El inexplicable se?or Franco
Lo ¨²nico que no ha hecho James Franco este a?o es descubrir una cura para el resfriado com¨²n. Todo lo dem¨¢s lo tiene cubierto: actuar en superproducciones, Broadway y TV; publicar libros; sacarse otro t¨ªtulo universitario; dirigir tres pel¨ªculas; ser imagen del Made to Measure de Gucci... El artista explic¨® para ICON que hay m¨¦todo en su locura y le dimos la portada por ello
"La primera vez que trabaj¨¦ solo por dinero fue cuando dej¨¦ los estudios para convertirme en actor y mis padres me dijeron que muy bien, pero que no me iban a dar un duro. Me met¨ª en un McDonald¡¯s¡±, discurre James Franco un solead¨ªsimo domingo de octubre en Los ?ngeles. ¡°Y la ¨²ltima vez fue para darle dinero a Gia Coppola [nieta de Francis Ford], que hab¨ªa escrito una fant¨¢stica adaptaci¨®n al cine de mi libro de relatos, Palo Alto¡±, contin¨²a. ¡°No consegu¨ªamos financiaci¨®n, y no me preguntes por qu¨¦, porque apellid¨¢ndote Coppola¡ As¨ª que le ped¨ª a mi agente que me metiera en algo donde pagaran bien y me encontr¨® el papel del malo en Homefront, un thriller que estrenar¨¦ en unas semanas¡±.
Esta sinceridad, entre chispeante, temeraria e inocentona, es t¨ªpica en James Franco, un lac¨®nico hombret¨®n de 35 a?os de mirada ausente y singular dicci¨®n arrastrada con la que termina tres de cada diez frases que empieza. Es f¨¢cil recordar su fotog¨¦nico rostro coprotagonizando la trilog¨ªa de Spider-Man, besando a Sean Penn en Mi nombre es Harvey Milk o como candidato al Oscar por 127 horas. O como inefable icono de moda de lo que llevamos de siglo. Su campa?a como imagen del nuevo perfume Made to Measure, de Gucci, da cuenta de sus galones en ese sentido. Todo esto bastar¨ªa para concluir que se trata de una superestrella. Pero aunque una veintena de personas se est¨¦n desviviendo en la mansi¨®n de Beverly Hills en la que transcurre este reportaje para que parezca lo contrario, James Franco no es una superestrella cualquiera.
Actuar es como ir en el coche de otro. Yo lo que quiero es conducir
¡°Me he dado cuenta de que, por mucho que me guste actuar, el cine es un medio de directores, as¨ª que, como actor, no puedo aportar mucho a mis pel¨ªculas¡±, argumenta. ¡°Actuar es como ir en el coche de otro. Y yo lo que quiero es conducir¡±. A partir de aqu¨ª, en su discurso se entrecruzan nombres de proyectos y colaboradores que vertebran la inaudita demencia productiva en la que se ha convertido su carrera en los ¨²ltimos tiempos.
No es solo que lleve un promedio de diez pel¨ªculas anuales, sumando aquellas en las que act¨²a, las que dirige y las que produce. Es que tambi¨¦n se ha graduado en literatura y completado dos m¨¢sters en escritura, otro en cine y otro en poes¨ªa. Imparte clases de cine en la Universidad de Nueva York mientras se saca un doctorado en Yale. Ha publicado una novela, un libro de relatos y dos colecciones de poemas. Hace pocas semanas present¨® la osada adaptaci¨®n de Mientras agonizo, de William Faulkner, que ha escrito, dirigido y protagonizado. ¡°?Y si me muero ma?ana y resulta que esta es mi ¨²nica vida?¡±, se justifica. Buena parte de la cr¨ªtica le vapulea por todos estos proyectos, pero a ¨¦l le da igual. ¡°Voy a hacerlo todo mientras pueda¡±, ronronea. ¡°Pienso hacer caso a las voces de mi cabeza que me dicen ¡®haz lo que amas¡¯. ?Por qu¨¦ iba a escuchar a las de la vida real que dicen ¡®lim¨ªtate a actuar¡¯?¡±. A este ritmo, Franco acabar¨¢ convenci¨¦ndonos a todos de que es el intelectual m¨¢s guapo de la historia. Aunque en el proceso, entre grandes escritores y superproducciones, quiz¨¢ mande alg¨²n mensaje dif¨ªcil de descifrar. ¡°S¨ª y no. S¨¦ que tengo una imagen p¨²blica. Al principio intentaba controlarla, pero resulta que no se puede. La gente crea un personaje con el que solo estoy remotamente conectado. Pero si las revistas usan ese personaje para vender, que no es algo malo, ?por qu¨¦ no voy a usarlo yo para vender lo que quiero vender?¡±.
