La Am¨¦rica del odio
¡®El Pa¨ªs Semanal¡¯ y Canal?+ se adentran en la senda m¨¢s ¡®conspiranoica¡¯, racista e integrista de EE UU As¨ª es el d¨ªa a d¨ªa del Ku Klux Klan, de los extremistas cristianos que preparan una guerra santa racial y de los grupos neonazis que quieren limpiar el pa¨ªs de homosexuales y jud¨ªos
¡°?Me est¨¢s diciendo que tambi¨¦n os entren¨¢is para una posible invasi¨®n de zombis?¡±,pregunto con cara de estupor a Mike Lackomar, portavoz y uno de los l¨ªderes de la Milicia de Michigan. ¡°Desde luego, y da igual que sea un zombi o un reptiliano¡±, responde con severidad. ¡°Hay que buscar el cuerpo a cuerpo y meterle dos tiros en el pecho y otro en la cabeza, como en Vietnam¡±. Y se r¨ªe a carcajadas. Pero no se r¨ªe porque me est¨¦ reconociendo, con toda seriedad, que sus chicos se preparan en los bosques de Michigan para detener hordas de muertos vivientes, sino de la supuesta gracia que acaba de hacer. ?Que no la han cogido? Yo tampoco, as¨ª que Lackomar la aclara: ¡°Como en Vietnam ¨Csonr¨ªe¨C, donde hab¨ªa que ganarse los corazones y las mentes de la poblaci¨®n. ?Pues eso, dos tiros en el coraz¨®n y uno en la mente! Si un zombi sangra es que se le puede matar¡±. Estamos en un parque natural a unos cien kil¨®metros al sur de Detroit. Es s¨¢bado. A nuestro alrededor hay ciclistas, gente haciendo footing,aprendices de ornit¨®logos con sus prism¨¢ticos y familias enteras prepar¨¢ndose para pasar un d¨ªa de campo. Unos 20 milicianos vestidos con traje de camuflaje y armados hasta los dientes comienzan, a su lado, una incursi¨®n en supuesto territorio enemigo. Bubba, el alias de Tom, un ingeniero agr¨®nomo que hoy hace las veces de jefe de equipo, les da las ¨²ltimas instrucciones: si escuchan un drone, les dice, el motor de un avi¨®n esp¨ªa, deben esconderse entre los ¨¢rboles. Estamos en el aparcamiento del parque, junto a varios corredores que estiran sus m¨²sculos prepar¨¢ndose para salir a hacer deporte, pero Bubba acaba su charla de motivaci¨®n mir¨¢ndoles con expresi¨®n dura y les suelta: ¡°Si alguno es capturado o herido, que no espere rescate¡±.
La Milicia de Michigan es uno de los m¨¢s de 1.300 grupos patri¨®ticos monitorizados en Estados Unidos por diferentes asociaciones de derechos civiles. Algunos de estos grupos son considerados muy peligrosos e impredecibles por la ret¨®rica irracional, emocional y hasta conspiranoica que manejan. Por eso se les conoce como Grupos de Odio. La crisis econ¨®mica, el aumento del paro y la reelecci¨®n de Obama, un presidente negro, de apellido extranjero y padre musulm¨¢n, les ha hecho crecer en n¨²mero.
¡°Las milicias m¨¢s peligrosas son aquellas que profesan un odio extremo contra el Gobierno de Estados Unidos, que se dedican constantemente a hacer acopio de armas, que tienen enormes arsenales y que secretamente planean posibles acciones contra el Gobierno federal. Dicho esto, la mayor parte de las milicias son ciudadanos normales, que les gusta la milicia y que son partidarios de llevar armas y de las libertades de la segunda enmienda¡±, dice Jack Kay, antiguo rector de la Universidad de Michigan y que lleva a?os estudiando el fen¨®meno de las milicias. Desde su c¨¢tedra de Teor¨ªa de la Comunicaci¨®n, ha analizado las estrategias de captaci¨®n y propaganda de decenas de grupos radicales y est¨¢ convencido de que muchos individuos violentos encuentran aqu¨ª el lugar donde socializar todas sus ocultas pulsiones de odio. Esta Am¨¦rica racista, integrista, supremacista y llena de odio es el ecosistema perfecto para la aparici¨®n de lobos solitarios.
