Suerte que no hay simios en Ohio
Creo que era el Estado de Ohio, pero ya no estoy seguro. De hecho ni siquiera lo estoy de haber o¨ªdo bien en un telediario, de si fue un espejismo auditivo o lo he so?ado. No he visto luego la noticia en prensa, ni he le¨ªdo una l¨ªnea al respecto. Lo que m¨¢s me hace dudar, sin embargo, es mi resistencia a aceptar ¨Cy miren que estamos escarmentados¨C que los idiotas lo sean tanto y que adem¨¢s tengan poder y manden. Sobre la imbecilidad se vienen soltando sentencias desde la Antig¨¹edad. Se atribuye a Plinio ¨Co tal vez a Apuleyo, en todo caso a un romano¨C la frase ¡°Si los tontos volaran no se ver¨ªa el sol¡±, y a menudo es citada por mis colegas la ir¨®nica vacilaci¨®n de Einstein: ¡°S¨®lo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y carezco de certeza acerca de la primera¡±. Bien es verdad que a veces hacen suyas estas citas individuos que yo considero memos completos. Cuando le le¨ª a un articulista ¡°Si hubiera un tonto m¨¢s en Espa?a, no cabr¨ªa, se caer¨ªa al mar¡± (o algo por el estilo), recuerdo que pens¨¦ de inmediato: ¡°Deber¨ªa aplicarse el cuento y tirarse por la borda¡±. As¨ª que, cuando uno habla de imbecilidad, debe hacerlo con precauciones, porque su percepci¨®n es subjetiva, y cualquier lector podr¨ªa decirse ahora lo mismo: ¡°Mira qui¨¦n fue a hablar, el cretino de Javier Mar¨ªas¡±.
Pues bien, admitiendo la posibilidad de que yo sea un cretino ¨Cnunca se sabe a qui¨¦n se lo puede uno parecer, aunque me reconforta que me tengan por tal algunos escritores, columnistas y pol¨ªticos, su aprobaci¨®n me preocupar¨ªa¨C, soy incapaz de juzgar con ecuanimidad la decisi¨®n del Estado de Ohio, que adem¨¢s se aprestaban a imitar, en cuanto entrara en vigor, varios Estados m¨¢s de los llamados Unidos, a saber: se ha sancionado como ¡°discriminatorio¡± hacia los ciegos que, como suced¨ªa hasta ahora, no se les permita tener licencia de armas, ni portarlas ni hacer uso de ellas, de modo que a partir de la nueva ley estar¨¢n autorizados a poseer arsenales y a pasearlos por las calles, ya que, como ustedes sabr¨¢n, los fan¨¢ticos de la NRA o Asociaci¨®n Nacional del Rifle no se suelen contentar con guardar un Colt o una Glock en sus hogares, sino que se proveen con frecuencia de metralletas, granadas, fusiles de asalto y hasta bazookas o sus equivalentes m¨¢s modernos. A partir de cierta edad los conductores de coches son sometidos a pruebas m¨¦dicas peri¨®dicas para comprobar c¨®mo andan de reflejos y de la vista, y el carnet no se renueva a los que no las pasan, por el peligro que suponen. Varios Estados americanos, en cambio, con el de Ohio a la cabeza, han dictaminado que privar del derecho a la tenencia y uso de armas a quienes no ven ni torta y podr¨ªan disparar ¡°al bulto¡± y a voleo, no es una medida sensata y prudente, sino ¡°discriminatoria¡± con los pobres e indefensos invidentes. Por si acaso, no pondr¨¦ pie en Ohio, temeroso de encontrarme con tipos fieros que en una mano lleven bast¨®n blanco y en la otra un Kalashnikov de gatillo paranoico y f¨¢cil, que apretar¨¢n ¡°de o¨ªdo¡±.
Me hace dudar que los idiotas lo sean tanto y adem¨¢s tengan poder y manden
Estamos alcanzando un punto en el que no s¨¦ qu¨¦ habr¨ªan dicho Plinio o Einstein de haber llegado hasta nuestros d¨ªas. A este paso, habr¨¢ enfermos de Parkinson con temblorosas manos que ver¨¢n ¡°discriminatorio¡± que no se les permita ser cirujanos; mancos que protestar¨¢n porque no se los admite en concursos de halterofilia o en combates de boxeo; viejos decr¨¦pitos que reivindicar¨¢n su derecho a ser figuras del toreo; alfe?iques que recurrir¨¢n ante los tribunales por no haber sido aceptados en los cuerpos de polic¨ªa o de bomberos ¡°con menosprecio de su aspecto f¨ªsico¡±; cojos que se enfurecer¨¢n porque el London Royal Ballet ha rehusado hacerles pruebas como bailarines; sordos que no se contentar¨¢n con componer, como Beethoven, sino que reclamar¨¢n su oportunidad de ser cr¨ªticos musicales. Les ruego que no se tomen todo esto como exageraci¨®n ni como broma, porque ya estamos en ello: hay montones de escritores incompetentes a los que se les publican sus libros (eso s¨ª, despu¨¦s de que las editoriales hayan quitado las faltas de ortograf¨ªa y adecentado el texto ilegible); traductores que desconocen las dos lenguas, la de origen y la de destino; las radios y las televisiones est¨¢n llenas de individuos a los que Dios no hab¨ªa llamado por la senda de la comunicaci¨®n, con desagradables voces ¨Ctipo Montoro¨C o con frenillo, con horribles dicciones e incapaces de completar una frase con sentido (?qu¨¦ es todo eso para ¡°discriminarlos¡±?); hay cientos de actores mascullantes que requerir¨ªan subt¨ªtulos; y no son raros los casos de personas en sillas de ruedas que deciden escalar el Everest, lo cual me parece bien, all¨¢ ellas, pero no deber¨ªan esperar un rescate si el veh¨ªculo se les atora en un risco. (Quiz¨¢ s¨ª exagero en este ejemplo, pero no mucho.)
Dado que hoy hay numerosos ¡°animalistas¡± (incluidos miembros del PSOE) que exigen que se conceda el estatuto de ¡°personas¡± a todas las bestias, pero sobre todo a los grandes simios (Proyecto Gran Simio lo llaman, creo), supongo que no est¨¢ lejos el d¨ªa en que a los chimpanc¨¦s y gorilas se les otorgue el permiso de tener, portar y usar armas, para no ¡°discriminarlos¡±. Entonces nadie podr¨¢ hacer la vieja comparaci¨®n castiza ¡°Ese t¨ªo tiene m¨¢s peligro que un mono con una ametralladora¡±, por racista e inadmisible. Menos mal que, de momento, y que yo sepa, en Ohio no hay grandes simios.
elpaissemanal@elpais.es
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