Giro ¡®franquiano¡¯
La imagen p¨²blica que cultiva Franco es digna de estudio. Todo actor est¨¢ndar suele componer un retrato que es tres cuartos mito y uno realidad. A ¨¦l eso no le basta. Otorga a todo lo que toca un toque posmoderno, autorreferencial y, en fin, franquiano. En 2009 sorprendi¨® al p¨²blico al interpretar a Franco, un artista asesino en la 47? temporada del culebr¨®n matutino Hospital general. De la experiencia rod¨® un documental sobre un tipo llamado Franco que act¨²a en Hospital general y dijo que todo era una performance encubierta. Este a?o estren¨® Juerga hasta el fin, donde se recrea haciendo de un tal James Franco, un actor pretencioso y seudoartista. Imitando las cr¨ªticas que le acusan de no ser tan culto como quiere parecer, public¨® un v¨ªdeo en una web de humor que imitaba su campa?a para Gucci pronunciando mal el nombre de la marca. En la vida real parece un personaje que hace gui?os al cine y en el cine es un personaje que hace gui?os a la vida real.
?¨CLa imagen que cede a las marcas, ?es personaje tambi¨¦n?
¨CEn Gucci trabajo con gente que ya es pr¨¢cticamente amiga: no es solo posar para un par de anuncios. Tambi¨¦n me ayudan a financiar mis proyectos. Me prestaron la valla que tienen en Sunset Boulevard para que pusiera un p¨®ster de mi adaptaci¨®n de Comarc McCarthy, Hijo de Dios, que fue un cuadro que pint¨¦ yo mismo. Hay m¨¢s persona real que personaje en mi relaci¨®n con la marca.
¨CEste oto?o es la imagen de su nuevo perfume, Made to Measure. ?Hay alg¨²n aroma que le apasione en especial?
¨CNo soy muy de olores. Y esa pregunta ya me la han hecho.
¨CLo s¨¦. Es que me gust¨® su respuesta.
¨CAh, ?la contest¨¦? ?Qu¨¦ dije?
¨CEspaguetis.
¨CNo, esa es mi comida favorita.
¨CMe temo que le han citado mal.
¨CLo s¨¦, me pasa mucho.
¨C?Cu¨¢l es la mentira que se dice de usted que m¨¢s le divierte?
¨CQue soy un fumeta. No toco las drogas desde el instituto.
Me daba miedo el rid¨ªculo. Quer¨ªa ser ¡®cool¡¯. Eso es in¨²til. Ya no dejo que el miedo me controle
Donde Franco s¨ª cumple con la categor¨ªa de su estrellato es en lo vol¨¢til que es. Las primeras horas que dedica a este reportaje le pillan sonriente bajo una gorra de b¨¦isbol. De ah¨ª pasa a un interludio de incomodidad provocada por el hambre (son las tres de la tarde y a¨²n no ha comido). ¡°Quiz¨¢ me vendr¨ªa bien un poco de aire aqu¨ª dentro¡±, susurra. Un sutil arqueo de cejas dirigido a su publicista y la casa se vac¨ªa como por arte de magia. Llega el caf¨¦ negro, el hummus y el pan de pita que ha pedido, el actor toma el control de la m¨²sica y vuelven las sonrisas arrebatadoras. Empieza pinchando MoneyGrabber, de Fitz & The Trantrums, y para cuando llega al Like a prayer de Madonna, rompe en un baile discotequero con su maquillador. De repente, vuelve el James Franco al que parecen importarle m¨¢s sus impulsos que sus inhibiciones. El mismo que se travisti¨® para una revista espa?ola, Candy, bajo la leyenda de ¡°Viva Franco¡±. El que recre¨® Psicosis interpretando a Janet Leight. El que en Hijo de Dios se film¨® a s¨ª mismo defecando sobre la alfombra de su hermano. Parece la lista de cosas que Tom Cruise nunca har¨ªa.
¡°No estaba cagando de verdad, ?eh?", interrumpe. "Lo que se ve no era un excremento, era una salchicha pintada con chocolate¡±. Como imagen es igualmente atrevida, le comento. ¡°Ese deseo que le dec¨ªa de controlar mi imagen se basaba en un miedo enorme a hacer el rid¨ªculo. Quer¨ªa ser cool todo el tiempo y que me tomaran en serio. Pero entend¨ª que el miedo es un sentimiento in¨²til. Ahora no dejo que me detenga¡±.
