Filosof¨ªa
En Espa?a, esta ofensiva en favor de los intereses de la industria tabaquera y de sus letales -aunque legales- productos, ha comenzado ya
Eran dos noticias del mont¨®n, cada una de su padre y de su madre, pero unidas entre s¨ª, y en el primer diario del a?o, adquirieron a mis ojos una iluminadora relevancia.
Por una parte, 2014 ha tra¨ªdo consigo la legalizaci¨®n del uso recreativo de la marihuana en los norteamericanos Estados de Colorado y Washington, aunque en este ¨²ltimo tardar¨¢ alg¨²n tiempo en entrar en vigor. En los estertores de 2013, nos hab¨ªamos enterado de que el cigarrillo electr¨®nico ¡ªque no huele, que no molesta, que no enturbia la atm¨®sfera ni da?a a las personas que no lo consumen¡ª hab¨ªa sido declarado ilegal en los espacios p¨²blicos de la ciudad de Nueva York. En Espa?a, esta ofensiva en favor de los intereses de la industria tabaquera y de sus letales ¡ªaunque legales¡ª productos, ha comenzado ya. As¨ª que, en el a?o que acabamos de estrenar, los usuarios del cigarrillo electr¨®nico se ver¨¢n penalizados en la misma medida en que se favorece a los fumadores de la marihuana y sus derivados. ?El sentido de este contrasentido? No existe. ?La raz¨®n que lo explica? Los impuestos que grabar¨¢n la sustancia reci¨¦n legalizada, tan elevados como los que el tabaco reporta a los Estados de todo el mundo. Si esta tendencia, como otras semejantes, se extiende a partir de ahora, dentro de poco tambi¨¦n en Espa?a ser¨¢ legal fumar porros en la calle, pero ilegal desprender vapor de agua en un recinto cerrado. Y Montoro estar¨¢ encantado, porque los ingresos por la venta de marihuana mejorar¨¢n la balanza de pagos.
As¨ª que, de momento, la ley Wert ha relegado la filosof¨ªa a la deleznable condici¨®n de las asignaturas sin importancia. Es una medida m¨¢s importante de lo que parece. Tal y como est¨¢n las cosas, si los j¨®venes aprenden a pensar proliferar¨¢n tanto los rebeldes como los suicidas. Y todo el mundo sabe que ni los proscritos ni los muertos pagan impuestos.
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