La hipocres¨ªa italiana
Al leer el art¨ªculo de EL PA?S del pasado domingo, d¨ªa 6, titulado Solo los muertos pueden quedarse, me he quedado totalmente consternada. No daba cr¨¦dito a lo que le¨ªa, ?es que el mundo se ha vuelto loco?
En primer lugar, me parece de esc¨¢ndalo que existan leyes que consideren delito v¨¢lido de ser penado con c¨¢rcel el rescatar de la muerte a seres humanos (me da igual si se llaman inmigrantes ilegales o de cualquier otra manera). A los primeros que habr¨ªa que mandar a la c¨¢rcel es a quienes proclaman tales leyes, por delito de xenofobia y clasismo descaradamente desfasado.
En segundo lugar, me parece la incongruencia m¨¢s hip¨®crita e incomprensible lo que se ha hecho p¨²blico hoy mismo: se otorga la nacionalidad italiana a los m¨¢s de 100 fallecidos (a los que l¨®gicamente ya no les sirve de nada) mientras se denuncia a los pobres supervivientes y se los multa con una salida urgente del pa¨ªs y el pago de 5.000 euros. La inmigraci¨®n ilegal en la peque?a isla de Lampedusa es un problema al que hay que poner soluci¨®n, ?pero desde luego no de esta manera, por favor! ¡ª B¨¢rbara Stanelli Peironcely. Barcelona.
Una nueva noticia de esas que se te clavan en el est¨®mago: m¨¢s de 200 muertos y 150 desaparecidos. Pero es a¨²n m¨¢s triste que sean tan solo una parte de las m¨¢s de 8.000 personas que han perdido la vida en los alrededores de la isla siciliana desde los noventa. Ya se sabe que hay quienes aprueban la inmigraci¨®n y hay quienes no. ?Por qu¨¦ no unificar las dos? Si tantos centenares de personas se meten en el mar en busca de supervivencia, significa que quedarse es morir. Pero muchos se quedan tambi¨¦n por el camino.
En vez de invertir en sanidad y ayudas a todos los que llegan a costas europeas, ?por qu¨¦ no ayudarles en su propio pa¨ªs? Que exploten y sepan aprovechar los recursos que tantas empresas multinacionales absorben. Muchos deber¨ªamos tomar ejemplo de los misioneros y voluntarios que lo dejan todo para ¡°ir¡± (s¨ª, ir, y no acusar por doquier sin hacer nada) a todos estos pa¨ªses.¡ª Adriana Rodr¨ªguez Recasens. Barcelona.
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