Las cartas sobre la mesa
El Marina Bay Sands, en Singapur, es uno de los activos m¨¢s pujantes de Sheldon Adelson, el magnate del juego que planea Eurovegas. Visitamos este pa¨ªs asi¨¢tico y conocemos c¨®mo se gest¨® y c¨®mo funciona un ¡®resort integrado¡¯: hotel, centro comercial y de convenciones, teatros, museo... y un casino. Un negocio en el que no todos ganan.
El crupier reparte las cartas para apostar al bacar¨¢. Dos por jugador. El objetivo es sumar un nueve o acercarse lo m¨¢s posible. Los clientes asi¨¢ticos, que son mayor¨ªa en el casino del Marina Bay Sands, en Singapur, maltratan los naipes. Doblan con firmeza la parte m¨¢s larga, y luego la corta, tapando con sus dedos pulgares el n¨²mero, comprobando cu¨¢ntas figuras asoman, anticip¨¢ndose a un posible resultado. Si no les gustan, soplan para alejar la mala suerte. Pura superstici¨®n. Retorcidas e inservibles, se destruyen tras un solo uso. Un gasto insignificante en un juego redondo para el casino. Mientras que en la ruleta se dispu?tan una veintena de partidas por hora, en el bacar¨¢ esta cifra se puede elevar a cincuenta. M¨¢s dinero en juego, m¨¢s ganancias para la banca, en un entorno que abre las 24 horas del d¨ªa, donde no hay luz natural y es f¨¢cil perder la noci¨®n del tiempo, donde centenares de c¨¢maras de seguridad vigilan las mesas y donde los ruidos de diferentes maquinitas y juegos captan nuestros sentidos.
Si las proyecciones, los planes y las exigencias se cumplen, el mismo due?o del Marina Bay Sands abrir¨¢ un casino similar en Madrid en alguna fecha todav¨ªa indeterminada. Las Vegas Sands y su presidente, Sheldon Adelson, ven en Singapur un modelo para Eurovegas, el macroproyecto que tanta pol¨¦mica ha levantado en Espa?a. De llevarse a cabo ¨Cest¨¢ supeditado a cambios legislativos y a incentivos fiscales exigidos por el magnate estadounidense¨C, presumiblemente Alcorc¨®n ver¨¢ c¨®mo en su municipio se alzar¨¢n seis casinos alrededor de doce hoteles de 3.000 habitaciones cada uno, una sala de conciertos para 15.000 personas, siete teatros, restaurantes, campos de golf¡
El Marina Bay Sands es un entramado tur¨ªstico, comercial y de negocios. Tiene 2.560 habitaciones de hotel distribuidas en tres torres de 55 alturas, coronadas (y unidas) por una plataforma llamada Sky Park (Parque del Cielo) cuyo atractivo m¨¢s espectacular es una piscina infinita de 150 metros de longitud en la que el objetivo no es nadar, sino hacerse fotos; hay un centro comercial con 300 tiendas; un centro de convenciones con 250 salas y capacidad total para 45.000 personas; dos teatros en los que caben casi 4.000 personas, y un museo. Un envoltorio efectista para el coraz¨®n f¨ªsico y financiero del negocio: un casino de 15.000 metros cuadrados, 600 mesas y 2.500 m¨¢quinas tragaperras, donde est¨¢ permitido fumar. ¡°Solo representa el 3% del total de la superficie del Marina Bay Sands¡±, repiten desde el equipo de comunicaci¨®n. El CEO (director ejecutivo) del complejo, George Tanasijevich, reconoce que ¡°alrededor del 80% del beneficio proviene del casino¡±. A lo que a?ade, con claridad: ¡°Gracias a esos ingresos, el modelo de negocio es posible. El casino nos permite poder invertir en todo lo dem¨¢s¡±.
