Joyer¨ªa y fisiolog¨ªa
Hoy: Lengua (modalidad buscadores de perlas)
Seg¨²n Rafael Lapesa (Historia de la lengua espa?ola, Escelicer, Madrid, 1942, p. 213), el verbo perlar es un neologismo de Rub¨¦n Dar¨ªo. En su c¨¦lebre poema ¡°Era un aire suave¡±, de Prosas profanas y otros poemas (1896-1901), encontramos precisamente la primera documentaci¨®n:
La orquesta perlaba sus m¨¢gicas notas;
un coro de sones alados se o¨ªa¡
(Castalia, Madrid, 1993, p. 90)
Debido a nuestros fallos de imaginaci¨®n po¨¦tica, no sabemos muy bien lo que significa perlaba en estos versos: aventuramos que la orquesta enhebraba o ensartaba una nota m¨¢gica tras otra, pero una met¨¢fora explicada con otra met¨¢fora es un desastre de explicaci¨®n. Nos parece, en cualquier caso, que aqu¨ª el significado de perlar no es el que el Diccionario de la Real Academia Espa?ola consigna en su definici¨®n: ¡°tr. po¨¦t. Cubrir o salpicar algo de gotas de agua, l¨¢grimas, etc. U. t. c. prnl.¡± (una definici¨®n, por cierto, que no respeta el principio de equivalencia sint¨¢ctica, pero en esto mejor no entramos hoy). El poeta cre¨® el verbo pero, al parecer, nunca m¨¢s volvi¨® nadie a utilizarlo en el mismo sentido que ¨¦l le dio. Despu¨¦s de ¨¦l, todos los testimonios encontrados ejemplifican, de un modo u otro, la acepci¨®n del DRAE (que ya no se puede aplicar a una orquesta y a sus notas). Y as¨ª es ya en las documentaciones inmediatamente posteriores a Dar¨ªo:
?¡°¡ en los claros ojos di¨¢fanos que las l¨¢grimas perlaban¡± (Felipe Trigo, Los abismos, 1913, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).
?¡°¡ ¨¢guila refulgente, con las poderosas alas perladas de roc¨ªo¡± (Miguel de Unamuno, Niebla (1914), Castalia, Madrid, 1995, p. 104).
Los personajes y el escenario de este verbo han sido diversos, pero no infinitos
?¡°Se limpi¨® con el dorso del pu?o el sudor que perlaba su frente¡± (Mariano Azuela, Los de abajo (1916), Arturo Azuela, Ayacucho, Caracas, 1991, p. 10).
?Es digno de rese?ar que autores tan distintos, y de tan distinta posici¨®n en el canon hisp¨¢nico, fueran de los primeros en reproducir ¨Ctal vez sin saberlo¨C el invento modernista y en darle el significado que recoge el DRAE, que ser¨ªa el que realmente se impondr¨ªa. Digamos, simplificando, que perlar, con su nuevo significado pero sin dejar nunca de ser ¡°po¨¦t.¡±, encontr¨® r¨¢pidamente acomodo tanto en el g¨¦nero popular como en el culto, y que esta adaptabilidad se ha mantenido hasta hoy. Lo veremos dentro de nada.
Los personajes y el escenario de este verbo han sido diversos, pero no infinitos. Estos tres ejemplos fijaron la senda que recorrer¨ªan en el futuro los agentes perladores y los objetos perlados. Las derivaciones creativas de las l¨¢grimas, el roc¨ªo y el sudor pueden haber perdido su componente h¨²medo pero en general han seguido en la lista de sospechosos habituales:
?¡°¡ la concavidad azul e infinita del cielo perlado de estrellas¡± (Francisco Villaespesa, Las palmeras del oasis (1914), en Novelas completas, Aguilar, Madrid, 1952, p. 372).
?¡°¡ el silencio misterioso de los bosques perlados de luci¨¦rnagas¡± (Pedro Aplicano Mendieta, Leyendas mayas, Impr. Calder¨®n, Tegucigalpa, 1970, p. 38).
