Siria y la ley de la selva
Obama desmiente con su actuaci¨®n en la crisis siria sus declaraciones en favor de la legalidad internacional. La conducta ilegal de Asad al usar armas qu¨ªmicas no justifica la violaci¨®n del sistema jur¨ªdico
En 2009, en su discurso de aceptaci¨®n del Premio Nobel de la Paz que se le concedi¨® entonces, Obama enf¨¢ticamente dijo: ¡°Todas las naciones tienen que adherirse a los par¨¢metros que regulan el uso de la fuerza¡±. En junio de ese mismo a?o, el presidente pronunci¨® en El Cairo un discurso hist¨®rico... que ha pasado a la historia por el desvanecimiento de las ilusiones suscitadas en el mundo isl¨¢mico a ra¨ªz de sus palabras: ¡°He venido aqu¨ª en busca de una nueva relaci¨®n entre los Estados Unidos y los musulmanes de todo el mundo, basada en el inter¨¦s y respeto mutuos y la convicci¨®n de que mi pa¨ªs y el islam no se excluyen el uno al otro¡±.
Cuatro a?os despu¨¦s, en agosto y septiembre de 2013, a prop¨®sito de la crisis siria, el presidente alardea textualmente de que su pa¨ªs es diferente, excepcional y no recuerda su afirmaci¨®n al Boston Globe, en 2008, cuando persegu¨ªa ser designado candidato dem¨®crata a las elecciones: ¡°La Constituci¨®n no otorga al presidente poder alguno para autorizar unilateralmente un ataque militar en una situaci¨®n que no implique detener una amenaza inminente a la naci¨®n¡±. En septiembre, Obama quiso bombardear unilateralmente Siria, obviando la imprescindible autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sin que existiera amenaza inminente alguna contra su pa¨ªs. Asesores y personas de confianza de la Casa Blanca han estado afirmando sin recato alguno que el presidente estimaba que un ataque ser¨ªa legal, tanto desde el punto de vista internacional como el interno, aunque ni el Consejo de Seguridad onusiano ni el Congreso americano lo aprobaran.
Sin embargo, ante la dura evidencia jur¨ªdica de que solo el Consejo de Seguridad (donde Washington, cuando le ha convenido, ha ejercido el derecho de veto m¨¢s veces que los otros cuatro miembros permanentes combinados) puede autorizar el uso de la fuerza, la Administraci¨®n de Obama esgrimi¨® otros diversos argumentos. Se trataba de proteger el inter¨¦s nacional y promover la estabilidad regional. ?Es cre¨ªble que una lluvia de misiles de crucero sobre Siria ayudar¨ªa a la estabilidad regional?
Putin demostr¨® que s¨ª hay alternativa practicable al uso de la fuerza militar
Ante una situaci¨®n inhumana, horrorosa, provocada por la utilizaci¨®n de armas qu¨ªmicas debemos actuar ¡°como sea¡±. El ataque ser¨¢ ilegal, pero leg¨ªtimo, como en Kosovo en 1999, sin autorizaci¨®n del Consejo. Kosovo sent¨® un precedente que deviene derecho consuetudinario al margen de cualquier tratado, incluido el de Naciones Unidas, afirmaba la Administraci¨®n. Pero una golondrina no hace verano. El derecho consuetudinario exige una repetici¨®n de actos que se consideran de naturaleza jur¨ªdica a lo largo de un tiempo prolongado. No basta un ¨²nico precedente. Pero, adem¨¢s, los sabios consejeros jur¨ªdicos de la Administraci¨®n de Obama no quer¨ªan, al parecer, recordar que otra Administraci¨®n ¡ªla de Clinton, que atac¨® en Kosovo¡ª expl¨ªcitamente advirti¨® de que aquel asalto no deb¨ªa constituir un precedente. Tem¨ªan que otros Estados (Rusia, China, alg¨²n pa¨ªs africano) pudiera actuar de id¨¦ntica manera, esta vez contra intereses norteamericanos.
Es cierto que El Asad ha cometido cr¨ªmenes que deben ser castigados (no solo mediante la qu¨ªmica, si ello finalmente resulta oficialmente probado). La ¨¦tica impulsa al castigo, pero ha de ser en el marco de la ley, porque las violaciones del derecho internacional no confieren a otros Estados el derecho a violar el sistema jur¨ªdico, que no autoriza el uso de la fuerza por cuenta propia. Pero ojo, quien est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra. Un reciente estudio conjunto de dos prestigiosas facultades de Derecho, la de Stanford y la de la Universidad de Nueva York, concluye que el intenso uso de drones (aviones no tripulados) por parte de Estados Unidos para matar a enemigos en el extranjero viola el derecho internacional, el derecho internacional humanitario, el derecho internacional de derechos humanos y, probablemente, el derecho interno norteamericano.