Tr¨ªos y letras
Hay pruebas de aquel viejo miedo al rid¨ªculo. En el rodaje de Freaks and geeks, la telecomedia que, en 2000, le lanz¨® a la fama por interpretar a un guaperas abobado, Franco se encerraba en su coche a leer a Freud, Dostoievski y Joyce. Esa pulsi¨®n por lo acad¨¦mico, acaso heredada de sus diletantes padres y tambi¨¦n palpable en sus hermanos Dave (actor) y Tom (escultor), cuajar¨ªa en 2007. La saga de Spider-Man le hab¨ªa convertido en estrella. ¡°Pero no me gustaba la mayor¨ªa de pel¨ªculas que hab¨ªa hecho¡±, confiesa. T¨ªtulos como Trist¨¢n e Isolda o Flyboy le estaban dando la imagen de buen actor de pel¨ªculas malas. Tambi¨¦n dedicaba una energ¨ªa inusitada a preparar sus papeles. Para interpretar a un chapero en 2002, se meti¨® en un bar gay y se hizo pasar por uno. Tan ce?ido estuvo al papel que acept¨® ser contratado para un tr¨ªo del cual, insiste, solo particip¨® quit¨¢ndose la camiseta y observando. Quiz¨¢ esa energ¨ªa, debi¨® pensar, pod¨ªa dedicarla a fines m¨¢s provechosos. ¡°Decid¨ª que la universidad me permitir¨ªa desarrollar mis intereses¡±.
Empez¨® la primera de sus carreras en la Universidad de California con indisimulada glotoner¨ªa. Se apunt¨® al triple de cursos que se le piden a un alumno normal. Ni siquiera se relacionaba con sus compa?eros de clase. Era famoso por llegar al aula, tomar notas, hacer preguntas y desaparecer. ¡°Ya hice el loco lo suficiente durante el instituto¡±, recuerda. ¡°No necesitaba irme de juerga universitaria¡±. Lo que no sospechaba es que pronto experimentar¨ªa el rechazo de cierto establishment art¨ªstico.
La cosa empez¨® en 2011, cuando se filtr¨® en Internet una foto de Franco durmiendo en una de sus clases. Un ¨¦xito viral. Luego, un profesor que le suspendi¨® por falta de asistencia fue despedido. Fue el que le denunci¨® alegando que la destituci¨®n hab¨ªa sido cosa de Franco, que era ¡°el t¨ªpico famoso abus¨®n¡±, aunque retir¨® la acusaci¨®n al tiempo. Como inmune, la carrera de Franco se hab¨ªa llenado en cuesti¨®n de meses de nombres literarios tan incontestables como poco comerciales. Interpret¨® a los poetas Allen Ginsberg y C.K. Williams. Escribi¨®, dirigi¨® y protagoniz¨® una biograf¨ªa de Hart Crane. A lo que hay que sumar sus adaptaciones de Cormac McCarthy y Faulkner.
¨C?No ser¨¢ que es usted un poco mit¨®mano?
¨CSon los autores que me gustan, los que le¨ªa de peque?o, as¨ª que es l¨®gico que los elija en las ¨¢reas en las que tengo libertad para ello. Trabajar con material de Faulkner o Ginsberg es como tenerlos de colaboradores, que es m¨¢s estimulante.
¨CPero luego le pasa como en septiembre, cuando se public¨® una reedici¨®n de Mientras agonizo, de Faulkner, con una foto de su cara en la portada, aprovechando que meses despu¨¦s se estrena su pel¨ªcula. Los internautas se escandalizaron.
¨CNo lo s¨¦ porque con eso no tuve nada que ver [uno sabe que James Franco se le ha puesto a la defensiva porque se le cierran las vocales y acelera el discurso para frenarlo en una alargada ¨²ltima s¨ªlaba]. Yo solo consegu¨ª los derechos de la pel¨ªcula y la dirig¨ª y¡ yo ni s¨¦ cu¨¢l es la editorial, pero debieron pensar que as¨ª vender¨ªan m¨¢s copias. He visto la portada y no creo que sea la mejor foto para el libro. Aunque es una foto buena. Pero si as¨ª m¨¢s j¨®venes leen a Faulkner, es bueno.
¨C?No se esperaba la reacci¨®n? Nadie m¨¢s ha osado adaptarle.
¨CNo voy a estar pensando qu¨¦ temas venden ahora en Hollywood. He actuado en pel¨ªculas grandes. He actuando en algunas de las pel¨ªculas m¨¢s grandes de la historia. Ahora que soy director, voy a hacer las que nadie m¨¢s hace. Mira a Faulkner: 80 a?os por ah¨ª y nadie lo hab¨ªa adaptado. Era un reto.
Esa respuesta es lo m¨¢s cerca que se puede estar de explicar, grosso modo, la vida y obra de James Edward Franco. Si dentro de cien a?os la raza humana se plantea por qu¨¦ un actor alabado, el tipo que todo el mundo compara con James Dean, decidi¨® convertirse en un intelectual incombustible, en un acad¨¦mico que inspira perfumes a la dise?adora de Gucci, Frida Giannini, alguien deber¨ªa advertirles: ¡°Es que era un reto¡±.
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