Gracias a los ingresos del casino, el modelo de negocio es posible. Singapur identific¨® una oportunidad para su econom¨ªa¡±
En abril de 2005, Singapur debati¨® y aprob¨® en su Parlamento la legalizaci¨®n del juego, hasta entonces prohibido en esta ciudad-Estado independiente desde 1965 y que se ha desarrollado hist¨®ricamente a trav¨¦s de los negocios de la banca y del transporte mar¨ªtimo, convirti¨¦ndolo en el cuarto pa¨ªs por renta per capita del mundo seg¨²n el Banco Mundial. Un territorio ordenado, limpio y que funciona. El primer ministro Lee Hsien Loong abri¨® el camino a los resorts integrados (en Madrid se han bautizado como ¡°centros integrados de desarrollo¡±), y Tanasijevich alaba hoy aquella decisi¨®n: ¡°Singapur identific¨® una oportunidad para su econom¨ªa. Lo buscaba desde hac¨ªa d¨¦cadas, pero falt¨® el liderazgo suficiente para tomar esas decisiones antes. El Gobierno invent¨® el t¨¦rmino resort integrado porque no quer¨ªa que la gente se concentrara demasiado en el casino. Porque si lo llamas casino, est¨¢s ignorando el 97% de la superficie del Marina Bay Sands. Se hizo un gran trabajo en decir a la gente que se construir¨ªa un gran complejo de entretenimiento que iba a impulsar la econom¨ªa, crear decenas de miles de puestos de trabajo, incrementar el turismo extranjero y atraer el de alto valor¡±.
Desde la C¨¢mara de Comercio de Singapur, que siempre apoy¨® la llegada de los casinos, su jefe ejecutivo, Phillip Overmyer, recuerda: ¡°Antes de que se pusieran en marcha hab¨ªa dos grupos muy diferenciados de gente. Los que dec¨ªan: ¡®?s¨ª, s¨ª, vamos a construir un casino precioso!¡¯, y los que dec¨ªan: ¡®?por encima de mi cad¨¢ver!¡¯. Estaba al 50%, y hab¨ªa temores. Pero, con el tiempo, pienso que en general ahora la gente est¨¢ feliz¡±. Los miedos al juego, dice, se solventaron mediante la aplicaci¨®n de normas disuasorias. Los ciudadanos de Singapur y los extranjeros con permiso permanente de residencia tienen que pagar 100 d¨®lares singapurenses (unos 60 euros) por entrar durante 24 horas. Adem¨¢s, hay pautas de exclusi¨®n: uno puede aplic¨¢rselas a s¨ª mismo o a un familiar, como forma de controlar los problemas derivados del juego. ¡°La adicci¨®n no depende de que haya un casino, sino de qui¨¦n eres t¨² como individuo. El Estado quer¨ªa proteger a sus ciudadanos. No quer¨ªa sacar el dinero a los locales¡±, explica Leow Fangyi, del equipo de prensa del Marina Bay Sands.
Singapur abri¨® a concurso dos ubicaciones: una, junto al distrito financiero (Marina Bay) en noviembre de 2005, y la otra, en una isla tradicionalmente tur¨ªstica (Sentosa) en abril de 2006. Se presentaron 19 empresas en total y ganaron dos. Por un lado, la malaya Genting, que se enfoc¨® al p¨²blico familiar, y por otro, la estadounidense Las Vegas Sands, m¨¢s centrada en los visitantes de negocios y las convenciones, un argumento apuntado por los responsables pol¨ªticos madrile?os desde que se conoci¨® el proyecto de Eurovegas. La diferencia con Singapur est¨¢ en que mientras que all¨ª un Gobierno eligi¨® entre varias opciones, en Espa?a ha sido una empresa la que puso a competir a dos ciudades, Madrid y Barcelona, cuyos dirigentes regionales lucharon p¨²blicamente por hacerse con el dinero de Adelson, decimoquinta fortuna mundial, seg¨²n Forbes.
Escogida la Comunidad de Madrid, Alcorc¨®n ser¨¢ la ubicaci¨®n para el proyecto europeo de Adelson, supeditado, eso s¨ª, a que las autoridades cumplan varias exigencias de su compa?¨ªa. Cambios legales e incentivos fiscales para favorecer una inversi¨®n que llegar¨ªa en aproximadamente un tercio directamente de Sands, y el resto, a trav¨¦s de cr¨¦ditos bancarios. Hasta ahora, el Gobierno regional madrile?o ha modificado leyes como la de Medidas de Pol¨ªtica Territorial, Suelo y Urbanismo, as¨ª como la de Medidas Fiscales y Administrativas, rebajando el impuesto de ingresos procedentes del juego del tipo m¨¢ximo actual del 45% a uno ¨²nico del 10%; previendo una bonificaci¨®n para los ¡°centros integrados de desarrollo¡± del 95% en el impuesto de transmisiones patrimoniales y de actos jur¨ªdicos documentados; permitiendo que los casinos abran las 24 horas del d¨ªa, y eliminando el l¨ªmite de altura a los rascacielos. Pero a¨²n faltan m¨¢s requisitos, estos a nivel nacional, como el de la modificaci¨®n de la Ley Antitabaco, para que se pueda fumar dentro del casino, o uno m¨¢s espinoso, el de la Ley de Blanqueo de Capitales, para abrir la puerta a los apostadores vip.