Ajenos al tremendo da?o que a la imagen de Estados Unidos ocasiona en el mundo isl¨¢mico (y no solo en este) la utilizaci¨®n de los drones, los asesores legales del presidente continuaron buscando justificaciones para servirse de la fuerza ¡°en leg¨ªtima defensa¡±. As¨ª, llegaron a sostener que el Gobierno de Damasco constituye una amenaza inminente para la seguridad nacional porque las armas qu¨ªmicas podr¨ªan llegar a manos terroristas.
En cualquier caso ¡ªy a pesar de la evidencia de que la mayor¨ªa del pueblo norteamericano y de sus representantes parlamentarios son contrarios a asaltar militarmente Siria¡ª, la Administraci¨®n de Obama, ah¨ªta de rizar el rizo jur¨ªdico, concluy¨® que la acci¨®n militar es la ¨²nica manera de forzar a El Asad a negociar. Coincide en esto con el hermano anglosaj¨®n, el Reino Unido, cuyo Gobierno public¨® el 29 del pasado mes de agosto un comunicado oficial diciendo que ¡°no hay alternativa practicable al uso de la fuerza¡±. Obama tuvo suerte porque el primer ministro brit¨¢nico hizo el rid¨ªculo al solicitar del Parlamento autorizaci¨®n para bombardear Siria junto con Washington, lo que fue rechazado. Ello forz¨® a Obama a meditar sobre las consecuencias de una probable similar negativa por parte del Congreso norteamericano.
Hay algunos Estados que no est¨¢n interesados en poner fin ahora a la guerra civil en Siria
En esas estaban cuando lleg¨® Putin y mand¨® parar. Y demostr¨® (para frustraci¨®n de los Gobiernos estadounidense y brit¨¢nico, que no para sus respectivos pueblos) que s¨ª hay alternativa practicable al uso de la fuerza, contrariamente a lo afirmado textualmente por el Gabinete del primer ministro ingl¨¦s. El presidente ruso forz¨® la negociaci¨®n y juntamente con el escaldado Obama promovi¨® una iniciativa diplom¨¢tica que ha llevado a Siria a iniciar el desmantelamiento de sus armas qu¨ªmicas y a firmar la Convenci¨®n sobre la Armas Qu¨ªmicas. Si la inteligencia pol¨ªtica de las dos grandes potencias es capaz de mantener la conjunci¨®n de esfuerzos, la posibilidad de obligar a las dos partes enfrentadas a negociar pol¨ªticamente no es descabellada.
De todas maneras, la hostilidad entre el r¨¦gimen de El Asad y la oposici¨®n siria parece irreconciliable y hay algunos Estados que no est¨¢n interesados en poner fin ahora a la guerra civil. Es asimismo plausible resaltar la dificultad de que emerja una soluci¨®n con El Asad en el poder. De ah¨ª que una v¨ªa pol¨ªtica habr¨¢ de ser impuesta desde el exterior mediante el entendimiento de Washington y Mosc¨², con el consentimiento t¨¢cito de Pek¨ªn. Empero, es primordial insistir en que ¡ªen inter¨¦s del orden internacional¡ª la situaci¨®n siria ha de ser puesta bajo control del sistema onusiano y no a merced de una potencia o potencias dominantes.
No por ello, El Asad dejar¨¢ de ser un tirano criminal y parte de quienes le combaten terroristas asesinos de Al Qaeda, pero el derecho internacional y de Naciones Unidas habr¨¢ prevalecido. Mosc¨², como Occidente, est¨¢ seriamente preocupado por el peligro que supone el fundamentalismo isl¨¢mico y, en mi opini¨®n, comienza a reflexionar sobre el apoyo, hasta ahora incondicional, prestado a El Asad. China ha avanzado incluso m¨¢s que Rusia en la reflexi¨®n.
Mientras se avanza en el proceso, es deber moral y pedag¨®gico de los gobiernos ¡ªen especial de los de las grandes potencias¡ª trasladar a la opini¨®n p¨²blica la convicci¨®n de que el derecho internacional es salvaguardia de valores trascendentales en una sociedad civilizada que reniega de la ley de la selva y que la Carta de las Naciones Unidas es la columna vertebral del derecho internacional y el tratado central de la era moderna. Esos gobiernos nunca deber¨ªan olvidar que iniciar una acci¨®n militar unilateral, en flagrante y prepotente desprecio por esa Carta, pone en peligro el ¨²nico r¨¦gimen jur¨ªdico internacional que se esfuerza por mantener la paz y seguridad, evitando que retornemos a la selva.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista
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