Lo natural no siempre es sin¨®nimo de humano
'El tren de la libertad', en defensa del aborto, lleg¨® a Madrid el pasado 1 de febrero para reivindicar el derecho de la mujer a decidir
El 1 de febrero nos juntamos en Atocha (Madrid) mujeres como Pilar, que, despu¨¦s de tener una hija mayor, se qued¨® embarazada, decidi¨® abortar, pero le entr¨® la llorera en la ducha y no lo hizo. O como Alicia, que abort¨® en Londres a finales de los setenta y sufri¨® por la intervenci¨®n, la desubicaci¨®n y el desamparo. Como Blanca, para quien abortar no supuso un trauma y hace poco ha sido madre. O como yo, que nunca quise tener hijos ni me he sometido a un aborto: solo una vez se me rompi¨® un cond¨®n y, sin p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s, inger¨ª por recomendaci¨®n de un ginec¨®logo una sobredosis de anticonceptivos. Aun as¨ª, no me bajaba la regla: siete d¨ªas horribles. Esa angustia no deber¨ªa agravarse con la represi¨®n penal. En Atocha, una mujer rabiaba: ¡°A ver si se atreven a meternos a todas en la c¨¢rcel¡±. Yo me compadec¨ª de los m¨¦dicos. Acabamos la manifestaci¨®n bajo una pancarta que rezaba ¨Ces un decir¨C: ¡°Menos rosarios y m¨¢s bolas chinas¡±.
En las consignas de las manifestaciones se hacen inmediatos pensamientos complejos: ¡°Gallard¨®n, c¨®mprate un Tamagotchi¡±; ¡°Mi co?o, mis normas¡±; ¡°Un huevo no es una gallina, tu credulidad nos da?a¡±. El 1 de febrero parece que no solo Lady Gaga, proabortista confesa, sino tambi¨¦n Dios ¨Chaci¨¦ndonos creer que existe y desde?ando su fama de ser de derechas¨C, estaba con nosotras: amenazaba lluvia, pero no llovi¨®, y la cabecera de la manifestaci¨®n en defensa del aborto se abri¨®, como las aguas del mar Rojo, para recibir a Les Comadres, la tertulia feminista de Asturias de quien parti¨® la idea de El tren de la libertad . Chus Guti¨¦rrez, de la Asociaci¨®n de Mujeres Cineastas, all¨ª presente, insiste en que el objetivo de la pel¨ªcula que decidieron rodar urgidas por la situaci¨®n es ¡°que no olvidemos, que las mujeres que hoy tienen 40 no tengan que volver a manifestarse a los 70. Como sucede ahora. La mecha prendi¨® en Asturias, pero se ha extendido por toda Espa?a y m¨¢s all¨¢: Edimburgo, Par¨ªs, Buenos Aires¡¡±. Una marea para no olvidar y dirigida, como en el caso de la privatizaci¨®n de la sanidad en Madrid, a reducir el empecinamiento de Gallard¨®n y el Gobierno de contentar a esa derecha m¨¢s de derechas que les nutre.
La ma?ana del 1 de febrero revel¨® el aut¨¦ntico significado de una palabra que los fan¨¢ticos, los que hacen de la biolog¨ªa teolog¨ªa y restringen la feminidad a maternidad desde?ando una sexualidad femenina desacomplejada y sin culpa, nos roban: ¡°vida¡±. Vida digna frente a esa vida metaf¨ªsica que defienden los que esgrimen que el aborto se usa como anticonceptivo. Morado feminista frente al de Semana Santa: el de la mortificaci¨®n transmutado en el violeta de las flores. Hombres y mujeres de todas las edades alrededor de banderas de partidos, sindicatos y colectivos como la Asamblea Transmaricabollo de Sol, los Yayoflautas o la Gran Logia Femenina de Espa?a. La ley del aborto previa a la contrarreforma no supon¨ªa un problema: el paro que empobrece especialmente a las mujeres s¨ª era y es un asunto tr¨¢gico. Por eso un grupo coreaba ¡°mentir, robar y privatizar¡± sobre la musiquita de la gaviota del PP. Desde la conciencia de la desventaja hist¨®rica de la mujer y de que esa desventaja a¨²n se asocia a nuestra biolog¨ªa, necesitamos que la civilizaci¨®n encauce en la medida de lo posible los desmanes de una naturaleza maravillosa, pero tambi¨¦n violenta y cruel. Lo natural no siempre es sin¨®nimo de lo humano.
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