¡°Nunca he querido sentir pena de m¨ª mismo¡±
Stephen Hawking, el cient¨ªfico m¨¢s famoso del mundo, nos recibe?en su territorio La enfermedad que sufre?avanza y aumenta la dificultad para comunicarse. Pero nada le impide charlar con el planeta Acaba de presentar sus memorias y el Festival de Cine de Cambridge ha proyectado un ¡®biopic¡¯ sobre su vida
En el primer piso del Centro para las Ciencias Matem¨¢ticas de Cambridge, una puerta sobresale en la confusa coreograf¨ªa del sinf¨ªn de oficinas id¨¦nticas. A¨²n se aprecian en ella cuatro peque?os agujeros en los que, hasta hace poco, otros tantos tornillos sosten¨ªan una discreta placa dorada con caracteres negros grabados en tipograf¨ªa cl¨¢sica que dec¨ªan ¡°Lucasian Professor¡±. El mismo r¨®tulo hab¨ªa sido atornillado, en 1669, en la entrada del despacho de un veintea?ero llamado Isaac Newton. Desde entonces, ser el titular de la C¨¢tedra Lucasiana se ha convertido en una distinci¨®n legendaria que han compartido gigantes de la ciencia como quien me espera al otro lado de la puerta, Stephen Hawking.
Al entrar en su despacho lo encontr¨¦ frente a su escritorio, reci¨¦n llegado. El primer contacto visual tuvo un ingrediente inesperado. El cient¨ªfico m¨¢s c¨¦lebre de nuestro tiempo ten¨ªa enfundadas unas gafas muy oscuras. Ante mi inocultable extra?eza, Jonathan Wood, el asistente t¨¦cnico que custodia con celo su sistema de comunicaci¨®n, se?alando la cegadora claridad que se colaba por los amplios ventanales, se apresur¨® a aclarar: ¡°Las necesita para poder utilizar el sistema de comunicaci¨®n¡±.
¡°Esta es mi voz¡±, sostiene. No quiere mejorar el sonido del sintetizador que habla por ¨¦l
Mucho se ha escrito sobre su vida y lleg¨® el momento de hacerlo ¨¦l mismo. La semana pasada present¨® sus memorias, My brief history (Mi breve historia), editadas por Random House, y el jueves se le esperaba en el Festival de Cine de Cambridge para la proyecci¨®n de Hawking, un biopic sobre su vida que cuenta con su colaboraci¨®n en el guion, estrenado al d¨ªa siguiente en todo Reino Unido. Dos proyectos autobiogr¨¢ficos que lo devuelven al centro de la escena. ?Hace falta mejor excusa para hablar con ¨¦l?
Hawking padece desde los 21 a?os una esclerosis lateral amiotr¨®fica que le ha inmovilizado progresivamente casi todo el cuerpo. A pesar de ello, sus hallazgos le colocan entre los m¨¢s grandes f¨ªsicos te¨®ricos de la segunda mitad del siglo XX. Los aspectos te¨®ricos m¨¢s importantes que conocemos sobre el origen del universo y los agujeros negros han sido obra suya. Desolado ante el pron¨®stico de dos a?os de vida con el que se encontr¨® al llegar a Cambridge, se apoy¨® en tres pilares: el amor de Jane Wilde, el incentivo intelectual de Roger Penrose y, no menos importante, su ind¨®mita y obstinada rebeld¨ªa, que le llev¨® a enfrentarse a la autoridad acad¨¦mica del momento, Fred Hoyle, principal cr¨ªtico de la entonces denostada hip¨®tesis del Big Bang. En un ar??t¨ªcu??lo escrito con Penrose casi ¨ªntegramente por tel¨¦fono demostraron matem¨¢ticamente que eventos en los que el espacio y el tiempo nacen o mueren son sencillamente inevitables en la teor¨ªa de la relatividad general. Poco tiempo antes, Penzias y Wilson hab¨ªan descubierto accidentalmente que el universo emit¨ªa radiaci¨®n t¨¦rmica, indicio de que en el pasado deb¨ªa haber sido cada vez m¨¢s peque?o y caliente.