¡°Cada vez que entras en un mercado que no tiene tradici¨®n de casinos se necesita que haya ajustes en el r¨¦gimen legal para permitir su llegada. En el caso de Singapur, los cambios que se acometieron se hicieron con el benepl¨¢cito del Parlamento¡±, defiende Tanasijevich, el CEO de Sands en Singapur. Hablamos con ¨¦l en una suite con tres habitaciones, vestidores, ba?os, cocina, despacho, salones, sauna, peluquer¨ªa, sala de masaje¡
Tratamos de conocer la opini¨®n del Gobierno para que explique c¨®mo fue el proceso, c¨®mo fueron las negociaciones, el concurso, la modificaci¨®n y creaci¨®n de leyes¡ Pero ni el Ministerio de Comercio e Industria, ni el de Desarrollo Nacional, ni el de Asuntos Sociales y Familia recibieron a El Pa¨ªs Semanal. Tambi¨¦n rechazaron una entrevista la Autoridad de Urbanismo, la Autoridad Reguladora del Juego y el Consejo Nacional de Adicciones al Juego. Todos y cada uno de ellos remiten a sus notas de prensa y sus p¨¢ginas web.
Desde el lado oficial solo nos reciben en Turismo de Singapur, cuya directora ejecutiva y responsable del ¨¢rea dedicada a los resorts integrados, Carrie Kwik, sonr¨ªe y guarda silencio cuando le comentamos que ella es la ¨²nica persona cercana al poder que acepta un cara a cara. D¨ªas m¨¢s tarde, en una visita a la Universidad de Nevada Las Vegas, que ofrece un curso de hospitality management (algo as¨ª como la gesti¨®n en el sector tur¨ªstico), explican que el pa¨ªs ¡°carece de libertad de expresi¨®n, que la prensa (solo hay un peri¨®dico, el Straits Times) es una herramienta del poder y que el Gobierno se caracteriza por su conservadurismo y opacidad¡±. La Universidad, que en Nevada ofrece varias carreras relacionadas con el negocio de los casinos, aterriz¨® en Singapur en 2006 ante la perspectiva generada por la legalizaci¨®n del juego en el pa¨ªs. Sin embargo, no ha logrado los objetivos que pretend¨ªa y abandonar¨¢ la ciudad-Estado en 2015.
Kwik ofrece datos que avalan el pelotazo tur¨ªstico de Singapur, especialmente desde la apertura de los dos resorts integrados en 2010. El pa¨ªs ha pasado de 9,7 millones de visitantes en 2009 a 11,6 en 2010, 13,2 en 2011 y 14,4 en 2012. Para el a?o actual, la previsi¨®n es superar los 15 millones. En t¨¦rminos econ¨®micos, Singapur ha aumentado sus ingresos tur¨ªsticos desde 7.400 millones de euros en 2009 hasta m¨¢s de 14.000 millones en 2012. ¡°El 70% de nuestros visitantes proceden de Asia, la mayor¨ªa del sureste del continente. El crecimiento se puede atribuir a los resorts, aunque tambi¨¦n tenemos otras actividades muy importantes, como la F¨®rmula 1. Adem¨¢s, hemos logrado un crecimiento muy fuerte en MICE (en ingl¨¦s, meetings, incentives, conferences and exhibitions, o reuniones, incentivos, conferencias y exposiciones) situ¨¢ndonos en el top 5 del mundo¡±, asegura. Un negocio que, en el caso de Marina Bay Sands, solo supone alrededor del 5% de los ingresos brutos, cuyo total en 2012 ascendi¨® a 2.900 millones de d¨®lares. Para Las Vegas Sands en conjunto, sus casinos y hoteles en Singapur y en Macao han impulsado sus resultados en los ¨²ltimos tiempos: de 4.745 millones de d¨®lares de ingresos brutos en 2008 a 11.864 millones en 2012. Un dinero que en un 78% proviene del juego.
