Juntos por la abolici¨®n de la pena de muerte
42 ministros de exteriores piden una moratoria universal en la pena capital
La justicia que mata no es justicia. Convencidos de la inhumanidad fundamental de la pena de muerte, los pa¨ªses que representamos nos oponemos a que se recurra a ella en cualquier circunstancia y en el mundo entero. La pena de muerte constituye no s¨®lo una falta de respeto insufrible a la dignidad humana, sino que su aplicaci¨®n va acompa?ada tambi¨¦n de numerosas violaciones de los derechos humanos de la persona condenada y de sus allegados. Adem¨¢s, la pena capital no tiene ning¨²n efecto positivo en la prevenci¨®n de delitos ni en la seguridad. Tampoco supone ninguna reparaci¨®n para las v¨ªctimas ni para sus familias. Convencidos de todo esto, y con ocasi¨®n de la XXI? Jornada Mundial contra la Pena de Muerte, deseamos recordar nuestra voluntad de comprometernos, juntos, a apoyar firmemente al movimiento por la abolici¨®n en Europa y en el mundo entero.
El objetivo de nuestro llamamiento no es dar una lecci¨®n, sino compartir, adem¨¢s de una convicci¨®n , una experiencia. Si la historia de la abolici¨®n de la pena de muerte en nuestros respectivos pa¨ªses nos ha ense?ado algo, es justamente la dificultad del camino que lleva a ella. La ilegalizaci¨®n de la pena capital no ha surgido de un d¨ªa para otro. Por el contrario, s¨®lo se ha hecho realidad gracias a una concienciaci¨®n progresiva y a costa de un esfuerzo colectivo renovado sin cesar.
La determinaci¨®n necesaria para la lucha abolicionista concierne no s¨®lo a los individuos, sino tambi¨¦n a los Estados
En nuestros pa¨ªses, s¨®lo a fuerza de perseverancia y paso a paso ha ido disminuyendo el n¨²mero de ejecuciones, se ha reducido la lista de delitos penados con la pena capital, la justicia se ha vuelto m¨¢s transparente, se han introducido moratorias de hecho para las ejecuciones, y, a fin de cuentas, ha desaparecido la pena de muerte. Se trata ahora de superar las mismas etapas en los pa¨ªses que todav¨ªa ejecutan en nombre de la justicia.
La determinaci¨®n necesaria para la lucha abolicionista concierne no s¨®lo a los individuos, sino tambi¨¦n a los Estados, y es lo que tambi¨¦n deseamos recordar hoy uniendo nuestras voces. No han sido sociedades aisladas ni pa¨ªses separados unos de otros los que han emprendido el camino hacia la abolici¨®n. Si la erradicaci¨®n de la pena de muerte es casi una realidad hoy en d¨ªa en Europa, este ¨¦xito no habr¨ªa sido posible sin un debate informado sobre el tema e intercambios continuos entre nuestros pa¨ªses y nuestras sociedades.
El Consejo de Europa y el Convenio Europeo de Derechos Humanos han desempe?ado el papel de catalizadores en esta din¨¢mica regional contra la pena de muerte, e incluso han permitido llevarla m¨¢s lejos. La entrada en vigor del Protocolo 13 del mencionado Convenio (Protocolo relativo a la abolici¨®n de la pena de muerte en todas las circunstancias) de hace justo diez a?os es un ejemplo muy bueno. Hoy, representamos a 42 de los 44 Estados que han ratificado el Protocolo 13, e invitamos de todo coraz¨®n a todos los Estados miembros del Consejo de Europa que no lo han hecho todav¨ªa a unirse a nosotros. Alentamos vivamente al ¨²ltimo Estado que todav¨ªa aplica la pena de muerte en Europa a unirse a una moratoria universal de la pena de muerte como primera etapa hacia su abolici¨®n.
Hoy solo quedan unos 50 Estados que admiten la pena de muerte, mientras que hace veinte a?os eran el doble
El caso europeo ilustra el papel fundamental de las organizaciones regionales y multilaterales para hacer avanzar la causa abolicionista. La abolici¨®n de la pena de muerte en numerosos Estados de Am¨¦rica, ?frica y Asia ilustra por su parte la universalidad de este combate. Esto muestra tambi¨¦n la necesidad de una se?al pol¨ªtica fuerte, al igual que una participaci¨®n en estos esfuerzos de toda la sociedad civil en su conjunto. Con este ¨¢nimo tenemos que continuar el impulso del 5? Congreso Mundial contra la Pena de Muerte en junio de este a?o en Madrid. Si recordamos hoy estos principios, es porque entramos en una fase crucial de avance progresivo hacia la abolici¨®n de la pena de muerte a nivel mundial. Hoy en d¨ªa no quedan m¨¢s que unos 50 Estados que admiten la pena de muerte, mientras que hace veinte a?os eran alrededor del doble. Las resoluciones de las Naciones Unidas lo confirman: la gran mayor¨ªa de los Estados apoya la instauraci¨®n de una moratoria universal para la pena de muerte. Esta tendencia positiva nos anima a imaginar a las pr¨®ximas generaciones viviendo en un mundo sin pena de muerte y a redoblar nuestros esfuerzos para apoyar juntos a los Estados en el camino hacia su abolici¨®n universal.
Firman este art¨ªculo junto a Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo, [PIEPAG]ministro de Asuntos Exteriores y Cooperaci¨®n de Espa?a, [/PIEPAG]los siguientes ministros de Asuntos Exteriores: Ditmir Bushati (Albania), Gilbert Saboya Suny¨¦ (Andorra), Michael Spindelegger (Austria), Didier Reynders (B¨¦lgica), Zlatko Lagumd?ija (Bosnia y Herzegovina),?Kristian Vigenin (Bulgaria), Vesna Pusic (Croacia), Ioannis Kasoulides (Chipre), Jan Kohout (Rep¨²blica Checa), Villy S?vndal (Dinamarca), Urmas Paet (Estonia), Erkki Tuomioja (Finlandia), Laurent Fabius (Francia), Nikola Poposki (ARYM Macedonia), Guido Westerwelle (Alemania), Evangelos Venizelos (Grecia), J¨¢nos Martonyi (Hungr¨ªa), Gunnar Bragi Sveinsson (Islandia), Eamon Gilmore (Irlanda), Emma Bonino (Italia), Edgars Rinkevics (Letonia), Aurelia Frick (Liechtenstein), Linas Antanas Linkevicius (Lituania), Jean Asselborn (Luxemburgo), George Vella (Malta), Natalia Gherman (Moldavia), Jos¨¦ Badia (M¨®naco), Igor Luk?ic (Montenegro), Frans Timmermans (Pa¨ªses Bajos), Espen Barth Eide (Noruega), Rui Machete (Portugal), Titus Corlatean (Ruman¨ªa), Pasquale Valentini (San Marino), Ivan Mrkic (Serbia), Miroslav Lajc¨¢k (Eslovaquia), Karl Erjavec (Eslovenia), Carl Bildt (Suecia), Didier Burkhalter (Suiza), Ahmet Davutoglu (Turqu¨ªa), Leonid Kozhara (Ucrania) y William Hague (Reino Unido).
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