El Big Bang, como fruto de este teorema y estas observaciones, se convirti¨® en una teor¨ªa cient¨ªfica. Pero sus contribuciones m¨¢s caracter¨ªsticas tienen que ver con los agujeros negros, criaturas fant¨¢sticas del bestiario universal cuya atracci¨®n gravitatoria es tan intensa que ni la luz puede escapar. Ya confinado en una silla de ruedas, Hawking descubri¨® que estos deb¨ªan tener entrop¨ªa, un concepto estad¨ªstico asociado a sistemas compuestos. Pero, a diferencia de todos los sistemas conocidos, esta resid¨ªa en su frontera, como si la informaci¨®n de la materia engullida por este monstruo voraz quedara registrada en una superficie imaginaria que lo rodea. Dedujo que los agujeros negros deben tener temperatura y, como todo sistema caliente, emitir radiaci¨®n. Las aportaciones te¨®ricas de Hawking dieron entidad a estas criaturas que, al radiar, eventualmente se evaporar¨ªan, llev¨¢ndose consigo todo lo deglutido. Esto lleva a problemas conceptuales que a¨²n tienen a mal traer a los f¨ªsicos y que parecen encerrar la clave de una comprensi¨®n m¨¢s profunda de la naturaleza.
Ninguna de sus predicciones ha podido ser comprobada. M¨¢s fr¨ªos que el espacio exterior, es imposible detectar la emisi¨®n t¨¦rmica de los agujeros negros. Esto no quiere decir que no haya s¨®lidas evidencias de su existencia: las estrellas que habitan en las inmediaciones del centro de la V¨ªa L¨¢ctea, por ejemplo, describen ¨®rbitas muy pronunciadas alrededor de un punto en el que los telescopios no ven nada. Esta es la raz¨®n por la que no ha ganado el Nobel. Ha sido galardonado, no obstante, con una distinci¨®n m¨¢s prestigiosa, la Medalla Copley, el premio cient¨ªfico m¨¢s antiguo. Mientras que el Nobel premia cada a?o a entre seis y nueve cient¨ªficos, la Copley se concede a una sola persona. La han ganado Darwin, Franklin, Einstein o Pasteur. Cuando fue dif¨ªcil inclinarse por un candidato, como en 1838, la compartieron Faraday y Gauss. Hawking la recibi¨® en 2006.
¡°Estamos en peligro de destruirnos a nosotros mismos por nuestra codicia y estupidez¡±
Hace tres d¨¦cadas se propuso escribir un libro que explicara la f¨ªsica de frontera al gran p¨²blico. Habituado al uso de un lenguaje metaf¨®rico y cargado de im¨¢genes en sus charlas, se sent¨ªa preparado para solventar la enorme distancia que separa la f¨ªsica moderna del ciudadano de a pie. El proceso de escritura fue lento y se vio dificultado por una neumon¨ªa que lo puso al borde de la muerte. Fue necesaria una traqueotom¨ªa para salvarlo. Desde entonces qued¨® mudo. A pesar de ello, en 1988 sali¨® Una breve historia del tiempo, que catapult¨® la divulgaci¨®n cient¨ªfica a la categor¨ªa de best seller. El impacto que tuvo sobre la vocaci¨®n de miles de j¨®venes es incalculable.
Lo salud¨¦, me sent¨¦ a su lado y me observ¨® con atenci¨®n. El efecto que producen sus ojos claros al posarse sobre los nuestros, realzado por la quietud del resto de su cuerpo, es sobrecogedor. En ese momento, uno tiene la certeza de que ¨¦l est¨¢ con uno. Es un breve instante de comuni¨®n, de conexi¨®n intensa. Hawking se comunica a trav¨¦s de un ordenador integrado a su silla de ruedas y un programa especial con el que arma frases finalmente emitidas por un sintetizador, con una distintiva voz met¨¢lica y acento estadounidense. No ha querido saber nada con la posibilidad de mejorar la calidad del sintetizador o modificar el acento. ¡°Esta es mi voz¡±, sostiene con l¨®gica aplastante.
Hasta comienzos de la d¨¦cada pasada pod¨ªa mover los dedos con suficiente agilidad como para manipular un rat¨®n. Pero al perder movilidad hubo que recurrir al reconocimiento facial. Su anterior asistente, Sam Blackburn, dise?¨® un detector que sobresale de sus gafas como un min¨²sculo flexo, registrando el movimiento de su mejilla. Al depender de una ¨²nica acci¨®n, el nuevo sistema le imped¨ªa navegar en la pantalla como lo hac¨ªa hasta entonces. La velocidad de escritura cay¨® en picado, hasta la palabra por minuto. Han explorado sin ¨¦xito toda clase de alternativas, desde el escaneo cerebral hasta el seguimiento ocular, pasando por un sofisticado monitoreo de su rostro que aproveche toda su gestualidad.
En el ¨¢ngulo superior derecho de la pantalla hay dos cuadrados peque?os. En el superior tiene las letras del alfabeto, en cuatro grupos de siete. En el inferior, los n¨²meros y algunas teclas de funci¨®n. Un cursor pesta?ea realizando una danza perpetua sobre esos cuadrados. Cuando el flexo detecta un movimiento del maxilar que repercute en su mejilla, activa un clic. El cursor se queda en el cuadrado seleccionado y empieza a recorrer acompasadamente las distintas l¨ªneas. Una vez elegida una, recorre cada letra o signo. Cuando comienza a escribir, se abre una ventana, pegada a las anteriores, con diez palabras sugeridas, numeradas. Si se equivoca, debe esperar a que el cursor reinicie su danza imperecedera para dirigirlo hacia el icono de borrado.