En Singapur no hay jubilaci¨®n obligatoria. El Gobierno anima a que se trabaje todo lo que se pueda, porque nos mantiene activos¡±
Cuando se habla de los beneficios de un complejo como el que tiene Adelson en Singapur, uno de los argumentos de mayor peso es el del empleo. M¨¢s de 9.000 personas trabajan en sus instalaciones, adem¨¢s de otras casi 4.000 en las tiendas del centro comercial. En cuanto a los puestos indirectos, el Gobierno de Singapur cifra en cerca de 40.000 personas las que se benefician del poder econ¨®mico del Marina Bay Sands y del Resorts World Sentosa juntos. A estas cifras hay que sumarles miles m¨¢s en la construcci¨®n, la mayor¨ªa de ellos procedentes de Bangladesh, India, China, Indonesia y Filipinas. Son cifras jugosas para un pa¨ªs como Espa?a, que ans¨ªa paliar sus alarmantes cifras de paro (Adelson ha prometido 250.000 empleos si Eurovegas cuaja). Sin embargo, ?es posible llevar a buen t¨¦rmino este proyecto en un contexto tan diferente al asi¨¢tico? El Marina Bay Sands es un s¨ªmbolo del poder¨ªo tur¨ªstico y del crecimiento econ¨®mico, de eso no hay duda, pero en la trastienda se descubre un modelo pol¨ªtico y social que choca con las ra¨ªces de Europa.
En Singapur no hay sindicatos como los entendemos en el Viejo Continente. Solo hay uno, el NTUC, que en la pr¨¢ctica es una extensi¨®n m¨¢s del partido en el poder, el conservador PAP, que lleva gobernando el pa¨ªs desde su independencia. Las huelgas est¨¢n prohibidas desde 1968, y cuando el pasado febrero se produjo la primera en tres d¨¦cadas, por parte de unos conductores de autob¨²s de origen chino que protestaban por lo que entend¨ªan una discriminaci¨®n salarial respecto a los trabajadores de otros pa¨ªses, cuatro de ellos fueron detenidos y encarcelados. ¡°Singapur y Espa?a son lugares completamente distintos. ?En Espa?a hay sindicatos? Bueno, con eso no puedo ayudarte, pero s¨ª puedo explicarte c¨®mo se hicieron los resorts integrados aqu¨ª. Los problemas se resuelven hablando con el ministro y solucion¨¢ndolos juntos¡±, ilustra Overmyer, de la C¨¢mara de Comercio de Singapur.
En el informe 2012 de Las Vegas Sands se reconoce que la pr¨¢ctica totalidad de sus 46.000 empleados en todo el mundo ¡°no est¨¢n cubiertos por convenios colectivos¡±. Seg¨²n Tanasijevich, en sus instalaciones de Singapur no hay problemas: ¡°No creo que la opini¨®n de nuestros trabajadores fuera muy distinta si hubiera sindicatos. La relaci¨®n laboral en este pa¨ªs se mueve dentro de un ambiente muy positivo, a tres bandas entre empresa, trabajadores y Gobierno. Todo est¨¢ dise?ado para asegurarse de que las preocupaciones de los empleados se tengan en cuenta, para cuidar de todo el mundo y para premiar a quien hace bien su trabajo¡±.
Edward Chia es botones del hotel. Tiene 63 a?os y no para de agradecer a sus jefes la oportunidad de trabajar. Este hombre se hab¨ªa jubilado tras 32 a?os de dedicaci¨®n profesional en una f¨¢brica de estampaciones met¨¢licas. Sin embargo, se dio cuenta de que su plan de pensiones privado no era suficiente (apenas 300 euros al mes) y de que necesitaba un empleo para aumentar sus ahorros. ¡°Me gustar¨ªa trabajar hasta m¨¢s all¨¢ de los 65 a?os, hasta que mi cuerpo aguante¡±, asegura. Una responsable de comunicaci¨®n de la empresa explica: ¡°En Singapur no hay jubilaci¨®n obligatoria. Tu pensi¨®n depende de ti. El Gobierno anima a los ciudadanos a que trabajen todo lo que puedan, para que no se queden en casa, porque esto es positivo y ayuda a que la poblaci¨®n est¨¦ activa¡±.
