Licencia para tocar
He le¨ªdo con solemne tristeza el reportaje Con la m¨²sica a otra calle(EL PA?S, 3-12-13), sobre un ins¨®lito y encubierto ERE a los m¨²sicos callejeros de Madrid. Los herederos de los saltimbanquis y titiriteros ¡ªsiempre la alegr¨ªa del ¨¢gora, sin licencia ni normativas legales sobre espacios y horarios¡ª van a entrar en el calvario de la extinci¨®n.
Los m¨²sicos callejeros tienen que examinarse ante un serio tribunal, pero ?cu¨¢ntos van a aprobar y con qu¨¦ criterios?, ?tambi¨¦n tendr¨¢n rev¨¢lidas los que obtengan la licencia? Echaremos de menos las melod¨ªas sentimentales, siempre repetidas, que rompen el aire triste de las ma?anas y la melancol¨ªa de los crep¨²sculos rojos, del guitarrista del Museo del Prado, los violinistas de la calle del Arenal, el arpa del joven Larra en la plaza de Oriente...
?Qu¨¦ dir¨ªa don P¨ªo Baroja (Elogio sentimental del acorde¨®n, 1906) si le hubieran prohibido escuchar las voces de los dulces acordeones por estar en un Zona de Protecci¨®n Ac¨²stica Especial?
Por favor, recortes a la felicidad p¨²blica, no.¡ª Francisco Javier Barbado.
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