¡°Intento llevar una vida plena. Soy m¨¢s feliz ahora que antes de desarrollar la enfermedad¡±
Cuando uno habla con ¨¦l, lo habitual es ponerse a su lado, viendo la pantalla del ordenador. Muchas veces, la lectura de la primera mitad de una frase preanuncia inequ¨ªvocamente el final. Sin embargo, contin¨²a su tit¨¢ni??co esfuerzo hasta acabarla. Recordamos su visita a Santiago de Compostela en 2008. A pesar de las dificultades que conlleva el momento de la comida, all¨ª asoma su obstinada determinaci¨®n. No dej¨® marisco sin probar y se asegur¨® de comer pulpo y percebes hasta el hartazgo. Mi inocultable acento argentino nos llev¨® a recordar su gusto por la carne y el tango, ¡°¡ y el Papa. Soy miembro de la Academia Pontificia de Ciencias y espero verlo en la pr¨®xima reuni¨®n¡±. No s¨¦ si me sorprendi¨® m¨¢s que tuviera presente al Papa o que un agn¨®stico hubiera optado por esta referencia, pudiendo recurrir a otras.
Quiz¨¢ por una cuesti¨®n de fatiga muscular se le entrecierran los p¨¢rpados, en un movimiento involuntario que interfiere con su sistema de comunicaci¨®n y le induce al error. Aprovecha su gestualidad limitada de sutiles movimientos, imperceptibles para quien no est¨¢ habituado a ellos, para comunicarse con su gente. Para poder asentir o disentir r¨¢pidamente, o cuando no est¨¢ en su silla de ruedas. All¨ª recurre tambi¨¦n al m¨¦todo que utilizaba antes de disponer de un ordenador, el reconocimiento de las palabras, letra por letra, en una cartulina. La rigidez de su rostro se borra de manera explosiva cuando r¨ªe. Quienes conocen su sentido del humor logran su carcajada con inusitada facilidad. En esos momentos, al igual que al sostener la mirada, asoma en toda su plenitud el ser humano que yace en las profundidades de su cuerpo inm¨®vil.
Stephen Hawking ha convertido en un h¨¢bito el apostar con sus colegas por alguna predicci¨®n cient¨ªfica. Con una particularidad: jam¨¢s ha ganado. La ¨²ltima, cuando apost¨® contra la existencia del bos¨®n de Higgs. Siempre tuve la impresi¨®n de que tiene por sistema apostar contra lo que considera m¨¢s probable. Como si desafiara a la naturaleza a tomar una senda inesperada, empujado por su obstinada rebeld¨ªa y su esp¨ªritu provocador. Lo comento y parece asentir con una muda carcajada.
Su esp¨ªritu l¨²dico es extraordinario. Parece muy orgulloso de su presencia en Los Simpson, a juzgar por los mu?equitos en su despacho. Tambi¨¦n de su participaci¨®n en Star Trek y The Big Bang theory. Hace pocas semanas particip¨® por videoconferencia en la Comic-Con de San Diego, anunciando que no pod¨ªa estar all¨ª porque de camino hab¨ªa pinchado. Su presencia en la cultura popular es ic¨®nica. Sus charlas siempre contienen momentos llenos de gracia que ¨¦l disfruta demorando el silencio propio para escuchar las risas del p¨²blico.
Si su conexi¨®n con el universo abstracto de la f¨ªsica te¨®rica es milagrosa, no lo es menos su preocupaci¨®n por asuntos sociales que uno podr¨ªa suponerle remotos. Su compromiso social y pol¨ªtico puede apreciarse en algunas de sus declaraciones y tambi¨¦n en sus elegidos silencios. Es un f¨¦rreo defensor de la sanidad p¨²blica y de la necesidad de invertir en investigaci¨®n cient¨ªfica. Se define ideol¨®gicamente como socialista, lo que no le impidi¨® manifestar su firme rechazo a la guerra de Irak impulsada por Tony Blair. ¡°El futuro de la humanidad y de la vida en la Tierra es muy incierto. Estamos en peligro de destruirnos a nosotros mismos por nuestra codicia y estupidez¡±.