Lackomar, el portavoz de los milicianos de Michigan, parece un tipo muy normal. Casado, con dos hijos y con un buen empleo como camionero. Cuando me ense?a el maletero de su furgoneta me quedo boquiabierto: ¡°Siempre llevo mi rifle de combate, un Kal¨¢shnikov, un arma muy buena¡ y llevo 10 cargadores de 30 balas cada uno¡ 300 disparos¡ Bueno, esto es lo que llevo habitualmente en el coche para cosas de emergencia, pero siempre que salgo de casa, aunque sea a la compra, llevo mi pistola y alg¨²n cargador de m¨¢s, as¨ª que tengo 60 balas siempre encima¡±. Las leyes de Michigan proh¨ªben llevar armas es?condidas bajo la chaqueta o el pantal¨®n, as¨ª que Michael y muchos de sus colegas llevan sus pistolas a la cintura, a la vista de todo el mundo, como en el salvaje Oeste. Lackomar me insiste en que no son ultraderechistas, sino libertarios. Que no son racistas, ?que incluso alguno tiene una esposa de origen filipino!, aunque me confirma que no hay ning¨²n miembro negro, jud¨ªo, hispano u homosexual. Pero sobre todo, insiste, est¨¢ harto de que el Gobierno les considere chiflados. Ellos se consideran constitucionalistas, patriotas, defensores a ultranza de esa segunda enmienda que les garantiza el derecho a llevar armas y a formar milicias. Una enmienda a la Constituci¨®n de hace 200 a?os, en tiempos de guerra contra los brit¨¢nicos y los indios nativos.
DEFCON 4. Las teor¨ªas de la conspiraci¨®n que manejan estas milicias son de todo tipo: desde que la Agencia Federal de Emergencias (FEMA) est¨¢ preparando campos de concentraci¨®n en las Monta?as Rocosas hasta que la Casa Blanca quiere imponer la ley marcial en todo el pa¨ªs. Desde que Obama va a requisar sus armas hasta que la Agenda 21 de la ONU, sobre la sostenibilidad del planeta, pretende robar los recursos naturales de Estados Unidos. La Milicia de Michigan nos confirma que ha rebajado su nivel de alerta a Defcon 3, nivel amarillo, amenaza media, aunque hasta hace poco estaba en Defcon 4, estado de alerta, casi de preguerra. ?Pero contra qu¨¦ o contra qui¨¦n?, ?qui¨¦n es el enemigo?... Seg¨²n Lackomar, todas las milicias deber¨ªan entrenarse en cinco ¨¢reas diferentes, cinco escenarios en los que todos sus hombres deber¨ªan activarse al momento: ¡°En la lucha contra el crimen, haciendo patrullas vecinales, algo para lo que estamos muy capacitados; en respuesta ante desastres naturales, como los recientes tornados de Oklahoma o las inundaciones provocadas por el Katrina; en terrorismo, como lo de Boston; ante cualquier tipo de invasi¨®n, ya sea de Cuba, Corea del Norte o de zombis, y en luchar contra la tiran¨ªa de un Gobierno que se extralimite en sus funciones¡±.
Hay m¨¢s de 1.300 grupos patri¨®ticos monitorizados en Estados Unidos por diferentes asociaciones civiles
Las milicias creen de verdad que Estados Unidos est¨¢ al borde de una especie de distop¨ªa, una sociedad indeseable en s¨ª misma, una pesadilla vital. Est¨¢n convencidos de que viene un nuevo orden mundial que les esclavizar¨¢, por eso insisten tanto en entrenarse contra eso que Alexis de Toqueville llam¨® la ¡°tiran¨ªa de la mayor¨ªa¡±. Por eso viven en una cultura de la autodefensa y cultivan una ret¨®rica partisana. Por eso se ven a s¨ª mismos como la resistencia, la fuerza de choque. Los que defender¨¢n Estados Unidos contra todo aquello que les ataque. ¡°Algo no funciona en Am¨¦rica, en este pa¨ªs, cuando no podemos decir la palabra ¡®patriota¡¯ porque seremos considerados terroristas, donde no podemos decir ¡®constitucionalistas¡¯ porque somos tachados de terroristas¡±, se queja el coronel Robert Cross, el l¨ªder de los Ohio Minutemen, otra conocida milicia. Desde la ventana de su casa, en pleno campo, se puede ver la humeante vasija de la central nuclear de David-Besse, junto al lago Erie. Cross insiste en que no es un radical, sino alguien muy preocupado por la deriva liberal del Gobierno de Washington, pero Cross es un claro ejemplo de pensamiento cautivo y victimista. Como muchos milicianos, se cree elegido para una misi¨®n muy sacrificada y muy poco reconocida: defender a los dem¨¢s, es decir, a su gente, de las tropas federales, de los cascos azules de la ONU, de los mercenarios de Blackwater o de los sicarios de los c¨¢rteles mexicanos. Todos esos supuestos enemigos est¨¢n en la p¨¢gina web del supuestamente pac¨ªfico Cross, que en Internet explica c¨®mo actuar si nos vemos envueltos en un tiroteo: ¡°Lo primero, tr¨¢ete un arma; lo segundo, tr¨¢ete un amigo con armas, y en tercer lugar, tr¨¢ete a todos tus amigos con armas¡¡±.
