nico punto del programa, el Parlamento resultante no tendr¨ªa pr¨¢cticamente compromisos sobre otros aspectos de la vida pol¨ªtica o econ¨®mica. Supone un alto coste, pero podr¨ªa estar justificado si, como se afirma, la cuesti¨®n de la independencia se ha convertido en el principal problema para la convivencia pol¨ªtica en Catalu?a.
Ser¨ªa ingenuo ignorar las dificultades que tendr¨ªan unas elecciones de este tipo. De entrada, es dif¨ªcil que cuenten con la aprobaci¨®n de Esquerra Republicana (ERC), que defiende la celebraci¨®n del refer¨¦ndum aun a costa de romper el orden constitucional, o de la Candidatura d?Unitat Popular (CUP), con un programa asambleario. Obviamente plantear¨ªa tambi¨¦n problemas a quienes, como Uni¨®, o una parte del PSC e ICV, juegan con el derecho a decidir, una opci¨®n que no les obliga a pronunciarse sobre nada.
Es seguro que unas elecciones de este tipo plantear¨ªan muchos interrogantes, pero quiz¨¢s no ser¨ªan insolubles. Sobre todo, si se llega a la misma conclusi¨®n que el Consell, para el que las elecciones plebiscitarias son la alternativa ¡°m¨¢s adecuada¡± al refer¨¦ndum, por su legalidad, car¨¢cter democr¨¢tico y sencillez t¨¦cnica.
Artur Mas no parece haberse decidido por ninguna propuesta. De hecho, el President pudo haber convocado unas elecciones plebiscitarias despu¨¦s de la Diada de 2012, pero no lo hizo. Disolvi¨® el Parlament, pero rehus¨® acudir con un programa independentista y se las arregl¨® para que su propuesta fuera deliberadamente confusa. Semanas despu¨¦s sus diputados votaron a favor de una declaraci¨®n secesionista, pero hasta el informe del Consell recuerda que no tiene el mismo valor elegir unos diputados que voten en un sentido determinado, que convocar unas elecciones en las que los ciudadanos se expresen directamente sobre un ¨²nico proyecto pol¨ªtico.
Una ¨²ltima observaci¨®n: quienes atacaron en Madrid la librer¨ªa Blanquerna no son solo los enemigos de la Generalitat. Son los enemigos de los madrile?os.
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