A principios de mayo se vio envuelto en una pol¨¦mica. Hab¨ªa aceptado una invitaci¨®n a participar en una conferencia organizada bajo el auspicio de Sim¨®n Peres en Jerusal¨¦n. Envi¨® una carta a los organizadores anunciando que declinaba su participaci¨®n, tras consultar a cient¨ªficos palestinos que hab¨ªa conocido en Ramala en 2006. La carta trascendi¨® a la prensa y la plataforma Boicot, Desinversi¨®n y Sanciones se?al¨® que Hawking se hab¨ªa adherido a su causa. Las cr¨ªticas arreciaron de inmediato. Nadie se detuvo a leer su declaraci¨®n en el contexto que supone el pacifismo militante de alguien que, adem¨¢s, ha visitado Israel en diversas ocasiones, ha recibido su m¨¢xima distinci¨®n cient¨ªfica y mantiene estrechos v¨ªnculos con sus investigadores. Alguien que nunca se adherir¨ªa a boicoteos que representan la negaci¨®n del di¨¢logo. Hawking dedic¨®, con conmovedor esmero, tres cuartos de hora a explicarme su posici¨®n, que, en definitiva, busca contribuir a su restablecimiento. ¡°Yo iba a ir a Israel con la condici¨®n de dar una conferencia en Cisjordania porque siento que las universidades palestinas necesitan contactos con el mundo exterior, pero todos los acad¨¦micos palestinos me dijeron que deb¨ªa respaldar el boicoteo. Sent¨ª mucho no haber ido. Si lo hubiera hecho, habr¨ªa dicho que Israel necesita hablar con los palestinos y con Ham¨¢s, como Reino Unido hizo con el IRA. No haces la paz hablando con los amigos, sino con los enemigos. Estoy feliz de que las conversaciones de paz est¨¦n ahora retom¨¢ndose. Si esto hubiera ocurrido antes, yo habr¨ªa ido a Israel¡±.
¡°La ciencia debe prevenir o curar las discapacidades. Nadie quiere serlo si puede evitarse¡±
Su relaci¨®n con la discapacidad ha cambiado con los a?os. Durante tiempo fue reacio a que se lo identificara con ella. Desafiante, se dir¨ªa, le dio la espalda y opt¨® por ignorarla. ¡°Nunca he querido sentir pena de m¨ª mismo¡±. Impresiona la dignidad y fuerza de voluntad con las que lleva adelante su vida. ¡°Quiero hacer las cosas de la mejor manera posible. Siempre he intentado sobreponerme a las limitaciones de mi condici¨®n y llevar una vida lo m¨¢s plena posible. Soy m¨¢s feliz ahora que antes de desarrollar la enfermedad¡±. Con el correr de los a?os, la creciente dependencia de cuidadores y la consciencia de su privilegiada posici¨®n, se convirti¨® en voz de referencia en la lucha por la integraci¨®n de las personas discapacitadas. Acept¨® con orgullo la solicitud de participar en la inauguraci¨®n de los Juegos Paral¨ªmpicos de Londres. ¡°Los Juegos han mostrado que los atletas discapacitados son como cualquier otro y deber¨ªan ayudar a que la gente con alguna discapacidad sea aceptada. Creo que la ciencia debe hacer todo lo posible para prevenir o curar las discapacidades. Nadie quiere serlo, si puede evitarse. Espero que mi ejemplo d¨¦ ¨¢nimo y esperanza a otros que est¨¦n en situaciones similares para que nunca se rindan¡±.
Su postraci¨®n le confiere cierto aire atemporal. Uno olvida con facilidad su edad. El a?o pasado, quien debi¨® morir antes de los 25 celebr¨® su cumplea?os n¨²mero 70. La cena tuvo lugar en el imponente comedor del Trinity College, el m¨¢s distinguido de la Universidad de Cambrid?ge, con 32 premios Nobel y figuras como lord Byron, Nabokov, Russell y Wittgenstein entre sus antiguos miembros. El ¨²nico invitado al que el riguroso esmoquin le quedaba como un guante era Daniel Craig; no luc¨ªa extra?o ataviado como James Bond. El principal ausente de la cena fue el agasajado, por problemas de salud. Estuvo su madre, Isobel, con quien mantuvo una relaci¨®n muy cercana hasta que falleciera, hace pocos meses, a los 98 a?os.
Nos mudamos al Potter room, punto neur¨¢lgico del departamento de matem¨¢tica aplicada y f¨ªsica te¨®rica. Las l¨¢mparas est¨¢n apagadas y las ventanas laterales producen un juego on¨ªrico de luces y sombras en su rostro. Hawking parece estar a gusto posando y dej¨¢ndose llevar por los comentarios risue?os que a menudo convocan su risa franca y su mirada atenta. Luego las voces se apagan y el cient¨ªfico m¨¢s famoso del planeta vuelve a centrarse en la pantalla de su ordenador, se?al inequ¨ªvoca de que sus pensamientos transitan los pliegues de la urdimbre del tiempo y el espacio.
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