El catal¨¢n de Don Quijote
Cervantes asume el l¨¦xico hermano y retrata el deseo de entendimiento de la ¨¦poca Los pistoletes se llamaban entonces ¡°pedre?ales¡± en Catalu?a; y ahora Gerona se llama Girona
Don Quijote avanza hacia Barcelona cuando se topa con Roque Guinart, bandolero catal¨¢n que cabalgaba ¡°sobre un poderoso caballo¡± y ¡°con cuatro pistoletes a los lados¡±. ¡°Cuatro pistoletes¡±, escribe Cervantes; pero incorpora una aclaraci¨®n: ¡¡±que en aquella tierra se llaman pedre?ales¡±.
El manco de Lepanto muestra as¨ª un reconocimiento ante la diversidad cultural y ante la manera de llamar a las cosas en las tierras a donde env¨ªa a su ingenioso hidalgo. El catalanismo ¡°pedre?al¡±, en efecto, nombraba un arma de mano a partir de la piedra que produc¨ªa la chispa para su disparo (la pedrenyera, o pedernal).
El encuentro del caballero de la triste figura con el bandolero bonach¨®n ofrece alguna ense?anza m¨¢s. Aquellos forajidos, que se cifran en cuarenta, rodean de improviso a Don Quijote y a Sancho ¡°dici¨¦ndoles en lengua catalana que estuviesen quedos y se detuviesen hasta que llegase su capit¨¢n¡±. Y se infiere que los dos manchegos entienden perfectamente las ¨®rdenes. L¨ªneas m¨¢s adelante, los bandoleros hablar¨¢n de nuevo ¡°en su lengua gascona y catalana¡±, sin que all¨ª nadie se queje ni pida traducci¨®n. El di¨¢logo de Roque Guinart tanto con Don Quijote como con los capitanes espa?oles, los escuderos y los peregrinos que van apareciendo por la escena se produce sin hacer cuesti¨®n del asunto, en una situaci¨®n de biling¨¹ismo t¨¢cito que invita a imaginar a cada uno comunic¨¢ndose en su idioma.
El episodio da pie a deducir un Cervantes que asume el l¨¦xico hermano (tambi¨¦n escribe lladres, en vez de ladrones) y que retrata el deseo de entendimiento de la ¨¦poca por encima de diferencias entre catalanes y castellanos o bandoleros y caballeros.
Los pistoletes se llamaban entonces ¡°pedre?ales¡± en Catalu?a; y Gerona se llama ahora Girona. Y L¨¦rida se llama Lleida; palabras de la toponimia mayor catalana.
La distinci¨®n entre ¡°toponimia mayor¡± y ¡°toponimia menor¡± se puede discutir t¨¦cnicamente, pero en este caso nos vale para la exposici¨®n que perseguimos.
La toponimia mayor es la que se traduce generalmente a otras lenguas, a tenor de la importancia del lugar: decimos Marsella y no Marseille, o Ginebra y no Gen¨¨ve. En cambio, la toponimia menor no ha adquirido esa trascendencia y por tanto se queda por lo com¨²n en su propio idioma: Aix-en-Provence o Interlaken.
La toponimia mayor del castellano tiene, l¨®gicamente, su versi¨®n catalana. Zaragoza (¨²nico nombre oficial de esa ciudad) es en catal¨¢n Saragossa; y Cuenca, Conca, entre otros casos. A su vez, la toponimia mayor del catal¨¢n da en castellano Ibiza (Eivissa) o Gerona (Girona), por ejemplo.
La dictadura (1939-1975) se empe?¨® en traducir al castellano gran parte de la toponimia menor de las otras lenguas espa?olas, en contra de la costumbre. Y as¨ª las Vilanovas se convirtieron en Villanuevas, y los Poblenou en Pueblonuevo.
El franquismo actu¨® por tanto en la toponimia menor en contra de la tradici¨®n; y ahora la corriente dominante act¨²a en la toponimia mayor... en contra de la tradici¨®n. Por eso muchos escribimos en castellano Lleida y Girona; mientras que se mantienen en catal¨¢n Ciutat Reial o Cadis.
Quienes deseen oponerse a ello habr¨¢n encontrado en estos p¨¢rrafos inmediatos alguna raz¨®n para hacerlo. Sin embargo, el arriba firmante prefiere tomar como referencia la buena intenci¨®n de Cervantes, Guinart y Don Quijote, sin olvidar a do?a Guiomar, que tambi¨¦n aparec¨ªa por all¨ª.
Los catalanes, los vascos y los gallegos han vivido tantos a?os la opresi¨®n oficial sobre su idioma, que no nos debiera costar nada a los castellanohablantes disponer nuestra voluntad para compensar m¨ªnimamente aquellos golpes, aunque ninguna culpa tuvi¨¦ramos en ellos. Asumir Girona en vez de Gerona puede no hallar base t¨¦cnica, pero muestra sin duda un gesto de mano tendida, un acto de desagravio.
Pistoletes o pedre?ales, galgos o podencos, amigo Sancho, son poco m¨¢s que palabras, s¨ª. Pero con palabras creamos la amistad y la convivencia, y a veces las palabras son en s¨ª mismas hechos que hablan.
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