¡°No me gusta este lugar. Aqu¨ª todo es dinero, y el trabajo nunca se acaba. En apariencia, ves que Singapur es bonito, pero es muy agotador: trabajas y pagas, trabajas y pagas¡, hasta el d¨ªa que mueres y llegas a destino. Hay mucha gente mayor que con 73 y 75 a?os sigue trabajando. Porque retirarse sale caro. Y enfermarse, tambi¨¦n. Hay un dicho en Singapur que dice: ¡®Puedes morir; pero, por favor, no enfermes¡¯. ?Cu¨¢nto cuesta que te traten una gripe normal y corriente en tu pa¨ªs?¡±, nos pregunta un taxista que cree que somos turistas y que dice haber nacido en Singapur. Le respondemos que en Espa?a hay sanidad p¨²blica, que la pagamos con los impuestos y que cuando acudes al m¨¦dico no abonas nada. Entonces replica: ¡°?Gratis? Aqu¨ª vas al hospital por un catarro y pagas 95 d¨®lares [57 euros]. ?Crees que es posible quedarse mucho tiempo por aqu¨ª?¡±.
A pesar de sus quejas, es un afortunado. Dentro de la estructura piramidal en la que se apoya la sociedad, en las catacumbas est¨¢n los trabajadores de la construcci¨®n, de los que son mayor¨ªa los procedentes de Bangladesh y de India. Acuden a Singapur con la esperanza de mejorar, pero algunas estad¨ªsticas muestran que esto no siempre sucede: solo un 20% de los trabajadores de Bangladesh regresan a casa en mejores condiciones de las que ten¨ªan cuando llegaron, seg¨²n el Alto Comisionado de Bangladesh en Singapur. Porque, de entrada, parten con una losa: ¡°Pagan a los reclutadores de las obras alrededor de 5.000 euros para trabajar. Es ilegal, pero es un est¨¢ndar. Cada a?o tienen que volver a pagar, cada vez cifras menores, pero se meten en una deuda de la que muchas veces son incapaces de salir¡±, explica Debbie Fordyce, fundadora de la ONG Transient Workers Count Too (Los Trabajadores Transitorios Tambi¨¦n Cuentan).
Shabdar Ali es de Bangladesh. Tiene 31 a?os y lleva cinco en Singapur. Siempre tuvo que pagar por trabajar. Durante a?o y medio particip¨® en la construcci¨®n del Marina Bay Sands, como electricista, en el recinto del casino. ¡°Trabajaba para una subcontrata y me pagaban muy poco. Ganaba 11 euros al d¨ªa. La seguridad creo que era buena. Ten¨ªa casco, botas¡, de todo. Aprend¨ª a ser electricista en mi pa¨ªs. En Singapur no recib¨ª ning¨²n entrenamiento especial¡±, asegura. Despu¨¦s fue cambiando de trabajo, siempre en la construcci¨®n y como electricista, hasta que en el ¨²ltimo ganaba entre 400 y 500 euros mensuales, incluyendo horas extra. ¡°Me pagaban dos euros por cada hora extra. Sol¨ªa hacer entre dos y cinco horas, adem¨¢s de las ocho reglamentarias. El mes que m¨¢s hice fue unas 100 horas extra, y entonces gan¨¦ casi 700 euros¡±, recuerda. Con el dinero que recib¨ªa pagaba la deuda contra¨ªda, enviaba parte a casa y ahorraba hasta la extenuaci¨®n.
En esa ecuaci¨®n, las cuentas solo salen si se pernocta en un dormitorio, que suelen pagar los jefes (nos cuentan que abonan alrededor de 50 euros por persona). Son lugares prohibidos para las visitas. Si entras, puedes tener un problema con los vigilantes e incluso con la polic¨ªa. As¨ª que cuesta un poco de trabajo convencer a dos personas para que nos cuelen en sus propias habitaciones. Cuando por fin lo hacemos, encontramos espacios de entre 10 y 12 metros cuadrados en los que duermen de seis a ocho personas, hacinadas en literas sin apenas espacio entre ellas. Lugares sin mucha ventilaci¨®n, viciadas por el olor y la humedad, con cuerdas que cruzan de un lado a otro y que sirven para colgar la ropa. Sitios donde hay que madrugar para hacer cola en el ba?o antes de ir a trabajar.
