El hombre que rob¨® la Navidad
Richard Curtis, el guionista de ¡®Love Actually¡¯, sabe lo que realmente desea medio planeta en estas fechas.
Todo aquello que huele a brit¨¢nico acostumbra ser veneno para la taquilla estadounidense, salvo si viene firmado por la r¨²brica del ocurrente y melindroso Richard Curtis (Wellington, Nueva Zelanda, 1958), uno de los pocos guionistas en activo capaces de apaciguar la sorna del cin¨¦filo hacia la cultura popular. El autor del guion de Notting Hill nos invita a dejar la reticencia y el sarcarsmo a un lado para que, simplemente, nos deleitemos con su grand guignol del amor. Sin complejos.
El reconocible sello c¨®mico de este brit¨¢nico de adopci¨®n comenz¨® a fraguarse en los desquiciados a?os de Spitting Image, esos tele?ecos de l¨¢tex que convert¨ªan a la celebridades de los ochenta en delirantes monstruos, caricaturas vivas de Tina Turner y Margaret Thatcher. Aquel descaro le vali¨® el fichaje para el serial de Mr. Bean, el entra?able hura?o que represent¨® como pocos al funcionariado ingl¨¦s, pero fue el boom de Cuatro bodas y un funeral (modesta comedia sleeper que se convirti¨® en uno de los t¨ªtulos clave de la comedia rom¨¢ntica de los noventa) el que puso el foco sobre el art¨ªfice de esa bien ligada mezcla de causticidad loser, amor y finales felices.
Tras convertir a Hugh Grant en un inesperado sex symbol de la torpeza con encanto y regocijar a medio mundo con las desventuras de la emp¨¢tica Bridget Jones, Curtis dio el do de pecho con Love Actually, quintaesencia del cuento navide?o urbano, su opera magna. Desde entonces, el cine de Richard Curtis es toda una tradici¨®n navide?a de la TDT, puro folclore occidental en las fiestas m¨¢s familares. Cine para ser mejor persona cuyo efecto dura lo que dura una navidad. Aqu¨ª, algunas claves de su ¨¦xito.
El punto y la i, esa extra?a pareja
En Un tipo de altura (1989), Jeff Goldblum interpreta a Dexter, un actor especializado en hacer de ¡°tipo alto¡± que se enamora de una enfermera, Emma Thompson, que es incapaz de callar lo que siente en cada momento (es decir, un tanto grosera). En la magn¨ªfica secuencia del dormitorio, de la que no haremos spoilers, Curtis nos mostr¨® su gusto por los amores improbables, los mejores por inesperados, aquellos que parecen imposibles y que, sin embargo, est¨¢n a la vuelta de la esquina, esper¨¢ndote.
El que se hace el tonto siempre es el que m¨¢s liga
Cuatro bodas y un funeral (1994) fue el Un pez llamado wanda de los noventa, el ¨¦xito cinematogr¨¢fico inesperado, entre la acidez del humor ingl¨¦s y el alm¨ªbar m¨¢s meloso. Hollywood se postr¨® ante el carisma sexy, pijo y patoso de Hugh Grant, el angelical soltero de oro que acabar¨ªa fichado por la polic¨ªa de Los ?ngeles gracias a un tropiezo sexual. Cuatro Bodas sigue siendo la muestra de que el cine comercial, por el mero de serlo, no tiene por qu¨¦ renunciar a la clase. Cuando parece que ya todos se han casado menos t¨², cuando dejas de buscar, qui¨¦n sabe, quiz¨¢ aparezca esa persona.
El propio Curtis fue qui¨¦n acudi¨® al rescate del medi¨¢tica y socialmente vilipendiado Hugh Grant, bien acompa?ado por la sonriente Julia Roberts, reina de la comedia rom¨¢ntica de los noventa. Notting Hill (1999) volv¨ªa a poner las reglas del g¨¦nero en su sitio. Cierto es que la qu¨ªmica entre Grant y la Roberts era como juntar dos imanes por detr¨¢s, pero el tino en los desastrados personajes secundarios (capitaneados por un poco aseado y ya m¨ªtico Rhys Ifans) daba fe del mejor Richard Curtis de Mr. Bean y de La V¨ªbora Negra. El milagro de la incompatible compatibilidad, o viceversa. Londres y Hollywood d¨¢ndose un beso de pel¨ªcula.
El acento brit¨¢nico rompe taquillas cuando lo entona una estadounidense
La elecci¨®n de Richard Curtis a la hora de adaptar al cine los vergonzantes y tiernos anhelos de El diario de Bridget Jones (2001), hero¨ªna urbana del romanticismo mal entendido de Ally McBeal, sorprendi¨® a propios y extra?os pero, al mismo tiempo, ?qui¨¦n mejor que el autor de Cuatro bodas y un funeral para hacer algo digno con los best-sellers de Helen Fielding? Curtis sab¨ªa mucho acerca de dignificar la figura del perdedor. Conoc¨ªa bien que el nivel de identificaci¨®n del espectador medio con este tipo de roles, a los que todo les sale mal, es m¨¢s que elevado. Todos hemos sido la Ren¨¦ Zellweger m¨¢s oronda, ansiando el amor verdadero, poni¨¦ndonos ciegos a tarrina de helado tama?o familiar. Entre el riesgo y el peligro de Hugh Grant y la seguridad algo aburrida de Colin Firth. ?con qui¨¦n quedarse? Gran dilema. El caso es no estar sola. Esa asignatura a¨²n no impartida en las estanter¨ªas de novela rom¨¢ntica.
