?De verdad son amigos el alcohol y la literatura?
'Sobrebeber', de Kingsley Amis, analiza el impacto de los destilados en la cultura La obra de teatro 'Pasen y beban' tambi¨¦n aborda la cuesti¨®n "Muchos escritores empezaron a beber para aliviar su timidez", explia Olivia Laing
Nadie ha descrito la resaca con tanta precisi¨®n como Kingsley Amis en La suerte de Jim (Destino): ¡°Alg¨²n bichejo nocturno hab¨ªa utilizado su boca como letrina y luego como mausoleo. Tambi¨¦n durante la noche, se las hab¨ªa arreglado para participar en una carrera a campo traviesa y ser luego golpeado por la polic¨ªa secreta. Se sent¨ªa mal¡±. Si bien a su protagonista ¡°la luz le hac¨ªa da?o, pero no tanto como mirar las cosas¡±, el autor brit¨¢nico siempre dio por buena la paradoja de George Gale referente a las consecuencias penitenciales del alcohol: ¡°Persu¨¢dete a ti mismo de lo afortunado que eres por sentirte mal; si no te encuentras mal despu¨¦s de una buena torrija, es que sigues borracho, por lo que deber¨¢s estar sobrio y despierto cuando ataque la resaca¡±.
Prologado por otro polemista encendido y dandi de los espirituosos, Cristopher Hitchens, Sobrebeber re¨²ne textos escritos por Kingsley Amis entre 1971 y 1984, editados en castellano por Malpaso con el mimo con el que se prepara el c¨®ctel de la primera cita. Los art¨ªculos, m¨¢s que perderse en digresiones cl¨ªnicas o po¨¦ticas, constituyen esa especie de gu¨ªa maravillosa que se le chiva a un compa?ero de barra, ya que en muchos casos las reflexiones surgen de largas horas junto a coroneles condecorados en el arte de mirar el mundo a trav¨¦s de telescopios con forma de botella: del poder potenciador de la resaca de los hielos a la presunta pertinencia de ingerir aceite antes de un fest¨ªn et¨ªlico para forrar los tubos del organismo. Amis, sin embargo, no se f¨ªa de aquel que no bebe: considera que la civilizaci¨®n occidental habr¨ªa implosionado tras la Primera Guerra Mundial de hab¨¦rsele aplicado la Ley Seca, masculla maldades sobre el hilo musical de los pubs brit¨¢nicos y recela incluso de la familia, invitando al lector a comprar una nevera s¨®lo para los ¨²tiles del bebercio. Es m¨¢s, aconseja candarla, ¡°libr¨¢ndola as¨ª de porquer¨ªas irrelevantes como la comida, sin ir m¨¢s lejos¡±. El literato tronchante se convierte en el mejor barman y en el m¨¢s proficiente enfermero: da recetas concretas de sus mejores tragos, diserta sobre su impacto cultural (La metamorfosis de Kafka es la mejor explicaci¨®n, seg¨²n ¨¦l, de los efectos de una curda mal gestionada) y ofrece remedios tanto para la resaca f¨ªsica como para la metaf¨ªsica (leer novelas b¨¦licas como Lepanto, de Chesterton, y escuchar a Chaikovski).
La edici¨®n en castellano de esta biblia ebria coincide con el estreno de Pasen y beban, montaje teatral adaptado en nuestro pa¨ªs por Santiago Segura y con Enrique San Francisco y Denny Horror sobre el escenario. En el Teatro Caser Calder¨®n se diserta sobre la influencia del OH en la literatura, en el amor y en la vida. Incluso se ense?a a fabricar cerveza casera y se invita a seis chupitos (aplauso final asegurado). Y si esta obra revisa la influencia del vino en la labor de personajes como Jes¨²s o Dal¨ª, Olivia Laing ya se pregunt¨® por qu¨¦ los escritores tienen esa sed sempiterna en un ensayo m¨¢s l¨ªrico y riguroso: The Trip to Echo Spring. ¡°Muchos de ellos empezaron a beber para aliviar su timidez¡±, explica esta autora comparada con W G Sebald. Si bien desmiente el mito del escritor que teclea con una botella de bourbon en el caj¨®n (¡°s¨®lo Fitzgerald a veces y se arrepinti¨®¡±), la autora, tras analizar la relaci¨®n con el vaso de seis autores (el autor de El Gran Gatsby, Hemingway, Carver, Cheever, Tennessee Williams y John Berryman), apunta que los literatos se ganan el pan (y el vino) bajo algunas presiones concretas: ¡°Trabajan solos y tienen que combinar largos periodos de aislamiento con otros de intenso escrutinio p¨²blico¡±.
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