Kennedy se nos muere
La imagen de JFK no suscita el mismo entusiasmo que hace a?os El 50 aniversario de su magnicidio ha suscitado muchos homenajes peque?os y puntuales pero no un boom como en otros aniversarios
El magnicidio de John F. Kennedy cumple 50 a?os cuando el presidente hist¨®rico de moda es Abraham Lincoln. Puede achacarse el asunto a una carambola: Spielberg estren¨® biopic sobre este ¨²ltimo a finales de 2012 y as¨ª contribuy¨® a devolver a Lincoln a la conversaci¨®n colectiva. Tambi¨¦n se puede hablar de actualidad.
Los muy divididos Estados Unidos de hoy tienen m¨¢s en com¨²n con los de Lincoln, que presidi¨® el pa¨ªs durante la guerra civil, que con el optimismo y la vitalidad que suelen asociarse a la era Kennedy.
Pero sobre todo es una cuesti¨®n generacional: la conexi¨®n emocional que EE UU sent¨ªa con JFK se est¨¢ enfriando. No es que ¨¦l haya perdido puntos como pol¨ªtico (las encuestas populares de los mejores presidentes de la historia lo sit¨²an cada vez m¨¢s alto), es que su imagen y su apellido ya no suenan como sin¨®nimos de la grandeza estadounidense.
Este a?o ha aparecido el volumen Killing Kennedy, del ultraconservador Bill O¡¯Reilly (y su adaptaci¨®n televisiva con Rob Lowe), donde no solo se le presenta como el rancio icono conservador que ¨¦l nunca fue, sino como una v¨ªctima de las circunstancias y no el estadista visionario que tal vez s¨ª fue.
Tambi¨¦n se ha publicado Kennedy: el ¨¢lbum de una ¨¦poca, de La F¨¢brica. En este volumen lo muestran como figura hist¨®rica. Ser¨¢ que los hombres mujeriegos y as¨ª de acaudalados han pasado de moda; ser¨¢ que el trauma nacional de su magnicidio ha sido sustituido por dos torres gemelas envueltas en llamas; ser¨¢ que ya no reaccionamos con tanto entusiasmo a la nostalgia de los sesenta.
El caso es que cuesta encontrar a un menor de 30 a?os que reconozca el t¨¦rmino Camelot: aquella Am¨¦rica condenada a inventar el futuro que en 1960 recibi¨® la fotocopiadora, el l¨¢ser, la p¨ªldora y a un presidente joven, guapo y rico.
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