Ingenier¨ªa alemana
Una gran coalici¨®n CDU-SPD ser¨ªa la mejor opci¨®n para la estabilidad de Europa
Tres partidos, 12 grupos de trabajo divididos por sectores y 75 delegados que supervisan el proceso. Las negociaciones que acaba de emprender la Uni¨®n Cristiano Dem¨®crata (CDU) de Angela Merkel con su partido hermano, la Uni¨®n Socialcristiana de Baviera (CSU), y con los socialdem¨®cratas (SPD) de Sigmar Gabriel para formar Gobierno se presentan complicadas, prolijas y llenas de incertidumbre. Tanto que el propio presidente alem¨¢n, Joachim Gauck, ha cre¨ªdo conveniente mediar en los contactos.
Ese ha sido el mandato de las urnas, que el pasado 22 de septiembre encumbraron a Merkel con una victoria arrolladora, pero la privaron de sus socios liberales del FDP, convertidos hoy en fuerza extraparlamentaria. A pocos esca?os de la mayor¨ªa absoluta, la CDU necesita un socio. Y rotas las posibilidades de un pacto con un partido Verde castigado en la votaci¨®n y en pleno reajuste, la ¨²nica alternativa posible a un Gobierno en minor¨ªa ¡ªin¨¦dito en la historia alemana reciente¡ª o a unas nuevas elecciones es un acuerdo con la segunda fuerza, el SPD. Es decir, reeditar la gran coalici¨®n que funcion¨® entre 2005 y 2009 tambi¨¦n bajo la batuta de Merkel.
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Solo que esta vez, los socialdem¨®cratas recelan: fagocitados por la canciller, aquella alianza les acarre¨® un declive electoral que a¨²n arrastran. Pero tambi¨¦n es cierto que estando fuera del Gobierno no han logrado ¡ªni probablemente lograr¨ªan ahora¡ª mejorar posiciones. Un pacto con el CDU les brindar¨ªa acceso al Gabinete y la posibilidad de abrir paso a algunas de sus propuestas. En su lista de exigencias est¨¢n el salario m¨ªnimo interprofesional, m¨¢s inversiones en infraestructuras y educaci¨®n y mejora en las finanzas de los municipios. Fuera de esa lista ha quedado ¡ªy es un s¨ªntoma de buena disposici¨®n¡ª la subida de impuestos a los m¨¢s ricos, que figuraba en su programa electoral y que Merkel ha descartado por completo.
Merkel y Gabriel deber¨¢n vencer resistencias en sus partidos, y el SPD ha dejado la ¨²ltima palabra a sus militantes. Pero el esfuerzo vale la pena. El acuerdo, que respalda al menos el 60% de la poblaci¨®n, ser¨ªa una garant¨ªa de estabilidad no solo para Alemania, enfrentada a complicados pron¨®sticos de crecimiento, sino para una Europa a¨²n en crisis, amenazada por los populismos y que tiene hoy por hoy en Berl¨ªn su principal ancla.
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