Solo hay algo mejor que una historia de amor: ocho
Y he aqu¨ª su creaci¨®n m¨¢s ejemplar, la ¨²ltima gran comedia rom¨¢ntica alejada de la iron¨ªa, escrita y dirigida por Richard Curtis: Love Actually (2003). Taquillazo de autor. Un Vidas cruzadas del amor. Romance coral en navidad, ocho romances al precio de uno, y otro cl¨¢sico en el haber del guionista. Divertid¨ªsima y gozosamente empalagosa. Un imperfecto placer culpable rebosante de encanto. Entre varias historias cupcake, el pastelero de Curtis opta por introducir un ingrediente picante en forma de la figura del rockero interpretado por Bill Nighy, para equilibrar tanto dulzor. Desde esa navidad, todos los carteles de todas las comedias rom¨¢nticas de navidad llevaron un lazo rojo en su p¨®ster. Y es que a nadie le amarga un dulce, ni el regalo de poder dejar a un lado el esnobismo cultural para abandonarse a los m¨¢s bajos instintos emocionales.
Nunca desestimes el potencial c¨®mico de una c¨¢rcel tailandesa
Curtis pone el piloto autom¨¢tico en la secuela Bridget Jones: Sobrevivir¨¦ (2004), que m¨¢s que evocar a Gloria Gaynor recordaba a M¨®nica Naranjo. Curtis rellenaba como a un pavo su bien pagado gui¨®n con llamativas escenas de gratuitos tropezones, dignas, por otro lado, del mejor slapstick. Una segunda parte m¨¢s bien tirando a floja que confirmaba el dicho y que, sin ser un fracaso absoluto, hundi¨® la propia franquicia, al menos de momento. Y m¨¢s teniendo en cuenta que Ren¨¦e Zellweger ya no posee el rostro de Bridget Jones tras diez intensos a?os de desprejuiciadas aventuras faciales (el popular rostro achinado de la int¨¦rprete ahora se parece m¨¢s al de Jennifer Lawrence que al de ella misma). Siempre se podr¨¢ hacer un reset. Con todo, Zellweger cantando Like a virgin en una c¨¢rcel tailandesa recordaba al mejor Curtis.
Hablando de pol¨ªtica tambi¨¦n surge el amor (cuando se est¨¢ de acuerdo, claro)
Amor en el G8. La complicada diferencia de edad entre la enigm¨¢tica Gina (una gran Kelly MacDonald) y un funcionario maduro (Bill Nighy) viene a ser una suerte de Lost In Translation gal¨¦s para la HBO. En The girl in the caf¨¦ (2005), el autor de Love Actually decidi¨® dar una imagen menos fr¨ªvola de lo habitual, pero sin prescindir del sello rom¨¢ntico que le hizo masivo. Si alguna vez has so?ado con decirle lo que piensas a los dirigentes pol¨ªticos cara a cara (o con pronunciar bienintencionados discursos que cambien el mundo de repente), esta es tu pel¨ªcula. Ingenuas ideas pol¨ªticas y mucho amor para el Curtis m¨¢s comedido que nos muestra que los corazones de los seres humanos son mucho m¨¢s que una mera estad¨ªstica.
No sin mi caballo
Steven Spielberg, otro tah¨²r de la emoci¨®n, quiso colaborar con Curtis adaptando a la gran pantalla esta novela de Michael Morpurgo (autor de Sinfon¨ªa africana). Navide?a historia de amistad entre un chico y un caballo separados por la guerra. Ya solo con conocer la sinopsis de War horse (2011) se le abren a uno las carnes. A un chico granjero le quitan su caballo para llevarlo a la batalla, como equino de soldado, pero el chico buscar¨¢ a su mascota, como Marco buscaba a su mam¨¢, hasta encontrarlo y que a la platea se le caiga el moco. Muy Platero y yo. Incomprendida joya bigger than life, heredera de David Lean y John Ford, eclipsada en tiempos crepusculares.
Cuando la realidad de las ONG se convierte en melodrama
Phillip Noyce, rutinario director de encargo especializado en thriller pol¨ªticos, se pas¨® este mismo a?o al efectismo telefilmero con Mary y Martha (2013), inesperado guion de Richard Curtis acerca de madres que pierden a sus hijos a causa de la malaria. Curtis aparta la vista de sus habituales historias de amor de la sociedad del bienestar para mirar hacia otras realidades. La conciencia social enseguida abre paso al espect¨¢culo de kleenex, en parte gracias a las brillantes interpretaciones de Brenda Blethyn (Secretos y Mentiras) y, por encima de todo, Hilary Swank y su espectacular mon¨®logo final, im¨¢n de las l¨¢grimas m¨¢s rebeldes.
Los superpoderes no solo salvan el mundo; tambi¨¦n sirven para ligar
Los superpoderes, tan en boga tras el boom de la serie brit¨¢nica Misfits, pasados por el rom¨¢ntico tamiz de un Richard Curtis director, adem¨¢s de guionista, en Una cuesti¨®n de tiempo (2013) ?Cu¨¢ntos de nosotros, si tuvi¨¦semos el poder de poder viajar en el tiempo, no volver¨ªamos atr¨¢s para poder conquistar al amor de nuestra vida? Emoci¨®n inteligente y suficiente comedia de la m¨¢s noble estirpe como para perdonar, e incluso disfrutar, algunas azucaradas salidas de tono. El encantadoramente indie Domhnall Gleeson (visto en Black mirror) y la cada vez m¨¢s prol¨ªfica Rachel McAdams, como h¨¦roes rom¨¢nticos de esta particular y acogedora revisi¨®n de Atrapado en el tiempo. ?Conservadora? S¨ª. Tambi¨¦n lo son las galletas de mantequilla y ?cuanta m¨¢s mantequilla mejor!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.