Borr¨®n y cuenta nueva
La belleza regresa a los or¨ªgenes para parar los pies al exceso de artificio en el maquillaje. ?Un verdadero cambio? Solo una treta m¨¢s, un nuevo disfraz en una historia que se repite
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5YVKMNQFEBRDCNPFQ3VXEAN4E4.jpg?auth=c078a41d0052dfacd64679e956c645bdf0f975db4943d098097e4828f406be44&width=414)
Es inevitable tomarse el retorno a lo natural con cierto recelo y distancia. No nos enga?emos, solo suena a un artificio m¨¢s dentro de un mundo a la caza hist¨¦rica de nuevos valores. A la espera del Santo Grial que gu¨ªe este futuro incierto, solo queda huir hacia delante. Y es en esa fuga donde nos topamos con la senda perdida de la sencillez y la naturalidad frente al exceso de m¨¢scara que ha marcado gran parte de la ¨²ltima d¨¦cada.
Solo era cuesti¨®n de tiempo que llegara el hast¨ªo ante la fiebre de logos, bling-bling y doble pesta?a para dejar paso a un paisaje m¨¢s desnudo, austero y, ay, aut¨¦ntico. ?Pero en este proceso de lavado de cara acaso no deja de ser sintom¨¢tico que la reina absoluta del disfraz y el maquillaje, la ¨ªnclita diva pop Lady Gaga, base su ¨²ltima campa?a promocional precisamente en la desnudez? ¡°Para escribir estas canciones he tenido que quitarme todas las pelucas y el maquillaje¡±, asegur¨® en septiembre en Londres ante una audiencia que asisti¨® en directo al milagro: el strip-tease capilar de la estrella, que mostr¨® su ¡°verdadero pelo¡± y proclam¨® despu¨¦s: ¡°Aqu¨ª est¨¢ el ser humano¡±. La portada de su nuevo disco, Artpop, dise?ada por Jeff Koons, muestra entreverado El nacimiento de Venus de Boticelli y pone sobre la mesa el sue?o de un nuevo Renacimiento en el que los c¨®digos de belleza vuelven a estar regidos por la pureza, la simplicidad y el equilibrio.
Que Lady Gaga quiera volver a la pila bautismal quiz¨¢ solo forma parte de una performance m¨¢s, pero lo que es seguro es que hemos abusado de la fantas¨ªa femenina hasta el punto de deshumanizar los rostros m¨¢s bellos. Da igual que algunas actrices (Cate Blanchett, Rachel Weisz, Kate Winslet¡) pongan el grito en el cielo contra el b¨®tox y el exceso de retoques digitales; en el fondo, todas (ellas tambi¨¦n) han participado de la esquizofrenia est¨¦tica que rige estos tiempos: no vale renegar de los desmanes del Photoshop y las inyecciones para luego acceder a millonarias campa?as de publicidad en las que la piel parece todo menos real. Queramos creerlo o no, entre las pat¨¦ticas fotos en Cuore de la carne algo ca¨ªda de Kate Moss (o de casi cualquier modelo de su edad) y las de su cuerpo perfecto solo dos revistas m¨¢s all¨¢ del mismo quiosco existe una tercera v¨ªa: sin duda, la m¨¢s atractiva de las tres.
No vale renegar de los desmanes del Photoshop y las inyecciones para luego acceder a millonarias campa?as de publicidad en las que la piel parece todo menos real
Ahora toca serenarse, pecar de menos y retomar esa buena costumbre aprendida de nuestras abuelas antes de acostarse: quitarse todo el exceso de la cara. Parece que volvemos (ojal¨¢) al glorioso Images of women (1997), del alem¨¢n Peter Lind?bergh, reeditado este a?o en peque?o formato. Desde su portada, con Beri Smither cubierta de pecas y lunares, el fot¨®grafo gritaba su amor por la piel de las mujeres a las que fotografiaba. Nunca Linda Evangelista, Tatjana Patitz o Kristen McMenamy, por citar solo a algunas de aquellas diosas, resultaron tan reales. Enfurru?adas, llorosas, arrugadas, tristes¡ ten¨ªan piel, salada y dulce. Tambi¨¦n ten¨ªan cuerpo y alma. Lindbergh, cuya portada en blanco y negro para el Vogue brit¨¢nico del primer mes del a?o 1990 marc¨® una era, es en gran medida el responsable de una belleza (espont¨¢nea y sin ornamentos, pero inalcanzable) cuyo impacto ha resultado hasta la fecha dif¨ªcil de imitar.