La activista Fordyce nos explica que los trabajadores son materia prima de usar y tirar. Un accidente laboral, sea grave o no, lleva a la p¨¦rdida de por vida del permiso de trabajo. ¡°Te¨®ricamente, se lo quitan para que su lesi¨®n no empeore, pero lo que est¨¢ en el fondo es ¡®no quiero que pidas m¨¢s dinero, m¨¢s indemnizaciones¡±, asegura Fordyce. Ella acoge en su casa a personas que, como Shabdar Ali, han sufrido accidentes y no les permiten volver a trabajar. En el caso de este chico, el pasado marzo, un cable suelto de grandes dimensiones y peso le aplast¨® contra el suelo. Perdi¨® un ojo, le destroz¨® la mand¨ªbula, le lesion¨® los o¨ªdos y le caus¨® da?os en la espalda. Salv¨® la vida por poco. Nos ense?a la factura del hospital, privado, por supuesto: 20 p¨¢ginas y una cifra: 162.000 d¨®lares de Singapur (casi 100.000 euros). Su jefe deber¨ªa haber pagado, pero no lo ha hecho. Ali tampoco ha recibido una compensaci¨®n econ¨®mica. Siempre escucha lo mismo: ¡°Ma?ana¡±. Se encuentra atrapado en el pa¨ªs, sin poder trabajar y sin dinero para regresar a Bangladesh.
El discurso oficial (y optimista) muestra un lugar donde todos ganan: gobernantes, empresarios, trabajadores, turistas¡ A veces parece que no hubiera sitio para la cr¨ªtica. ¡°?Qu¨¦ te hace pensar que hay trabajadores que viven en condiciones menos que ideales?¡±, dice Janice Tai, periodista del Straits Times, cuando le preguntamos por las duras condiciones de los dormitorios. Escuchamos eufemismos como ese cada d¨ªa en Singapur. No hay ¡°problemas¡±, sino ¡°retos¡±; en las cocinas del Marina Bay Sands no se ¡°prepara la comida¡±, sino que se acometen ¡°operaciones¡±; no se ¡°cambian las leyes¡±, sino que se hacen ¡°ajustes en el r¨¦gimen legal¡±; no es ¡°un casino¡±, sino ¡°un resort integrado¡±; no se juega ¡°dinero¡±, sino ¡°fichas¡±¡
Las moneditas de pl¨¢stico han llegado a todos los p¨²blicos, que juegan con su dinero y tambi¨¦n a cr¨¦dito. Es uno de los secretos del ¨¦xito de Las Vegas Sands y de negocios como el suyo, la captaci¨®n de individuos que jam¨¢s hubieran pisado un casino antes: ¡°Hay dos tipos de jugadores: los que quieren apostar y son grandes jugadores, que se lo puedan permitir o no, es un tema distinto; y hay otro tipo de clientes que nunca han entrado, pero que dicen, hag¨¢moslo, vamos a pasarlo bien¡±, explica Overmyer. Es decir, que pasan junto a las tiendas, los restaurantes, el hotel¡ y se dejan caer un rato entre las mesas y las tragaperras.
Trabajaba para una subcontrata en la construcci¨®n del casino, como electricista. Ganaba 11 euros al d¨ªa¡±
Pero tambi¨¦n hay un tercer tipo de clientes que no se dejan ver, que apuestan en la cuarta planta del casino con ventanas literalmente opacas, all¨ª donde jugadores premium mueven cantidades estratosf¨¦ricas de dinero en privado (en Singapur solo pagan un 5% de impuestos por beneficios, frente al 15% del resto de apostadores). Seg¨²n Tanasijevich, esos clientes no son los famosos junkets, aunque Sands s¨ª reconoce que los tienen (y les suponen una ¡°porci¨®n significativa¡± de sus ingresos) en Macao. Se trata de intermediarios (amparados por la ley en Singapur y tambi¨¦n en Macao) que cobran por llevar a jugadores vip y que los representan, lanzando por ellos apuestas de 400.000 d¨®lares por mano a cambio de un porcentaje y del anonimato, lo cual abre las puertas al blanqueo de dinero, un problema que no es nuevo para Adelson. Su compa?¨ªa pag¨® recientemente 35 millones de euros a las arcas p¨²blicas de EE UU para evitar un juicio por esta causa. Se le acusaba de no haber notificado a las autoridades los ingresos desorbitados de dinero por parte de Zhenli Ye Gon, un empresario chino, nacionalizado mexicano, acusado de narcotr¨¢fico y que transfiri¨® 58 millones de d¨®lares (42 millones de euros) en negro a las cuentas de Las Vegas Sands.
