Los responsables

Hace alg¨²n tiempo, escuch¨¦ una entrevista con un hijo de Juan Negr¨ªn al que preguntaron si su padre se hab¨ªa sentido maltratado por su pa¨ªs. Siempre dec¨ªa que no le preocupaba lo que Espa?a pudiera hacer por ¨¦l, respondi¨®, sino lo que ¨¦l pudiera hacer por Espa?a. Ahora que el fiscal Horrach ha opinado por nosotros que la memoria es fr¨¢gil ¡ªser¨¢ la suya¡ª, creo que ha llegado el momento de que nos preguntemos qu¨¦ podemos hacer por Espa?a.

A estas alturas, nuestro pa¨ªs espera de sus ciudadanos dos cosas. La primera, que paguen impuestos. La segunda, que no piensen. Es decir, que expriman la presunta fragilidad de su memoria hasta alcanzar la exacta proporci¨®n de amnesia y simpleza que nos recomiendan ciertos tribunales. ?Se acuerdan ustedes del chapapote? Pues no. No sean arrogantes, ni soberbios, porque no se acuerdan. El chapapote no existi¨®, el hundimiento del Prestige no fue una tragedia. Si lo hubiera sido, alguien tendr¨ªa que pagar forzosamente por sus desastrosas consecuencias. Como no hay responsables, no hubo tragedia. No insistan. T¨®mense un antidepresivo, procuren distraerse y abandonen el vicio del razonamiento, de las analog¨ªas, del sentido com¨²n.

Yo no s¨¦ si algunos jueces, algunos fiscales, algunos pol¨ªticos se dan cuenta de lo que est¨¢n haciendo con nosotros. Supongo que no calculan las consecuencias de sus actos. Porque al final, lo de menos ser¨¢n las indemnizaciones no pagadas, el dinero robado, los corruptos en libertad. Lo de m¨¢s es la frustraci¨®n que deben sentir ahora mismo los voluntarios que se metieron en chapapote hasta el cuello porque no se preguntaron qu¨¦ pod¨ªa hacer su pa¨ªs por ellos, sino qu¨¦ pod¨ªan hacer ellos por su pa¨ªs. La pr¨®xima vez que se hagan esa pregunta, su respuesta desarrollar¨¢ consecuencias hoy a¨²n imprevisibles. Y, pase lo que pase, ellos tampoco ser¨¢n los responsables. Am¨¦n.