Las revistas anuncian a coro el fin de la ostentaci¨®n. Los aires de nuevo rico est¨¢n mal vistos y empiezan a se?alarse como lo que siempre fueron: de mal gusto. La artesan¨ªa (de calidad) y el campo (id¨ªlico) se presentan como alternativas dignas y sencillas frente a la marea de artificios. Los aires folk nos devuelven a una tierra donde las piedras preciosas ya no son ni el oro ni los brillantes. El negocio (en cremas, en gastronom¨ªa, en tejidos¡) vuelve la mirada a lo local, a lo ecol¨®gico, a lo sostenible. Detenerse, respirar, caminar¡ En los pa¨ªses n¨®rdicos, el yoga a la carta (var¨ªa seg¨²n la estaci¨®n y el sexo) es el ¨²ltimo grito para los que quieren ejercitar el esp¨ªritu y el cuerpo sin estridencias. Las curas de desintoxicaci¨®n tecnol¨®gica son otra novedad que crece: los hoteles para adictos al m¨®vil (no, no se puede subir la foto de la cena al Instagram, ni acceder al ¨²ltimo tuit o al nuevo chiste del chat de grupo de WhatsApp) est¨¢n dejando de ser una excentricidad del futuro para convertirse en una realidad del presente ante el crecimiento imparable de patolog¨ªas asociadas al autismo emocional que provoca el uso abusivo de terminales de Internet. En definitiva, ofertas de nuevo cu?o dispuestas a rivalizar con la ya hortera bienvenida con champ¨¢n y p¨¦talos de rosa.
Dejemos el ruido y la furia de la verdadera vida salvaje por el encanto de un sue?o seguro y bien envasado
Pero m¨¢s all¨¢ de la tendencia del detox digital de los hoteles chamizo de lujo o de las infinitas terapias de belleza natural obsesionadas con conectarnos de nuevo con la tierra que olvidamos pisar, la vuelta a la naturaleza se percibe en todos los terrenos. El arte contempor¨¢neo, tan poco dado a echar la vista atr¨¢s, vuelve la mirada a los heroicos tiempos del land art de los setenta, cuando la naturaleza devino en pr¨¢ctica creativa, con exposiciones como Ends of the earth, que se exhibi¨® el a?o pasado en M¨²nich y Los ?ngeles. Vuelve el inter¨¦s por proyectos como el del brit¨¢nico Richard Long, que lleva d¨¦cadas convirtiendo en obra de arte viejos caminos de todo el mundo, y se convierte en ¨¦xito un libro tan ins¨®lito como Salvaje (Roca Editorial, 2013), que narra el viaje a pie por el macizo del Pac¨ªfico de Estados Unidos de una mujer sin experiencia en senderismo. Una gesta celebrada con entusiasmo por Nick Hornby en su columna de la revista The Believer: ¡°As¨ª de claro, Salvaje es uno de los mejores libros que he le¨ªdo en los ¨²ltimos cinco o 10 a?os¡±. Cheryl Strayed, su autora, sigui¨® la senda de Walden, obra cumbre del pensamiento de Estados Unidos que casualmente se ha reeditado este a?o en Espa?a (Errata Naturae), donde se han rescatado por primera sus diarios (Capit¨¢n Swing).
El autor de Walden, Henry David Thoreau (1817-1862), proclam¨® que el hombre se hab¨ªa vuelto la herramienta del hombre, huy¨® lejos del ruido y busc¨® la felicidad del b¨²ho, del r¨ªo y del arce. ¡°No pretendo escribir una oda al abatimiento¡±, escribe Thoreau, ¡°sino jactarme con tanto br¨ªo como el gallo encaramado a su palo por la ma?ana, aunque solo sea para despertar a mis vecinos¡±. Aunque quiz¨¢ sea conveniente cerrar cualquier tentaci¨®n rom¨¢ntica del regreso a la naturaleza con la terrible reflexi¨®n de Werner Herzog en Grizzly man, genial documental sobre la tr¨¢gica historia de Timothy Treadwell, activista que se crey¨® amigo de los osos y muri¨® devorado por ellos junto a su novia. El cineasta alem¨¢n, que cita Walden en su filme, retorn¨® a su obsesi¨®n sobre el deseo del hombre de abandonar la civilizaci¨®n para entregarse a una aventura tan in¨²til como desesperada: enfrentarse a la incapacidad de sobrevivir en un entorno salvaje sin enloquecer o morir.
Pero dejemos el ruido y la furia de la verdadera vida salvaje por el encanto de un sue?o seguro y bien envasado. Digamos mejor que solo se trata de una reinvenci¨®n m¨¢s, un nuevo cambio de disfraz. Al rescate de una belleza m¨¢s emocional, pero sin creernos que eso signifique el fin del carnaval.
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