Emprendimiento a 4.000 metros de altura
En Pataypampa, en la sierra andina de Per¨², un grupo de mujeres une sus fuerzas para poner en marcha iniciativas que generen riqueza para la comunidad Hasta mediados de los noventa la zona vivi¨® gran violencia sociopol¨ªtica y dom¨¦stica
Donde a los pulmones les falta ox¨ªgeno, donde hace fr¨ªo pero el sol abrasa la cara. Donde las carreteras de tierra y v¨¦rtigo se pierden en monta?as des¨¦rticas de la sierra andina de Per¨². A casi 4.000 metros de altitud, est¨¢ el distrito de Pataypampa, una zona arrasada por Sendero Luminoso de naturaleza deteriorada y de generaciones olvidadas. Ah¨ª, Agustina Huamani, de 35 a?os, trabaja cultivando las ra¨ªces de los ¨¢rboles que son el germen de un nuevo ox¨ªgeno para su localidad de 800 habitantes. Vende plantones de variedades nativas como qeu?as, golles y tastas. Con su labor consigue reforestar la zona, asentar las d¨¦biles tierras, que surjan nuevos alimentos a la sombra de las hojas, generar econom¨ªa...
Por los alrededores de su casa de adobe y madera pululan las gallinas, la lana blanca y marr¨®n reci¨¦n esquilada se amontona en rincones y de fondo suenan los agudos sonidos de los nutritivos roedores llamados cuyes que despu¨¦s se comer¨¢n en familia. Agustina Huamani, con su rostro de rasgos suaves pero curtido, trabaja cultivando ra¨ªces de ¨¢rboles y con ello es independiente econ¨®micamente, algo que no alcanzaba a imaginar. Durante 30 a?os vivieron una violencia sociopol¨ªtica y dom¨¦stica muy fuerte en la zona.
Seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Comisi¨®n de la Verdad de Per¨², de 1980 a 2000, el n¨²mero de muertos y desaparecidos por conflicto armado interno en el departamento de Apur¨ªmac, donde est¨¢ Pataypampa, ascendi¨® a 813 personas. Y actualmente, el consumo de alcohol entre personas de 15 a 44 es la principal causa de enfermedad en la zona, con la consecuente violencia familiar que el h¨¢bito conlleva. ¡°Ahora estamos saliendo adelante y nosotras somos fuertes. Ya no estamos pisoteadas por los varones¡±, dice Huamani sosegada.
Ahora somos fuertes, salimos adelante, y ya no estamos pisoteadas por los varones¡±
Habla en plural, en alto y en femenino. Estas tres palabras significan que tiene voz y que ha roto los silencios que sufrieron para la representaci¨®n comunal y la defensa de sus derechos. Huamani pertenece a una asociaci¨®n de 70 mujeres que en 2007 compr¨® un sill¨®n de odontolog¨ªa con fondos ahorrados entre todas. No solo buscaron el bien individual, pensaron que uniendo parte de sus ganancias conseguir¨ªan objetivos comunes y decidieron que ten¨ªan que cuidar sus doloridas dentaduras.
Por la falta de leche o queso en su alimentaci¨®n, se les ca¨ªan los dientes, sobre todo por la p¨¦rdida de calcio durante el embarazo. ¡°Cuando era jovencita no ten¨ªa ni muelas, pero ya me han puesto mi pr¨®tesis aqu¨ª¡±, detalla. Ahora se enfrentan a la complejidad de mantener a la odont¨®loga y de comprar el material. Para ello siguen cultivando y vendiendo sus plantones. Tambi¨¦n han diversificado la actividad.
De entre los dedos de su compa?era Nellie Elguera, de 46 a?os, salen decenas de hilos amarillos y rojos que va tejiendo hasta formar un friso estampado que coser¨¢ a las sandalias que realiza con la intenci¨®n de venderlas al mundo. Los colores alegran algo la escena. Ella va vestida de negro impoluto porque acaba de fallecer su madre. Pero sigue trabajando a mano con lana de oveja y de alpaca, con tintes naturales y con suelas de ganado. Junto a otras compa?eras ha organizado en 2012 la Asociaci¨®n de Mujeres Artesanas de Pataypampa.
¡°Antes no sab¨ªamos c¨®mo trabajar, a d¨®nde ir, no ten¨ªamos econom¨ªa, viv¨ªamos como nuestros antepasados. Ahora queremos hacer una empresa, que ya no tengamos que estar mirando el bolsillo del esposo¡±, dice bastante segura de que lo va a conseguir. Cuenta que ya han enviado una caja de sandalias a Italia y otra a Canad¨¢. Pero no cesa de repetir que les hace falta un t¨¦cnico que les asesore para exportar sus preciados productos.
