Estrategia letal
La tragedia de Lampedusa es el resultado de la indiferencia y la deriva xen¨®foba de Europa
Sembrar vientos suele producir tempestades. La vergonzosa tragedia ocurrida junto a la isla de Lampedusa, en la que han perdido la vida un n¨²mero de personas todav¨ªa incierto (se ha encontrado m¨¢s de un centenar de cad¨¢veres y quedan 200 desaparecidos) no es el resultado de un imprevisible accidente. Es la consecuencia, entre otras circunstancias, de la deriva xen¨®foba que el Gobierno de Silvio Berlusconi sustanci¨® cuatro a?os atr¨¢s, con una reforma legal en Italia que convirti¨® en delincuente a todo inmigrante indocumentado y penaliz¨® las conductas de los que puedan ayudarle, bien alquil¨¢ndole una vivienda, bien rescat¨¢ndolo del mar. Ser¨ªa una verg¨¹enza a?adida que esa fuera precisamente la raz¨®n por la que hasta tres barcos avistaran la embarcaci¨®n naufragada el jueves y denegaran su asistencia al medio millar de personas que hu¨ªan de la pobreza y la persecuci¨®n pol¨ªtica.
Ahora resulta casi una broma macabra que el viceprimer ministro italiano y responsable de Interior, Angelino Alfano, antes estrecho colaborador de Berlusconi, sea el que reclame ayuda a una Uni¨®n Europea que, por otra parte, call¨® ante los excesos xen¨®fobos del pa¨ªs transalpino. Esta semana, mientras Europa se conmocionaba por lo ocurrido en las costas de la peque?a isla mediterr¨¢nea, la Comisi¨®n Europea y los Gobiernos exhib¨ªan, de nuevo, un sonoro silencio con respecto a las derivas xen¨®fobas. Solo el papa Francisco fue capaz de alzar su voz indignada. Yermo el campo de dirigentes pol¨ªticos de talla, un l¨ªder religioso es el que brama contra una tragedia que registra demasiados antecedentes.
La Europa fortaleza se ha rearmado en los ¨²ltimos a?os con leyes migratorias en las que ha predominado el sesgo policial. La seguridad, primero, y la recesi¨®n econ¨®mica despu¨¦s han sido las coartadas ideales para endurecer las normas, tanto nacionales como europeas. Hasta el Gobierno socialista franc¨¦s se ha sumado a la corriente estigmatizando a los rumanos de etnia gitana. Espa?a aport¨® recientemente su grano de arena al negar la tarjeta sanitaria (que da acceso a la atenci¨®n p¨²blica) a unos 150.000 inmigrantes que viven ilegalmente en el pa¨ªs.
El conjunto de la UE se ha desentendido de los problemas que genera la afluencia masiva de migrantes, salvo en lo que se refiere a las tareas de vigilancia mar¨ªtima a trav¨¦s de Frontex ¡ªque act¨²a a demanda del pa¨ªs afectado¡ª y los acuerdos logrados con pa¨ªses africanos de origen o tr¨¢nsito de personas. Mientras tanto, cientos de inmigrantes, tal vez miles, en un goteo dram¨¢tico, han muerto en el Mediterr¨¢neo ahogados o a causa del hambre y la insolaci¨®n, sin que la afamada solidaridad europea haya hecho acto de presencia. Al igual que Nicolas Sarkozy desoy¨® las peticiones de ayuda italiana para dar cobijo en Francia a los tunecinos que hu¨ªan del conflicto en su pa¨ªs, ni Roma ni Bruselas han atendido las permanentes reclamaciones de la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, impotente ante la permanente avalancha de africanos.
Editoriales anteriores
Cada a?o, medio mill¨®n de personas intentan entrar ilegalmente en Europa y unos 400.000 piden asilo. La convulsi¨®n producida por la llamada primavera ¨¢rabe en el norte de ?frica dificulta que algunos de sus pa¨ªses mantengan a raya a las mafias que mercadean con seres humanos, ansiosos de un porvenir que su patria les niega. La profunda brecha econ¨®mica entre ambas orillas del Mediterr¨¢neo es un reclamo permanente que en modo alguno puede combatirse permitiendo o legalizando los atropellos contra los derechos humanos, puestos en marcha por diferentes Gobiernos. Tal actitud contraviene los principios sobre los que se sustenta la Uni¨®n Europea. Esperar a que esta tragedia, como las que le han precedido, se borren de la memoria colectiva es una estrategia letal.
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