El ascenso de un gigante inseguro
China est¨¢ lejos de ser un miembro maduro de la comunidad internacional
Para cuando la econom¨ªa de China desplace a la de Estados Unidos y se convierta en la mayor del mundo (en alg¨²n momento de aqu¨ª a unos pocos a?os), el pa¨ªs habr¨¢ cimentado su condici¨®n de gran potencia militar (potencia que en su af¨¢n de afirmaci¨®n estrat¨¦gica ya despierta el temor de sus vecinos). Pero lo cierto es que el ascenso de China es el ascenso de una potencia solitaria y vulnerable, enfrentada a serios obst¨¢culos en el plano interno.
China se encuentra en este momento rodeada de bases militares y aliados de Estados Unidos. Si bien los pa¨ªses asi¨¢ticos en su mayor¨ªa est¨¢n interesados en mantener e incluso ampliar sus lazos econ¨®micos con China, ninguno (con excepci¨®n de Corea del Norte, que depende de la ayuda china) est¨¢ dispuesto a aceptar que sea la principal potencia regional. De hecho, la entrada en la escena internacional de actores como Indonesia e India, aliados de Estados Unidos, se debe en gran medida al ascenso de China.
Por su parte, Estados Unidos traslad¨® a Asia una importante cuota de su poder militar, lo que incluye una notoria presencia de uniformados en Australia y Filipinas, el actual despliegue del 60% de su capacidad naval en la regi¨®n y el fortalecimiento de sus acuerdos de defensa con Jap¨®n y Corea del Sur. Adem¨¢s, Estados Unidos promueve el Acuerdo Transpac¨ªfico, un tratado econ¨®mico y comercial que excluye a China, pero incluye a muchos de sus vecinos.
En este contexto, que Estados Unidos afirme que el motivo de su reequilibrio estrat¨¦gico no es contener a China no es muy convincente. De hecho, la estrategia de Estados Unidos en Asia es de supremac¨ªa, no de alianza entre iguales, y esto, unido a las tensiones internas que aquejan a China, dificulta la participaci¨®n productiva de Pek¨ªn en los foros regionales e internacionales.
Pek¨ªn es renuente a asumir un papel m¨¢s prominente en la integraci¨®n regional
En su situaci¨®n actual, China carece de la confianza y la experiencia que se necesitan para desempe?arse en el ¨¢mbito internacional. Por ejemplo, no acepta someter a un foro internacional la disputa que mantiene con Jap¨®n en el mar de China Oriental por las islas Diaoyu (llamadas Senkaku por los japoneses). China considera que el derecho internacional es un arma de doble filo, que podr¨ªa volverse en su contra en otras disputas territoriales o en relaci¨®n con sus asuntos internos.
Asimismo, su mezquina oferta inicial de 100.000 d¨®lares para ayudar a Filipinas tras el reciente tif¨®n demuestra lo lejos que est¨¢ China de ser un miembro maduro de la comunidad internacional. Seg¨²n admiti¨® un funcionario chino durante un reciente seminario en Se¨²l, conceptos como el de ¡°orden regional¡± nunca han sido parte del vocabulario pol¨ªtico del pa¨ªs.
En cuanto a Jap¨®n, China se enfrenta a un dilema. Que aquel pa¨ªs sea un protectorado militar de Estados Unidos le tiene mayormente sin cuidado, ya que teme m¨¢s a la otra posibilidad: que Jap¨®n ampl¨ªe el alcance de su poder militar independiente. Pero las iniciativas de Estados Unidos para evitar esa misma posibilidad tampoco tranquilizan a los chinos, ya que implican una profundizaci¨®n de los acuerdos de defensa bilaterales y el apoyo estadounidense a la mejora de la capacidad militar japonesa.
En s¨ªntesis, el excepcionalismo regional de China la meti¨® en una trampa estrat¨¦gica. China no desea aceptar el liderazgo estadounidense en Asia, pero al mismo tiempo es renuente a asumir un papel m¨¢s prominente en la promoci¨®n de la integraci¨®n regional, por temor a que esto conduzca a presiones a favor de una mayor liberalizaci¨®n econ¨®mica, respeto a los principios y normas internacionales y mayor transparencia en lo concerniente al desarrollo de su poder militar.
