Un imperativo moral con fecha fija
Ahora sabemos que es posible terminar con la pobreza en una sola generaci¨®n
En el mundo de hoy se est¨¢ produciendo un cambio hist¨®rico, inadvertido para la mayor¨ªa e impensable d¨¦cadas atr¨¢s. En solo una generaci¨®n, podemos poner fin a la pobreza extrema. Esto es revolucionario. Durante siglos, muchos l¨ªderes religiosos pensaron que la pobreza era inevitable, parte del orden establecido por Dios. Pocos se atrevieron a sugerir que podr¨ªa tener origen en el ser humano y que este podr¨ªa eliminarla.
La suposici¨®n de que siempre habr¨ªa pobres fue excusa para la inacci¨®n. Hoy tenemos nuevas responsabilidades. Debemos tomar conciencia de la posibilidad de terminar con la pobreza, en gran medida resultado de pol¨ªticas y estructuras creadas por el ser humano. Para encarar con decisi¨®n esta tarea, necesitamos la participaci¨®n activa de las comunidades religiosas del mundo.
En los ¨²ltimos meses, varios l¨ªderes han respaldado el objetivo de poner fin a la pobreza extrema en 2030. El presidente estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, entre otros, manifestaron su apoyo. Recientemente, los 188 pa¨ªses miembros del Grupo Banco Mundial se adhirieron a este objetivo y al de impulsar la prosperidad compartida, medida por el aumento de los ingresos del 40% m¨¢s pobre en los pa¨ªses en desarrollo.
Entre 1990 y 2010, la proporci¨®n de personas que viv¨ªan con menos de 1,25 d¨®lares al d¨ªa (l¨ªnea que mide la pobreza extrema en el mundo) se redujo a menos de la mitad. Con este progreso notable, el fin de la pobreza est¨¢ al alcance de la mano. A pesar del impacto de la crisis financiera, los economistas del Grupo Banco Mundial creen que con pol¨ªticas dirigidas a terminar con la pobreza e impulsar la prosperidad econ¨®mica, podremos alcanzar este hito hist¨®rico en 2030.
Para la Iglesia cat¨®lica, el compromiso con los pobres se basa en dos valores vigentes desde los tiempos de san Pablo: caridad y esperanza. La caridad es ayudar a satisfacer las necesidades inmediatas de los pobres. Con m¨¢s de 1.000 millones de personas que viven por debajo de las condiciones b¨¢sicas de supervivencia, esta es una labor urgente. Y la esperanza implica abordar las causas profundas de la pobreza.
Algunos te¨®logos han preconizado la opci¨®n preferencial por los pobres. Se trata en realidad de una antigua idea incluida en las Escrituras: ¡°Los ¨²ltimos ser¨¢n los primeros¡±.
Las condiciones de vida de los m¨¢s vulnerables son una prueba moral b¨¢sica para todos. En una sociedad marcada por profundas divisiones entre ricos y pobres, el Evangelio seg¨²n San Mateo ordena a los cristianos poner las necesidades de los pobres y los vulnerables en primer lugar. Es un llamado a la justicia social como forma de traer el Reino de los Cielos a la Tierra.
Este objetivo necesita la
sabidur¨ªa y la fuerza que
brindan las religiones
de todo el mundo
Todas las religiones nos han alertado acerca del desaf¨ªo moral que representa la pobreza.
El islam ense?a a dar el exceso de riqueza a los necesitados; los musulmanes cumplen con este precepto durante todo el a?o a trav¨¦s del llamado kherat y mediante la donaci¨®n anual de un porcentaje de sus bienes a los pobres, denominada zakat. Un principio fundamental del juda¨ªsmo es que aquellos que tienen mucho deben compartirlo con los menos afortunados. Y, de acuerdo con el budismo, debe abordarse la pobreza mediante acciones compasivas como modo de liberar a las personas del dukkha, que podr¨ªa traducirse como ¡°malestar¡±.
El camino para poner fin a la pobreza ser¨¢ dif¨ªcil. Pero los economistas y l¨ªderes pol¨ªticos creen que se puede lograr. Es hora de que los l¨ªderes religiosos se adhieran activamente a esta meta y reaviven la esperanza. M¨¢s all¨¢ de los argumentos econ¨®micos y pol¨ªticos, las comunidades religiosas deben trabajar para poner fin a la pobreza porque nos preocupamos por cada uno de los pobres como individuos. Las tradiciones religiosas reconocen nuestro deber de amarnos los unos a los otros, y el amor es el eje de la justicia.
Los l¨ªderes de los pa¨ªses en desarrollo, el Grupo Banco Mundial y otras organizaciones internacionales est¨¢n pensando en los pasos para poner fin a la pobreza extrema. Avanzar implica impulsar el crecimiento econ¨®mico de un modo social y ambientalmente sostenible; invertir en salud, educaci¨®n y protecci¨®n social para lograr una distribuci¨®n m¨¢s justa de las oportunidades; mejorar infraestructuras e incrementar la competitividad para as¨ª promover salarios justos a trav¨¦s del sector privado.
Si los economistas se centran en el crecimiento como medio de eliminar la pobreza, la comunidad religiosa dispone de un argumento complementario. Al tener como mira el fin a la pobreza en 2030, el mundo ha definido una zona de claridad moral que puede unir organizaciones seculares y comunidades religiosas. La fuerza de este objetivo proviene de su base moral.
El esc¨¢ndalo de la pobreza econ¨®mica extrema es una mancha en nuestra conciencia colectiva. Para terminarla se requerir¨¢n inversiones, capacidad t¨¦cnica e innovaci¨®n por parte de Gobiernos, sector privado, organizaciones de desarrollo y comunidades. Ponerle fin a la pobreza es, sobre todo, dar a los pobres las herramientas para que forjen su propio destino. Para alcanzar este objetivo, necesitamos la sabidur¨ªa y la fuerza moral que brindan las religiones de todo el mundo.
Jim Yong Kim es presidente del Grupo del Banco Mundial y el padre Gustavo Guti¨¦rrez es autor de numerosos libros, incluido el hist¨®rico trabajo Teolog¨ªa de la liberaci¨®n.
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