?Habla usted mi idioma?
Los doblajes ponen en la boca de los actores algunas frases que no se usan en el mundo real
Algunas cosas solo suceden en el cine. Por ejemplo, mantener una agradable conversaci¨®n telef¨®nica y colgar sin decir ¡°hasta luego¡±. O ir a un gran edificio en coche y aparcar justo a la puerta. O que todos los tel¨¦fonos empiecen con 555.
Los traductores del cinemat¨®grafo han desarrollado tambi¨¦n un s¨¦ptimo arte de hablar. As¨ª, escuchamos con frecuencia a los actores algunas frases que casi nunca o¨ªmos en nuestra vida cotidiana.
Cuando alguien no est¨¢ de acuerdo con algo, suele decir a este lado de la pantalla: ¡°No estoy de acuerdo¡±. O ¡°no lo veo, chico¡±. O ¡°ni de co?a, maja¡±. O ¡°ni hablar¡±. En cambio, si actuase ante una c¨¢mara dir¨ªa: ¡°No creo que sea una buena idea¡±.
Sabemos que los doblajes obligan a resolver un sudoku en el que juegan el movimiento de los labios y lo que se dec¨ªa en la lengua original. Pero da la sensaci¨®n de que algunos guionistas han tomado carrerilla y aplican esas extra?as f¨®rmulas incluso a las obras rodadas en espa?ol.
As¨ª, o¨ªmos a menudo en el cine: ¡°?Que te den!¡±. ?Que le den qu¨¦? En el espa?ol de Espa?a se aprecia que falta algo. Adem¨¢s de lo que usted ha pensado, podr¨ªa completarse as¨ª: ¡°Que te den morcilla¡±.
En muchas pel¨ªculas, alguien cae rodando por las escaleras ¡ªpropin¨¢ndose un golpe en cada pelda?o¡ª y le pregunta quien le espera abajo para recogerlo amorosamente y reconfortarlo: ¡°?Te encuentras bien?¡±. Y el espectador tendr¨¢ ganas entonces de pensar: ¡°Co?o, ?no ves que se ha ca¨ªdo por las escaleras?, ?c¨®mo se va a encontrar?¡±. Claro, porque el espectador, si estuviera al pie de la escalinata de m¨¢rmol por la que se ha derramado el torpe protagonista, preguntar¨ªa en ese caso: ¡°?Te has roto algo?¡±; pues ha quedado claro que bien del todo no puede encontrarse.
Hay que entender todo eso, no es f¨¢cil traducir un di¨¢logo con el metr¨®nomo del movimiento bucal
Por el contrario, alguien se merece una felicitaci¨®n por ese hallazgo tan exclusivamente cinematogr¨¢fico que se pronuncia cada vez que se encuentran dos personajes en una selva, o similar: ¡°?Habla usted mi lengua?¡±. Merece elogio, digo, porque la f¨®rmula sirve para cualquier idioma original en que se haya rodado la pel¨ªcula y para cualquier lengua a la que se traduzca; pero si el otro no habla su idioma, ?c¨®mo va a entenderle la pregunta? Usted d¨ªgale ¡°buenos d¨ªas¡± y ya le contestar¨¢ ¡°buenos d¨ªas tenga usted¡± si es que ha entendido su lengua. Si no la entiende, la misma cara le va a poner que si preguntara ¡°?habla usted mi lengua?¡±; y si la entiende se ahorrar¨¢n pre¨¢mbulos y entrar¨¢n ya en materia despu¨¦s del saludo inicial.
En la vida real, alguna gente no sabe c¨®mo decir que no. Debieran ir m¨¢s al cine. Si alguien le propone a un amigo que cruce la monta?a para encontrarse con su primo, pongamos por caso, puede recibir esta respuesta: ¡°Cruzar la monta?a no es una opci¨®n¡±. O sea, el actor dice de esa guisa lo que a este lado de la pantalla expresar¨ªamos de otro modo: ¡°No se puede cruzar la monta?a¡±, tal vez porque alberga peligros insondables o porque sencillamente no se puede cruzar la monta?a.
Si se hubiera rodado una pel¨ªcula sobre el torero Rafael El Gallo, su famosa frase ¡°lo que no puede ser no puede ser, y adem¨¢s es imposible¡± la habr¨ªan formulado de otra manera: ¡°Lo que no puede ser no puede ser, y adem¨¢s no es una opci¨®n¡±.
En algunas pel¨ªculas, lo que a este lado de la pantalla llamamos ¡°funeral¡± se denomina ¡°servicio religioso¡± (aunque no quede muy claro qu¨¦ servicio recibe el muerto); y si alguien obtiene un ¨¦xito no gritar¨¢ ¡°?bien, bien!¡±, o ¡°?qu¨¦ suerte!¡±, o ¡°?de puta madre!¡±, sino ¡°s¨ªiii, s¨ªiii, s¨ªiii¡±. Y si va a suceder una cat¨¢strofe, quien se da cuenta de lo que se avecina gritar¨¢ horrorizado: ¡°?Ooooh, Dios m¨ªo!¡±. Y el que est¨¦ a su lado agregar¨¢: ¡°?Maldita sea, maldita sea!¡±.
Hay que entender todo eso, porque no debe de resultar f¨¢cil traducir un di¨¢logo con el metr¨®nomo del movimiento bucal.
Siempre ser¨¢ mejor la versi¨®n original subtitulada, claro; pero solo si tenemos la suerte de no encontrarnos muchas faltas de ortograf¨ªa en sus textos. Porque, ?ooooh, Dios m¨ªo!, a veces parece que en los subt¨ªtulos tampoco hablasen nuestra lengua.
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