?A qu¨¦ huele lo nuevo cada a?o?
Por nuestro colaborador habitual Miquel Carrilo (MiquelCarr).
Imagen extra¨ªda de Marketing Web
?Quieren saber a qu¨¦ huele tener un m¨®vil nuevo cada a?o? ?O cu¨¢l es el olor de los televisores y ordenadores que abandonamos por el ¨²ltimo grito en tecnolog¨ªa? Al principio parece que de ellos se desprende un aroma reconfortante, un efluvio pl¨¢stico que calma nuestro deseo de estar totalmente en onda con el mundo. Pero si aspiran profundamente, reconocer¨¢n el olor nauseabundo de los vertederos de basura de Saki Naka (India), Agbogbloshie (Ghana) o Guiyu (China).
El mundo generar¨¢ en 2013 unos 50 millones de toneladas de residuos t¨®xicos, y el volumen crece entre un 16% y un 28% cada cinco a?os, el triple que la basura domiciliaria. Entre el 50 y el 80% acaba en esas ciudades vertedero. El 95% de los habitantes de Guiyu vive del procesamiento de monta?as de basura electr¨®nica, una ciudad donde no se encuentra agua potable en el subsuelo en 50 km a la redonda, entre otras cosas, gracias a la contaminaci¨®n que el deficiente tratamiento dado a este tipo de basura genera en los acu¨ªferos.
A pesar de existir el Convenio de Basilea, que proh¨ªbe la exportaci¨®n de este tipo de 'mercanc¨ªa', el tr¨¢fico mueve s¨®lo en Estados Unidos m¨¢s de 500 millones de d¨®lares anuales. Ghana, Nigeria y otros pa¨ªses de ?frica empiezan a hacerle la competencia a Asia en este floreciente negocio. En Espa?a apenas se procesa correctamente el 30% de la basura que generamos, el resto arde aqu¨ª o al otro lado del mar, diseminando cadmio, plomo y otro metales peligros en el ambiente, adem¨¢s de todo tipo de compuestos org¨¢nicos nocivos.
Podr¨ªamos hablar tambi¨¦n del tufo de la guerra y del colt¨¢n que la sostiene todav¨ªa en la regi¨®n de los Grandes Lagos. O de c¨®mo apestan las turnos de m¨¢s de 60 horas semanales, sin apenas derechos laborales, en las f¨¢bricas de ensamblaje de China. La paleta de fragancias es de lo m¨¢s variado e hiriente.
Pero ese hedor persistente no es suficiente para que alguien nos vuelva a prometer colmar nuestros deseos tecnol¨®gicos anualmente si nos pasamos a su compa?¨ªa telef¨®nica. Vodafone nos promete un m¨®vil nuevo cada a?o y nos invita a descubrir el olor de lo nuevo, seguro que han visto el anuncio en su televisor reci¨¦n comprado. Luego, como muchas otras empresas, se declarar¨¢ una rabiosa supporter de la Responsabilidad Social Corporativa, editar¨¢ un informe tan bonito como sus anuncios y declarar¨¢ que 'busca maximizar el impacto de las TIC en la sociedad'. Si se refer¨ªa a aumentar la producci¨®n de basura electr¨®nica en el mundo, ha tenido una idea genial, pero este modelo de negocios no deber¨ªan tener futuro si nuestra sociedad quiere tener alg¨²n tipo de porvenir.
Hace ya muchos a?os que en la Gran Depresi¨®n alguien pens¨® en la obsolescencia programada para sacar al mundo de aquella crisis: limitar la vida ¨²til de los bienes de consumo para incentivar el consumo y reactivar la econom¨ªa. Pero el mundo ha llegado a sus l¨ªmites, nos lo dijo Brundtland hace d¨¦cadas, y no podemos seguir fabricando todos los tel¨¦fonos que queramos cada a?o. Y menos cuando las relaciones productivas trasladan las consecuencias de nuestro modelo de consumo a los m¨¢s desfavorecidos, cuando no son directamente explotados por ese modelo consumista.
Consumir caprichosamente es, a estas alturas, un acto deliberado de injusticia social, algo as¨ª como beberse el agua de los dem¨¢s en una barca llena de n¨¢ufragos a la deriva. O respetamos y dosificamos nuestras provisiones entre todos, o no llegaremos a ning¨²n puerto. Enceren sus o¨ªdos y eviten los cantos de sirena. D¨ªganselo a Vodafone y a todas las compa?¨ªas que hacen lo mismo, consumiendo responsablemente.
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