Anhelada tarjeta
No tiene justificaci¨®n que Espa?a no disponga todav¨ªa de una identificaci¨®n sanitaria ¨²nica
La pol¨ªtica espa?ola, tan impregnada de grandiosidad en sus proyectos y anuncios, carece en ocasiones de la facultad de resolver las cosas m¨¢s sencillas aunque estas supongan importantes ventajas para el ciudadano y la organizaci¨®n del Estado. La tarjeta sanitaria ¨²nica para toda Espa?a es una de esas misiones que, a fuerza de anunciarla, se ha convertido en poco menos que una quimera. La primera promesa de poner en circulaci¨®n una identificaci¨®n sanitaria digitalizada y com¨²n se hizo en 2001, poco antes de que el Insalud culminara su proceso de transferencias a las autonom¨ªas. Doce a?os despu¨¦s, Ana Mato, actual ministra de Sanidad, anuncia que en cinco a?os ser¨¢ una realidad en todo el pa¨ªs.
No es una cuesti¨®n menor. La que hay actualmente en circulaci¨®n garantiza la atenci¨®n sanitaria ¡ªespecialmente la urgente¡ª al ciudadano, independientemente de d¨®nde la necesite, pero la tarjeta ¨²nica que se pretende ser¨¢ un documento digitalizado que integrar¨ªa una informaci¨®n cl¨ªnica del paciente y facilitar¨ªa enormemente el trabajo de los sanitarios que le atiendan. Esta permitir¨ªa la generalizaci¨®n de la receta electr¨®nica, que descarga de papeleo y presi¨®n asistencial a los centros de salud y facilita al paciente la dispensaci¨®n del medicamento que requiere en cualquier farmacia del pa¨ªs.
El problema de este eterno proyecto es la falta de interconexi¨®n; la imposibilidad de enlazar los datos de un andaluz desde Asturias, por poner un ejemplo. Es un simple escollo inform¨¢tico que hace d¨¦cadas resolvieron los bancos y que permite a un cliente sacar dinero de su cuenta desde casi cualquier cajero del mundo. Que tal cosa no haya quedado resuelta todav¨ªa para un derecho tan fundamental como el de la asistencia sanitaria tiene escasa justificaci¨®n.
La ¨²nica contraindicaci¨®n de la tarjeta ¨²nica es que podr¨ªa aumentar el gasto farmac¨¦utico; la experiencia indica que una parte de las prescripciones en papel nunca son utilizadas. El resto son solo ventajas, incluido el ajuste contable entre servicios de salud. Ana Mato pretende lograr el uso generalizado de la tarjeta ¡ªa¨²n poco desarrollada¡ª en cinco a?os, en la medida en que se vayan renovando las actuales. Es un plazo demasiado largo, pero lo importante es que esta vez sea la vencida. Para ello es necesario que el ministerio y, sobre todo, las comunidades aut¨®nomas hagan bien su trabajo.
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