Ley de la Memoria Hist¨®rica
En diciembre de 1971, en el estado de excepci¨®n por el juicio de Burgos, estuve 11 d¨ªas detenido en los calabozos de la Direcci¨®n General de Seguridad, en la Puerta del Sol. Todos los d¨ªas, todos, recib¨ª palizas indescriptibles, casi continuas, y en especial de Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, conocido como Billy el Ni?o. Como resultado sufr¨ª una lesi¨®n en el o¨ªdo medio que me hac¨ªa perder el equilibrio, como as¨ª fue denunciado p¨²blicamente por mis abogados, y de la que nunca me he recuperado del todo. En el curso de las palizas, destinadas a que ¡°cantara¡± y denunciara a mis compa?eros de partido (sin ¨¦xito), el citado inspector aseguraba haber acabado con la vida de Enrique Ruano, y de ir a hacer lo mismo conmigo. Dos a?os despu¨¦s, el mismo Gonz¨¢lez Pacheco firm¨® una denuncia falsa en mi contra, me detuvo personalmente, y volvieron las palizas, que calificar¨ªa de tortura, durante 72 horas. Al acabar la dictadura, como muchos otros, decid¨ª perdonar, pero nunca olvidar en mi fuero interno, a la espera de que Espa?a entera recordara los horrores de la dictadura y firmara un pacto de aut¨¦ntico ¡°nunca m¨¢s¡±. Eso no ha sucedido y la Ley de la Memoria Hist¨®rica es una caricatura de lo que otros pa¨ªses han logrado, saneando su salud mental colectiva. Ni me alegro siquiera de que una juez argentina reabra estos casos, que no ser¨ªan necesarios con una ley que sellara en Espa?a una verdadera reconciliaci¨®n. Si me sumo a la denuncia p¨²blica es para que la apertura del proceso en Argentina sonroje a nuestras autoridades y, de una vez para siempre, asuman la memoria y el peso de la historia y dicten leyes para que algo as¨ª no se pueda repetir jam¨¢s. Entonces s¨ª, sellar¨¦ definitivamente mi perd¨®n.¡ª Gonzalo Moure Trenor.
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