DETROIT, CIUDAD EN RUINAS. Hace ya muchos a?os que no llega ning¨²n viajero a la Estaci¨®n Central de Detroit, en Michigan. Hace d¨¦cadas se concibi¨® como el edificio ferroviario m¨¢s alto del mundo, pero un d¨ªa los trenes dejaron de salir. La ciudad del motor, que lleg¨® a ser cuarta urbe de Estados Unidos, entr¨® en crisis y empez¨® a perder poblaci¨®n. Sus edificios se vaciaron, sus barrios se abandonaron, sus calles se pudrieron y acab¨® declar¨¢ndose en quiebra ante la imposibilidad de pagar sus deudas. Esta ciudad se ha convertido en el epicentro de esa teolog¨ªa del odio que defienden muchos grupos extremistas. Una ciudad fallida, en quiebra, que ha perdido el 25% de su poblaci¨®n en 30 a?os. Detroit ha pasado de dos millones de habitantes a apenas 700.000, tiene una tasa de paro insufrible de m¨¢s del 20% y es la segunda ciudad m¨¢s violenta de Estados Unidos (la primera est¨¢ tambi¨¦n en Michigan, a 100 kil¨®metros). Es una urbe abandonada a su suerte por el Ayuntamiento, que ha cortado la luz, el agua, la recogida de basuras o las patrullas policiales en muchos barrios porque, simplemente, apenas vive gente y ya no hay capacidad recaudatoria. Una ciudad que es un enorme bodeg¨®n del fracaso. La primera, como propone alg¨²n intelectual, acr¨®polis estadounidense. En este entorno, ?c¨®mo no van a surgir ap¨®stoles del odio que galvanizan todo el resentimiento y la frustraci¨®n de aquellos que sienten sus vidas desperdiciadas!
Estamos preparados para la lucha contra el crimen y ante cualquier invasi¨®n, ya sean cubanos o zombis¡±
¡°Los cr¨ªmenes de odio, aqu¨ª en Michigan, han aumentado. Cuando la econom¨ªa falla, hay una tendencia de determinada gente a simpatizar con estos grupos de odio porque necesitan a alguien a quien echar la culpa. Y ese chivo expiatorio son o los jud¨ªos, o las minor¨ªas, o los inmigrantes¡±. Heidi Budaj es la directora de la Liga Antidifamaci¨®n, una organizaci¨®n que lleva m¨¢s de cien a?os denunciando conductas xen¨®fobas y racistas. En la actualidad monitorizan a m¨¢s de mil grupos de los llamados de odio, rastreando constantemente sus webs, sus chats, sus mensajes o los discursos de sus l¨ªderes. Uno de ellos, el Movimiento Nacional Socialista (NSM), la mayor organizaci¨®n neonazi de Estados Unidos, tiene su base en Detroit. Le pregunto a Heidi, jud¨ªa de origen h¨²ngaro que perdi¨® a parte de su familia en los campos de concentraci¨®n de la Alemania nazi, qu¨¦ le dir¨ªa al l¨ªder del NSM, Jeff Schoep: ¡°A m¨ª me fascina que alguien dedique toda su vida a difundir odio. Yo le preguntar¨ªa qu¨¦ es lo que le convirti¨® en una m¨¢quina de odiar a minor¨ªas ¨¦tnicas, a jud¨ªos, a afroamericanos, a gente que es diferente a ¨¦l¡±. Schoep nos cita en la recepci¨®n de mi propio hotel porque su partido, confiesa, no tiene sede. Traslado la pregunta de Heidi al dirigente neonazi, que, sin perder su media sonrisa, contesta: ¡°No se trata de odio, se trata de amor. Puedes considerarnos un grupo de amor, de amor a nuestra gente. Queremos tanto a esta naci¨®n que queremos separarnos de toda esa gente.¡±
