¡°La vida humanitaria es una universidad m¨®vil. Aprendes de cada cultura¡±
La cooperante espa?ola, trabajadora de Unicef, ha pasado m¨¢s de 20 a?os en ?frica Desde 2011, Garrig¨®s coordina un programa para erradicar la polio en Afganist¨¢n
Sus manos no paran. Tampoco su lengua que mezcla espa?ol, valenciano, franc¨¦s e ingl¨¦s; y a una velocidad vertiginosa. Carmen Garrig¨®s (Ibi, Alicante, 1954) asegura que cuando vuelve a Espa?a en vacaciones tiene que volver a recordar el castellano. Lleva m¨¢s de dos d¨¦cadas fuera del pa¨ªs. Tras estudiar salud p¨²blica en Francia, enfermer¨ªa y un m¨¢ster de periodismo en Espa?a, con 36 a?os comenz¨® su periplo africano, que ha durado m¨¢s de dos d¨¦cadas hasta que hace aproximadamente dos a?os y medio se traslad¨® a Afganist¨¢n. ¡°Me quer¨ªa ir, quer¨ªa ser humanitaria¡±, explica con simpleza sus motivos. As¨ª lo hizo. Garrig¨®s emprendi¨® el viaje hacia la que ha sido su vocaci¨®n desde que en el colegio escuchaba a los misioneros que acud¨ªan para hablar de los sufrimientos de los ni?os en pa¨ªses africanos. "Me emocionaba. Siempre so?¨¦ con poder contribuir a que las penas de aquellos ni?os fueran menores. Hoy, me siento feliz de poder hacerlo", relata.?
Su vida n¨®mada no ha impedido que eche ra¨ªces all¨ª donde ha ido para coordinar programas de vacunaci¨®n o las oficinas de Unicef en distintos pa¨ªses. ¡°Mis misiones son largas, soy de retos duros¡±, dice. En todos sus destinos ¨CSomalia, Senegal, Ruanda, Sud¨¢n del Sur, Afganist¨¢n¨C se ha sentido como en casa. ¡°Me adapto f¨¢cilmente¡±. En los pa¨ªses musulmanes, por ejemplo, no tiene problemas en cubrir su pelo, ahora en parte cano, con un velo. ¡°Es muy importante descubrir las idiosincrasias de las comunidades y respetar c¨®mo se rigen¡±, se?ala.
¡°No podr¨ªa elegir un favorito. Adoro¡¡±, y menciona todos los pa¨ªses en los que ha vivido. ¡°Todos dejan una marca especial¡±, explica. M¨¢s que la fotograf¨ªa de un lugar, lo que Garrig¨®s conserva en su memoria es ¡°la mirada de las madres cuando distribuyes material en zonas en conflicto¡±. ¡°Y las caras de los ni?os¡±, a?ade. ¡°Solo con la expresi¨®n te dan las gracias, no hace falta que entiendas su idioma¡±, apunta.
Sin dejarse caer en sentimentalismos, a Garrig¨®s se le escapa una sonrisa cuando relata que ha pasado la malaria varias veces. ¡°Gajes del trabajo. Pero vale la pena por las experiencias y ver que contribuyes¡±, zanja. Esta valenciana, que demuestra su origen con una parrafada en su idioma, se siente afortunada por su actual labor: coordina un programa de Unicef para vacunar contra la polio en Afganist¨¢n y lograr erradicar esa enfermedad del pa¨ªs en 2014. ¡°Es gratificante decir que has contribuido a liberar al mundo de una enfermedad¡±, reconoce. Y lo est¨¢n consiguiendo. Se levanta para se?alar en un mapa colgado en la pared el sur de Afganist¨¢n. ¡°Aqu¨ª lo hemos hecho bien. Este a?o hemos conseguido que no haya ning¨²n caso en la zona¡±.
Otro de los logros ha sido que un gran grupo de mujeres pueda vacunar. ¡°Pero eso es en las ciudades, en las zonas rurales lo hacen m¨¢s los hombres¡±, matiza. El papel de los trabajadores locales, se?ala Garrig¨®s, es fundamental. ¡°La vacunaci¨®n es casa por casa para asegurarnos que ning¨²n ni?o de menos de cinco a?os se queda sin vacunar. Como son unas gotas, se pueden llevar en un termo¡±, detalla la trabajadora humanitaria. ¡°Nuestra labor es formarles. Hacer hacer¡±, explica.
Pero el trabajo humanitario, por gratificante, no deja de ser dif¨ªcil. ¡°Somos personas con el dolor de cerrar puertas y las fuerza de abrir otras. Dejamos muchas cosas porque creemos que las aptitudes que tenemos pueden ayudar a otros¡±. Sin duda, una de las aptitudes de Garrig¨®s es su destreza con las palabras. Una faceta muy ¨²til para explicar los programas de Unicef en las comunidades en las que trabaja para que desde los civiles hasta los grupos armados acepten su presencia y ayuda. ¡°Yo no negocio, hablo¡±, se apresura a matizar. Con todo, resta importancia a su habilidad y subraya que ¡°lo relevante es saber c¨®mo est¨¢ formada la comunidad y qui¨¦n tiene el poder de decisi¨®n¡±. Ese es el reto, dice, para poder llegar a los m¨¢s vulnerables.
Como si de una balanza se tratase, Garrig¨®s compensa las dificultades que apunta en su relato con un contrapunto positivo. La vida n¨®mada, la tensi¨®n de hablar con quien no siempre quiere dialogar o vivir para ayudar a los dem¨¢s son, para ella, una oportunidad. ¡°La vida humanitaria es una universidad m¨®vil. Aprendes y te beneficias de cada comunidad, de cada cultura¡±.
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