Convivencia por presos
Hay que ofrecer un plan de reinserci¨®n combinado con la definitiva desaparici¨®n de ETA
El final de la actividad armada de ETA sin la disoluci¨®n de la organizaci¨®n nos plantea dos cuestiones ¨ªntimamente relacionadas: su desaparici¨®n definitiva y la construcci¨®n de una convivencia en el Pa¨ªs Vasco basada en el respeto a los derechos humanos y sustentada en los principios y valores del Estado de derecho. Estoy sinceramente convencido de que ETA no se disolver¨¢ sin un horizonte para sus presos y huidos. Y tambi¨¦n de que no ser¨¢ posible la convivencia en Euskadi en paz y libertad sin su definitiva desaparici¨®n.
Y nos encontramos en estos momentos en una situaci¨®n de par¨¢lisis en el camino hacia la consecuci¨®n de los dos objetivos antes enunciados. ETA no se disolver¨¢ sin un horizonte para sus presos, y el Gobierno de Mariano Rajoy responde que no har¨¢ ning¨²n movimiento en esta materia hasta la definitiva disoluci¨®n de la banda, llegando incluso a paralizar las actuaciones de la denominada v¨ªa Nanclares. Aquella que contempla la reinserci¨®n de los presos de ETA que hubieran abandonado la banda, reconocido su responsabilidad en el da?o causado e iniciado la reparaci¨®n a sus v¨ªctimas.
Y ante esta situaci¨®n de aparente callej¨®n sin salida considero necesario aportar alg¨²n elemento que pudiera ayudar a desbloquear la situaci¨®n partiendo de lo que hasta hace unos meses constitu¨ªa la f¨®rmula de soluci¨®n por la que han apostado todos los Gobiernos de la democracia espa?ola: el ¡°paz por presos¡±. El antecedente del final de ETApm, las previsiones del Pacto de Ajuria-Enea y las actuaciones llevadas a cabo en las treguas de 1998 y 2006 as¨ª lo ponen de manifiesto. Ahora bien, esta frase se basaba en la existencia de una organizaci¨®n armada no derrotada y se aplicaba con la intenci¨®n del cese de su actividad, lo que llevar¨ªa a su definitiva desaparici¨®n. Algo que ocurri¨® con ETApm.
ETA es ahora una organizaci¨®n policialmente derrotada y pol¨ªticamente dependiente de Sortu
Lo que ha cambiado en estos momentos es que ETA es una organizaci¨®n policialmente derrotada y pol¨ªticamente dependiente de una eventual nueva ilegalizaci¨®n de Sortu si volviera a reiniciar su actividad terrorista. Con el riesgo a?adido de forzar, en ese caso, un divorcio entre los dos brazos del denominado MLNV. Es decir, nos encontramos ante una doble derrota.
Los presos. Hist¨®ricamente ETA nunca se ha preocupado de sus presos. Los ha utilizado en plan victimista para denunciar ¡°la maldad del enemigo¡± confiando en que su puesta en libertad era algo conseguido de antemano en cualquier proceso de negociaci¨®n. Su objetivo no era el ¡°paz por presos¡± que se le ofrec¨ªa y que consideraba una trampa, ya que pretend¨ªa arrancar concesiones pol¨ªticas a sus interlocutores, pero estaba segura de que el proceso de negociaci¨®n contemplar¨ªa una salida m¨¢s o menos r¨¢pida de sus presos y una vuelta a casa a la misma velocidad de los huidos.
Pero los tiempos han cambiado. ETA es consciente de su debilidad org¨¢nica y pol¨ªtica como dec¨ªa anteriormente y de que el ¡°paz por compromisos pol¨ªticos¡± es imposible y trata de aferrarse a la segunda parte de la ecuaci¨®n, la que siempre hab¨ªa considerado como una trampa: el ¡°paz por presos¡±. Piensa que de conseguirlo a trav¨¦s de una negociaci¨®n, o al menos di¨¢logo, con los Gobiernos de Espa?a y Francia podr¨ªa, al menos, camuflar su derrota y venderla a su mundo y por su mundo como una victoria. Sin ser consciente de que no puede imponer nada a quienes la han derrotado, de que negociar de t¨² a t¨² con los Gobiernos de Espa?a y Francia es una enso?aci¨®n fruto de su alejamiento de la realidad, de su vida en una burbuja.
Ning¨²n Estado negociar¨ªa la paz con una organizaci¨®n a la que ha derrotado. Nada se les debe, son ellos los que deben mucho a la sociedad vasca y al conjunto de la sociedad espa?ola. Unas sociedades que, por cierto, dan este asunto por concluido. Algo comprensible fuera del Pa¨ªs Vasco, pero no dentro, ya que el fanatismo, el odio y la subcultura de la violencia ligados al famoso conflicto permanecen arraigados en una parte minoritaria, pero importante de la sociedad vasca.
Podemos concluir que nadie parece dispuesto a mover su posici¨®n. El Gobierno tiene s¨®lidas razones para no hacerlo y ETA un ¡°s¨®lido aislamiento¡± que le dificulta conocer y reconocer la realidad. No creo que crea ya ni a Sortu, a quienes ve como ¡°los que pisan moqueta¡±, m¨¢s preocupados por su futuro electoral que por la resoluci¨®n del denominado conflicto y de ¡°sus consecuencias¡±, o sea, los presos y huidos. La ciudadan¨ªa ha relegado la importancia de este asunto a los ¨²ltimos lugares de su preocupaci¨®n.
La convivencia. La convivencia en cualquier democracia se basa en dos grandes elementos: el respeto de los derechos humanos y la aceptaci¨®n de los principios y valores del Estado de derecho. Y ambos elementos est¨¢n claramente recogidos en la declaraci¨®n de la ponencia de paz y convivencia del Parlamento vasco de julio pasado, as¨ª como en el documento aprobado por el Consejo del Plan de Convivencia en septiembre de 2012.
A mi juicio, tendr¨ªamos que modificar el sentido de la frase ¡°paz por presos¡±, sustituy¨¦ndola por ¡°convivencia por presos¡± o, si se prefiere, ¡°presos por convivencia¡±. Habr¨ªa que combinar as¨ª la definitiva desaparici¨®n de ETA con la puesta en marcha de un camino, de un itinerario de reinserci¨®n de sus presos y huidos que facilitara la convivencia. Un camino que tendr¨ªa que basarse en la aceptaci¨®n por parte del conjunto del denominado MLNV de ambos elementos: derechos humanos y Estado de derecho. Una aceptaci¨®n que afirmara de forma n¨ªtida la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos pol¨ªticos, que aceptara la pluralidad de la sociedad vasca y que, por supuesto, reconociera su responsabilidad en el da?o causado y aceptara repararlo. Y, a mi juicio, el lugar id¨®neo para construir ese camino ser¨ªa el Parlamento vasco a trav¨¦s del di¨¢logo discreto de los grupos parlamentarios.
Una vez conseguido el acuerdo habr¨ªa que trasladarlo tanto a ETA como al Gobierno de Mariano Rajoy y socializarlo en la sociedad vasca. Reconozco que no es f¨¢cil, pero de otra forma podemos vernos abocados al mantenimiento del fanatismo y del odio en una parte significativa de la sociedad vasca, constituyendo un rescoldo que pudiera ser el germen de una nueva etapa de violencia pol¨ªtica.
Jes¨²s Loza Aguirre ha sido comisionado del lehendakari para la Convivencia en el Gobierno vasco de Patxi L¨®pez.
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