¡°La esv¨¢stica acojona¡¡±. Schoep tiene cara de ni?o bueno y una atildada presencia. Habla pausado y escogiendo sus palabras. Su discurso es afable, medido, hasta contenido. Jeff est¨¢ convencido de que la raza blanca en Estados Unidos se est¨¢ convirtiendo en una minor¨ªa. Su apellido es de origen alem¨¢n. Lo dice sin preguntarle, como orgulloso de su supuesta ascendencia aria. No quiere decir cu¨¢ntos miembros son, pero en sus propios v¨ªdeos se adivina que a las manifestaciones apenas acude medio centenar. Seg¨²n las estimaciones hechas por Jack Kay, el exrector de la Universidad de Michigan, ¡°por cada miembro real de un grupo radical hay unos cien simpatizantes¡±.
Jeff ha escrito en la p¨¢gina web del NSM el ideario de su partido. Punto tres: ¡°Demandamos territorios y colonias para alimentar a nuestra gente y enviar al exceso de poblaci¨®n¡±. Un discurso que huele al famoso ¡°espacio vital¡± de los nazis que desencaden¨® la II Guerra Mundial, aunque en persona lo suaviza y dicen que solo son ideas sueltas. Para posar para las fotos, Jeff se coloca delante de la bandera de su partido. ?Por qu¨¦ la esv¨¢stica? Primero cuenta una larga perorata sobre el significado esot¨¦rico de las runas y las cruces gamadas, pero al final reconoce: ¡°La esv¨¢stica sugiere a nuestro enemigos que no hay trato. Cuando nuestros enemigos ven este s¨ªmbolo, se acojonan. Si nos desaf¨ªan, ya saben lo que significa: justicia r¨¢pida y despiadada.¡±
KKK, EL IMPERIO INVISIBLE. Muchos de estos grupos comparten ideolog¨ªas, fines e incluso hasta los s¨ªmbolos. La esv¨¢stica, por ejemplo, y el saludo nazi del brazo en alto son utilizados con frecuencia por muchos de los cap¨ªtulos o hermandades del Ku Klux Klan. La sede de los Caballeros Tradicionalistas del KKK est¨¢ en un peque?o pueblo de Misuri, a unos cien kil¨®metros al sur de San Luis. Las oficinas de esta cofrad¨ªa del autodenominado ¡°Imperio Invisible¡± es un peque?o despacho dentro del domicilio de su m¨¢ximo l¨ªder, Frank Ancona, gran mago imperial. Ah¨ª nos recibe, entre gatos, perros y hasta un cerdo que su esposa nos impide fotografiar por pudor. ¡°Entre todos los cap¨ªtulos del Klan seremos unos 7.000 miembros¡±, dice Ancona. ¡°Por seguridad, no guardamos ning¨²n archivo con los nombres de nuestra gente. Cada uno de los l¨ªderes locales sabe qui¨¦nes son. Y cada gran drag¨®n conoce a sus l¨ªderes locales¡±.
Frank Ancona, hijo de un klansman y padre de futuros miembros de esta cofrad¨ªa racista, se dibuja a s¨ª mismo como un activista por los derechos civiles de los blancos. Su organizaci¨®n es la m¨¢s antigua e infame de todos los movimientos supremacistas de Estados Unidos y en su larga historia tiene centenares de asesinatos rituales de afroamericanos. ¡°Eran otras ¨¦pocas¡±, sentencia Ancona, que asegura que ahora ya no son violentos: ¡°Somos una organizaci¨®n cristiana, blanca y patri¨®tica que se ocupa de los intereses de la raza blanca en Am¨¦rica. La gente dice que cuando hablas de supremacismo blanco significa odio, pero lo que nosotros creemos cuando hablamos de supremacismo es simplemente que la raza blanca es superior a otras¡±.