?¡°La luz tamizada por un manto perlado de nubes¡± (Jos¨¦ Luis Corral Lafuente, El n¨²mero de Dios, Edhasa, Barcelona, 2004, p. 144).
?¡°¡ un mar perlado de luna¡± (Francisco Javier S¨¢nchez Gallardo, La mujer herm¨¦tica, Club Universitario, San Vicente del Raspeig, 2008, p. 91).
Estrellas en el cielo, luci¨¦rnagas en los bosques, nubes en el manto (celeste), la luna en el mar: recordemos que estamos en el ¨¢mbito m¨¢s socorrido de lo ¡°po¨¦t.¡±, donde es frecuente perlar all¨ª donde se habr¨ªa podido salpicar, otra met¨¢fora recurrente, pero sin duda menos enjoyada, para expresar la acci¨®n de esparcir o diseminar alguna cosa. El fen¨®meno se da tanto en textos originales como en traducciones:
¡°¡ recorriendo la hierba perlada de flores¡± (Florence Marryat, El mensaje del muerto (1894), Alba, Barcelona, 2012, trad. de Eugenia V¨¢zquez Nacarino, p. 77).
¡°Menudas gotitas de lluvia perlaban el borde de su sombrero¡± (James Joyce, Gente de Dubl¨ªn (1914), Andr¨¦s Bello, Santiago de Chile, 1988, trad. de L. A. S¨¢nchez, p. 119).
La afici¨®n tan extendida al uso po¨¦tico del t¨¦rmino no depara grandes sorpresas
La diferencia entre estas traducciones es que, en la primera, perlada traduce begemmed (de begem, ¡®adornar con joyas¡¯) y, en la segunda, perlaban traduce hung (de hang, ¡®colgar, estar suspendido¡¯). Es decir, una reproduce el gusto por la joyer¨ªa del original, y la otra sencillamente lo aporta. En espa?ol, la atracci¨®n de la perla parece irresistible.
Esta afici¨®n tan extendida lo cierto es que, en los testimonios encontrados, no depara grandes sorpresas. Las cosas que se perlan y las cosas que producen el perlado suelen repetirse. Algunos usos, quiz¨¢, nos han parecido algo extremos:
¡°Diole el se?or del Busto unas palmadas cari?osa en las ancas perladas de sudor¡± (Fernando Vizca¨ªno Casas, Isabel, camisa vieja (1987), Planeta, 1992, p. 15).
¡°Sus micropuntos oculares se perlaban de luces violeta¡± (Jordi Sierra i Fabra, Cr¨®nica de Tierra 2, Minotauro, Barcelona, 2002, p. 33).
?Y otros pocos, francamente, nos han dado un poco de repel¨²s:
?¡°¡ era guapo, pese a los granos que perlaban sus labios¡± (Jos¨¦ Mar¨ªa Gironella, Un mill¨®n de muertos (1961), Planeta, Barcelona, 1989, p. 585).
¡°¡ con el bigote perlado de espuma cervecera¡± (Alicia Gim¨¦nez Barlett, Serpientes en el para¨ªso, Planeta, Barcelona, 2002, p. 306).
Pero, en la inmensa mayor¨ªa, como digo, no ha habido sorpresas. Ni siquiera nos ha extra?ado el paso, muy previsible, al g¨¦nero er¨®tico, abonado instintivamente a la cursiler¨ªa:
¡°Nikki tambi¨¦n tiene un orgasmo y su agua perla el pubis de Krys como una bella telara?a engalanada de roc¨ªo¡± (Alex¨¢nder Obando Bola?os, El m¨¢s violento para¨ªso, Perro Azul, San Jos¨¦ de Costa Rica, 2001, p. 78).
Ni siquiera nos ha extra?ado el paso al g¨¦nero er¨®tico, abonado instintivamente a la cursiler¨ªa
¡°¡ peque?as gotas de semen perlaron la excitada cabeza de su pene¡± (Dolores Dom¨ªnguez, ¡°Mi marca en tu piel¡±, Wattpad).