La desocupaci¨®n que hab¨ªa en la zona se ha convertido en ganas de trabajar
¡°Requieren orientaci¨®n, ayudas, pero ellos no se quedan de brazos cruzados solo pidiendo. La desocupaci¨®n que hab¨ªa en la zona se ha convertido en ganas de trabajar, y ahora necesitan seguir profesionaliz¨¢ndose y generar m¨¢s empleo¡±, considera el ingeniero peruano Ra¨²l Donaires, que ha trabajado varios a?os en la zona con la asociaci¨®n Ceproder, que cuenta con la colaboraci¨®n de la ONG jerezana Madre Coraje, cuyo presidente y fundador, Antonio G¨®mez, ha ganado en 2013 el premio Estatal al Voluntariado.
Convertirse en maestro agr¨ªcola es lo que ans¨ªa el energ¨¦tico vecino Paul Llacma, de 49 a?os, manos recias y claro discurso. Ha recibido formaci¨®n para ser kamayok, que significa en quechua experto y l¨ªder, y ha estado implicado en los proyectos de reforestaci¨®n de 1.720 hect¨¢reas con m¨¢s de un mill¨®n de plantones, en construir dos presas, en instalar riego por aspersi¨®n, en crear canchas de pastoreo y en cercar el ganado, entre otras iniciativas. ¡°Antes el pueblo daba pena. Hab¨ªa mucho alcoholismo, desocupaci¨®n, pero ahora hemos aprendido a trabajar y lo queremos compartir con los que lo necesitan¡±, repite constantemente.
Desde la cima de una imponente monta?a reconoce que el trabajo es lento, y que cuesta casi tanto esfuerzo cambiar la mentalidad de las personas como hacer una gran presa de agua en la cordillera que le flanquea. ¡°Pero poco a poco se consigue. Vamos garantizando la alimentaci¨®n y la educaci¨®n de nuestros hijos e hijas, y siempre trabajamos respetando el medio ambiente porque aqu¨ª notamos bastante el cambio clim¨¢tico¡±, dice oteando en el horizonte las hojas verdes de las plantaciones.
?l y Agustina Huamani han visto c¨®mo las especies nativas quedaron destruidas en sus tierras y c¨®mo mor¨ªan hasta 400 animales a?o por desnutrici¨®n. El cuerpo de otro kamayok, Alejandro ?ahui, de 47 a?os, dedicado a la ganader¨ªa, est¨¢ rodeado por una larga lazada de cuero trenzado que su padre le regal¨® cuando ¨¦l ten¨ªa 20. No se desprende de ella. ¡°Me sirve para dirigir a los animales. Antes los ten¨ªamos sueltos, se perd¨ªan y mor¨ªan. No ten¨ªamos pasto, no sab¨ªamos hacer el abono, pero ahora lo usamos para producir ma¨ªz, trigo, cebada y papa. Y el ganado lo vendemos a un precio alto, lo que nos permite comprar leche y queso¡±, explica indicando en la lejan¨ªa a sus animales cercados.
En elaborar queso y yogur, esos alimentos que evitan a su vez los dolores y ca¨ªas de muelas, es en lo que trabaja la ganadera Caty Leo, de 47 a?os. Todo comenz¨® porque su padre gan¨® en un sorteo una vaca que a ella le encant¨®. ¡°Ahora he creado mi propio sello de queso. Ya he perdido el miedo y la timidez de estar en el mercado, poco a poco me acostumbr¨¦¡±, reconoce sonriendo a cara descubierta sentada sobre un tronco en la casa de Huamani.
Los beneficiarios de los proyectos, en los que se han invertido dos millones de euros (20% de aporte local), llevan desde 2010 trabajando solos. ¡°Quedar¨ªan dos retos. Crear una oferta laboral amplia para los j¨®venes y que se consolide la zona como un lugar con una experiencia sistem¨¢tica y profesional¡±, considera Jaime Pineda, responsable de proyectos de desarrollo de Madre Coraje. ¡°Ya vienen de otras comunidades a preguntarnos, quieren aprender. Y yo tambi¨¦n he viajado para contarlo, tenemos que compartir nuestros progresos¡±, reclama Llacma con una energ¨ªa imparable. Coge fuerzas, respira y toma el nuevo ox¨ªgeno de Pataypampa, a 3.900 metros de altitud.
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