Un esc¨¢ndalo que se sum¨® a otro, el de los supuestos sobornos a funcionarios chinos para el aterrizaje de la compa?¨ªa en Macao, el ¨²nico lugar de China donde el juego es legal. Fue un ex alto ejecutivo de la empresa, Steve Jacobs, quien acus¨® a Adelson de las pr¨¢cticas ilegales, incluido el control de una red de prostituci¨®n en sus casinos, asunto por el cual el propio Adelson demand¨® a Jacobs por difamaci¨®n. ¡°Las Vegas Sands y Sands China creen que est¨¢n por encima de la ley: demasiado grandes, demasiado importantes y demasiado influyentes para respetar las reglas¡±, declar¨® Jacobs a finales del pasado julio, mientras espera que los tribunales se pronuncien.
En el an¨¢lisis de riesgos que reconoce la compa?¨ªa en su ¨²ltimo informe anual, uno de ellos es ¡°el resultado de los pleitos en marcha o futuros¡±. Tambi¨¦n le preocupa que un junket no cumpla con las normas: ¡°Podemos sufrir da?os en nuestra reputaci¨®n, as¨ª como empeorar nuestras relaciones y sufrir multas de los reguladores del juego y de las autoridades¡±. Es decir, a Sands no le gusta la mala publicidad. Antes de viajar a Singapur, la responsable de comunicaci¨®n en Espa?a dice: ¡°Nos da miedo lo que pod¨¢is escribir. La ¨²ltima vez que unos periodistas espa?oles hicieron un reportaje en Singapur a prop¨®sito de Eurovegas dijeron una serie de cosas que no eran verdad. Estuvimos a punto de ponerles una demanda¡±.
En el asunto Eurovegas, cada uno sopla como puede, como en el bacar¨¢, para cambiar su suerte. ¡°Las Vegas Sands contin¨²a persiguiendo agresivamente nuevas oportunidades de desarrollo alrededor del mundo¡±, afirman en su informe 2012, que apunta no solo a Espa?a, sino a Jap¨®n, Corea del Sur, Vietnam o Brasil. Tanasijevich, adem¨¢s de ser el gran jefe de Sands en Singapur, es el responsable de explorar el mercado asi¨¢tico. ¡°Te puedo hablar de Jap¨®n. Ellos han considerado este negocio desde hace a?os, y el Gobierno ha trabajado en una legislaci¨®n que lo permita. El pa¨ªs est¨¢ lleno de energ¨ªa tras ganar Tokio la candidatura ol¨ªmpica para 2020, y reconocen que un resort integrado ser¨ªa importante. Porque los Juegos van de eso, de atraer a turistas y potenciar la imagen de un pa¨ªs y una ciudad¡±.
?La derrota de Madrid 2020 disminuye las opciones? ¡°No s¨¦ nada de eso¡¡±, dice. Su jefe, Sheldon Adelson, espera que las exigencias que apunt¨® en su d¨ªa sean satisfechas por el Gobierno de Mariano Rajoy. Este tendr¨¢ que decidir si acepta permitir la figura del junket y los jugadores vip; consentir las apuestas a cr¨¦dito; modificar la Ley de Enjuiciamiento Civil para facilitar la ejecuci¨®n de deudas de juego; cambiar la Ley del Impuesto sobre la Renta de no residentes, para que los premios solo est¨¦n sujetos a tributaci¨®n en el pa¨ªs de residencia del jugador, y eliminar de la Ley de Blanqueo de Capitales y de Financiaci¨®n del Terrorismo el requisito de que los jugadores que transfieran fondos al casino para apostar tengan que identificarse. Una vez que se superen esos escollos vendr¨¢ lo dem¨¢s: la convocatoria de un concurso p¨²blico; la determinaci¨®n del lugar, del tama?o y del alcance de la primera fase; la evaluaci¨®n completa de financiaci¨®n, y la compra de los terrenos. El tiempo dir¨¢ si Eurovegas acaba siendo un negocio beneficioso para todos o un ejemplo de que la banca siempre gana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.