Casi todas las ¨®rdenes del KKK tienen una receta social para implementar sus teor¨ªas racistas. Obviamente, en estos tiempos no pueden defender ni ideas violentas ni soluciones finales, pero s¨ª que insisten en lo que ellos llaman el separatismo blanco. Rachel Pendergraft, l¨ªder de los Cruzados del KKK en Arkansas y presentadora en Internet de un informativo racista llamado Orgullo Blanco, se muestra categ¨®rica: ¡°Estamos seguros de que hay un genocidio programado contra la raza blanca a nivel mundial, y que somos el chivo expiatorio para todo lo que est¨¢ funcionando mal en nuestro planeta¡±. Por eso, insiste, la ¨²nica soluci¨®n es el separatismo. El segregacionismo. La separaci¨®n de las razas. Evitar la mezcla. La contaminaci¨®n. Rachel vive en una zona, las monta?as de Harrison, que desde un punto de vista racial es qu¨ªmicamente pura. Solo hay blancos. En la sede del KKK se re¨²nen los domingos los racistas locales para o¨ªr misa, socializar entre ellos y hacer una barbacoa. Es como un club de campo que emana odio. Aqu¨ª se defiende el apartheid, los guetos para otras razas, o una nueva pol¨ªtica de bantustanes donde encerrar a negros, jud¨ªos o hispanos.
La esv¨¢stica sugiere a nuestros enemigos que no hay trato. ellos saben lo que significa: justicia despiadada¡±
¡°Es dif¨ªcil encontrar una organizaci¨®n supremacista blanca cuyos miembros no hayan cometido alg¨²n delito o pasado por la c¨¢rcel. En Naciones Arias, el 95% de los miembros hemos estado en prisi¨®n¡±. Paul Mullet nos cita en la caravana en la que vive y que le sirve de cuartel general de la que probablemente sea la m¨¢s violenta, integrista y radical de todas las organizaciones extremistas. Naciones Arias ha tenido un pasado turbulento, y el propio Mullet se define como un tipo violento. Lleva un uniforme que recuerda bastante al de los camisas pardas del partido nazi de Hitler, y nos pide que hablemos bajo porque su hija de cuatro meses est¨¢ reci¨¦n dormida. Desde su ordenador ha escrito el manual del cruzado de Dios, el dec¨¢logo del buen racista y todas esas mamarrachadas de que los arios, como el propio Mullet, son una raza de dioses. Los descendientes, asegura, de las doce tribus de Israel. Ad¨¢n y Eva, insiste, tuvieron solo un hijo, Abel, el primero del linaje de los blancos como ¨¦l. Eva, sin embargo, tuvo ayuntamiento carnal con el diablo, con la serpiente b¨ªblica, y de ah¨ª sali¨® Ca¨ªn, el hermano malo del cual descienden los jud¨ªos, negros y el resto de razas. Paul dice que est¨¢ todo documentado. La guarida del odio, la sede de Naciones Arias, esa organizaci¨®n ultracristiana y extrema, resulta ser la habitaci¨®n de Mullet.
¡°Claro que soy racista. Yo, como blanco, me creo superior a las otras razas. Por supuesto¡±. Mullet no tiene pelos en la lengua. No es un racista pol¨ªticamente correcto. El gur¨² de tantos supremacistas es un hombre lleno de odio. Alguien cuya capacidad de amar ha sido desactivada. Un paranoico que se cree elegido por su dios para depurar el mundo. Tipos como ¨¦l son los que incendian de ira a lobos solitarios que acaban poniendo en pr¨¢ctica todo lo que estos sujetos vomitan en Internet. Gracias a la Red, Mullet se ha convertido en el referente de una ideolog¨ªa alimentada por el rencor. Antes de irnos de su casa, le pregunto si se siente a gusto viviendo en el odio. Y me responde: ¡°S¨ª. Me siento bien. Es lo que soy. Un tipo que odia.¡±
El documental ¡®La Am¨¦rica del odio¡¯ se emite en Canal?+ este mi¨¦rcoles, 9 de octubre.
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