Incluso la multiplicaci¨®n de lazos econ¨®micos entre China y pa¨ªses de ?frica, Oriente Pr¨®ximo y Sudam¨¦rica puede ser se?al de vulnerabilidad m¨¢s que de ambici¨®n imperial. Su voraz b¨²squeda de nuevas fuentes de energ¨ªa ya la llev¨® m¨¢s all¨¢ de su limitada capacidad de proteger sus corredores mar¨ªtimos.
A pesar de los audaces planes de reformas, el futuro del pa¨ªs todav¨ªa est¨¢ condicionado por contradicciones arraigadas
A pesar de los audaces planes de reformas trazados en el reciente Tercer Plenario del 18? Comit¨¦ del Partido Comunista de China, el futuro del pa¨ªs todav¨ªa est¨¢ condicionado por contradicciones arraigadas. Por ejemplo, la tensi¨®n inherente entre los cambios sociales que demanda el desarrollo y el imperativo de estabilidad pol¨ªtica exigido por el modo de gobierno autoritario vuelve la situaci¨®n actual insostenible en el largo plazo.
Asimismo, si la promesa de otorgar al mercado un ¡°papel decisivo¡±, incluida en el plan de reformas, lleva a un aumento de salarios para los chinos pobres, puede ser que la demanda interna aumente, pero China perder¨¢ su principal ventaja competitiva en los mercados internacionales. Dilemas como este han contribuido a la ca¨ªda de otras dictaduras en pa¨ªses en desarrollo.
China entiende que, por ahora, la supremac¨ªa estrat¨¦gica de Estados Unidos es una realidad inmutable. Pero aun as¨ª, las preocupaciones estrat¨¦gicas de sus l¨ªderes se expresaron durante la reuni¨®n mantenida en junio entre el presidente, Xi Jinping, y su par estadounidense, Barack Obama, cuando Xi demand¨®, con la vaguedad propia de los funcionarios chinos, ¡°respeto mutuo¡± y reconocimiento de la ¡°integridad territorial¡± de China.
Esa expresi¨®n aparentemente trivial, ¡°respeto mutuo¡±, en realidad es un eufemismo que esconde el aut¨¦ntico deseo de China: un regreso al principio westfaliano de no intervenci¨®n en los asuntos internos de los Estados, particularmente en materia de derechos humanos. China se ha opuesto tenazmente a todos los intentos que hizo Occidente (en Siria o en Corea del Norte) de eludir este principio con doctrinas como la de ¡°responsabilidad de proteger¡±.
Del mismo modo, la petici¨®n de Xi a Estados Unidos de que respete su ¡°integridad territorial¡± conlleva un mensaje espec¨ªfico y claro: China considera que Estados Unidos est¨¢ inmiscuy¨¦ndose cada vez m¨¢s en su soberan¨ªa sobre Taiw¨¢n, al tiempo que se niega a reconocer muchas otras reclamaciones territoriales y mar¨ªtimos que mantiene China contra aliados de Washington en el mar de China Meridional.
La experiencia demuestra los peligros que acechan cuando las potencias vulnerables act¨²an por cuenta propia. Basta pensar en Israel, con su tendencia a la reacci¨®n exagerada en cuestiones de seguridad, o Ir¨¢n, con su insistencia en el enriquecimiento de uranio, para ver lo que puede suceder cuando una potencia en aislamiento basa sus acciones en una sensaci¨®n de vulnerabilidad existencial.
El ascenso de China est¨¢ plagado de miedo e incertidumbre. Verse rodeada por una potencia extranjera que amenaza con inmiscuirse en lo que considera sus derechos soberanos inalienables no puede sino impulsarla a convertirse en una potencia revolucionaria empe?ada en sostener el statu quo a toda costa. Antes de que China y Estados Unidos crucen sus respectivos l¨ªmites, es necesario que abandonen las ideas de ¡°supremac¨ªa¡± y ¡°contenci¨®n¡±, y promuevan en cambio un concierto de potencias asi¨¢ticas capaces de resolver sus diferencias.
Shlomo Ben Ami, exministro israel¨ª de Asuntos Exteriores, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz.
? Project Syndicate, 2013.
Traducci¨®n de Esteban Flamini.
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