En cualquier caso, la asociaci¨®n que ha hecho carrera, dilatad¨ªsima ya, ha sido la del sudor y la frente. Vincular una reacci¨®n fisiol¨®gica u org¨¢nica a un esfuerzo o emoci¨®n es una constante en la descripci¨®n de los personajes de las novelas en los momentos de dramatismo: los ojos se les llenan o empa?an de l¨¢grimas (las cuales saltan, o brotan, o manan, a veces a raudales o copiosamente, y ruedan por las mejillas); ellos se ponen o tornan l¨ªvidos, o palidecen, o ¨Cm¨¢s a la italiana¨C empalidecen; los pelos o vellos se les erizan, o ponen de punta (a veces como escarpias); la carne, de gallina; un escalofr¨ªo recorre, o atraviesa, o cruza, su columna vertebral, o todo su cuerpo, de arriba abajo y de la cabeza a los pies; se estremecen, muchas veces tambi¨¦n de arriba abajo y de la cabeza a los pies; los m¨²sculos se les agarrotan; las mand¨ªbulas tambi¨¦n, pero igualmente se les desencajan; los dientes les rechinan y casta?etean; las piernas se les entumecen o desentumecen; se les hace un nudo en el est¨®mago o en la garganta; el coraz¨®n se les desboca, o encoge, o desgarra, o lo tienen en un pu?o; se quedan sin aliento, se les corta la respiraci¨®n, o respiran entrecortada o pesadamente; tambi¨¦n prorrumpen en llanto, o en carcajadas, o bien, m¨¢s comedidos, ahogan o sofocan un sollozo, o una risa (con una risita ahogada es de mis favoritas).
Pero ninguna de estas f¨®rmulas tan conocidas ¨Centre tantas otras¨C ha conseguido superar a la del sudor que perla la frente. No es posible describir mejor ese efecto del cansancio o la ansiedad. M¨¢s de un siglo ha pasado desde que el mexicano Mariano Azuela la descubriera, pero sigue siendo tan bonita, goza de una salud tan excelente y es tan prodigiosamente democr¨¢tica en su poes¨ªa que reina por igual en el centro de la prosa laureada y en los m¨¢rgenes del escabroso pulp.
Se podr¨ªa entonar con este triunfo una hermosa letan¨ªa:
¡°Unas gotitas de sudor le perlaban la frente¡± (Torcuato Luca de Tena, Los renglones torcidos de Dios (1979), Divisi¨®n, M¨¦xico D. F., 1987, p. 228).
¡°Unas gotitas de sudor le perlaban la frente¡± (Luis Landero, Juegos de la edad tard¨ªa (1989), Tusquets, Barcelona, 1993, p. 177).
¡°Unas gotitas de sudor le perlaban la frente¡± (LucyCullenBB, ?Construyendo fantas¨ªas?, FanFiction, 31/III/2011).
Combinada con esta otra, ciertamente muy distinta:
¡°Gotas de sudor perlaban su frente¡± (Cor¨ªn Tellado, Orgullo sin venganza (1983), MTC, Pamplona, 2011, Google Libros).
¡°Unas gotas de sudor perlaban su frente¡± (Soledad Pu¨¦rtolas, Todos mienten (1988), Anagrama, Barcelona, 1993, p. 78).
¡°Gotas de sudor perlaban su frente¡± (Santiago Roncagliolo, Tan cerca de la vida, Alfaguara, Madrid, 2010, Google Libros).
¡°Grandes gotas de sudor perlaban su frente¡± (Bram Stoker, Dr¨¢cula [1897] anotado, Akal, Madrid, 2012, trad. de Julio Rodr¨ªguez Pu¨¦rtolas, p. 332).
Una vez m¨¢s nos vemos abocados a preguntarnos en qu¨¦ consiste el estilo, y qu¨¦ es la novela. Y, ante tan angustiosa inc¨®gnita, dig¨¢moslo groseramente, empezamos a sudar.
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