El valor de las parteras
La integraci¨®n adecuada de matronas en la red sanitaria permitir¨ªa mejorar en Ecuador la red de cuidados obst¨¦tricos y contener la mortalidad materna
?Cu¨¢ntos hijos tiene? ¡°Tengo cinco hembras, tres varones y tres muertos¡±, responde Lucinda Pillajo, acostumbrada como todas las mujeres de su tierra a dar cuenta de todos los hijos que paren, independientemente de si est¨¢n vivos o muertos. La conversaci¨®n con esta mujer, que asegura tener 60 a?os, aunque no lo recuerda bien, transcurre en Pujil¨ª, una poblaci¨®n ecuatoriana asentada en las estribaciones de la Cordillera de Los Andes, a casi 2.900 metros. ?Qu¨¦ les pas¨® a los que murieron? ¡°Uno naciendo y muriendo, los otros, ya m¨¢s grandecitos, enfermedad cogiendo¡±, responde Lucinda con ese particular castellano, lleno de gerundios, que usan algunos quechuahablantes como si quisieran decir que sus vidas est¨¢n en eterna progresi¨®n o inacabadas.
La mortalidad materno e infantil es un problema grave en Ecuador. Solo en el 2011, 241 mujeres perdieron la vida por complicaciones del embarazo y 3.046 ni?os murieron antes de cumplir un a?o, seg¨²n las cifras del Instituto Nacional de Estad¨ªsticas y Censos. El Gobierno busca revertir estas cifras nefastas y evitar que las mujeres sigan dando cuenta de sus hijos muertos. El plan local del Buen Vivir quiere implementar desde este a?o una estrategia para mejorar el acceso a los servicios de salud en las comunidades m¨¢s deprimidas.
Pero parte del trabajo ya lo adelant¨® la ONG Centro de Servicios Humanos (CHS, por sus siglas en ingl¨¦s) que entre 2010 y 2013 trabaj¨® con las parteras tradicionales de la provincia de Cotopaxi (centro-norte del pa¨ªs), con financiamiento de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en ingl¨¦s). Jorge Hermida, director de CHS, explica que se escogi¨® a Cotopaxi porque el 67% de sus casi 390.000 habitantes vive en el ¨¢rea rural, y una tercera parte de esa poblaci¨®n es ind¨ªgena y no cuenta con recursos econ¨®micos. Justo el a?o en que inici¨® la intervenci¨®n de la ONG, en Cotopaxi se registraron siete mujeres muertas por circunstancias relacionadas con el parto y 52 ni?os fallecidos durante su primer a?o de vida. ¡°Lo m¨¢s escalofriante era que 29 de esos ni?os muertos no superaron la primera semana de vida¡±, dice Hermida.
La situaci¨®n de los neonatos (hasta 28 d¨ªas de vida) en esta provincia se tornaba m¨¢s alarmante si se tomaba en cuenta el enorme subregistro de muertes que hab¨ªa. ¡°Las parteras nos contaban de muertes de reci¨¦n nacidos cuyos familiares no avisaban ni a la comunidad¡±, cuenta Mario Ch¨¢vez, que fue el coordinador de campo del proyecto de CHS. ¡°Nosotros cre¨ªamos que el subregistro era de un 45%, pero los an¨¢lisis estad¨ªsticos que hicimos nos dejaron estupefactos porque se encontr¨® que el subregistro era de m¨¢s del 100%¡±
Involucrar a las parteras en programas de formaci¨®n
La estrategia de trabajar con las parteras permiti¨® a la ONG implementar una red de cuidados obst¨¦tricos y neonatales esenciales (de all¨ª las siglas del programa, CONE), en la que estas mujeres ten¨ªa contacto permanente con el personal formal de salud que estaba desplazado en la provincia. ¡°Nos pareci¨® l¨®gico llegar al agente de salud que ya estaba en las comunidades, no hab¨ªa necesidad de crear algo que ya exist¨ªa ni de forzar algo a lo que comunidades no est¨¢n acostumbradas¡±, se?ala Hermida.
Al final de la intervenci¨®n y tras identificar y capacitar a 200 parteras en Cotopaxi, los partos institucionales se incrementaron en un 25% y la atenci¨®n posparto de la madre y el reci¨¦n nacido subi¨® en un 45%. La clave fue conseguir que las parteras informaran peri¨®dicamente sobre las mujeres que atend¨ªan en sus comunidades y adem¨¢s se les ense?¨® a detectar los factores de riesgo para que los casos complicados sean atendidos en las unidades de salud. Para el reporte contaban con formularios llenos de ilustraciones, para facilitar la comprensi¨®n de las parteras que no saben leer ni escribir. Entonces lo ¨²nico que ten¨ªan que hacer era colocar cruces o cualquier se?al en los casilleros correspondientes.
Ahora que el programa est¨¢ en manos del Ministerio de Salud P¨²blica, la reuniones mensuales entre el personal de salud y las parteras se mantienen, pero, a priori, se ha eliminado el aporte econ¨®mico simb¨®lico que recib¨ªan cada vez que iban a las reuniones, que era de 10 d¨®lares. En la ¨²ltima reuni¨®n de 2013, la ausencia de las parteras de las comunidades de Pujil¨ª es notoria. De las 18 mujeres que sol¨ªan llegar al hospital de Pujil¨ª para dar cuenta de sus embarazadas, solo cuatro firman la hoja de asistencia.
?Y las otras parteras?, pregunta la doctora M¨®nica Hidalgo; las mujeres solo atinan a encogerse de hombros. La m¨¦dico explica que muchas mujeres tienen que enfrentar a sus maridos para asistir a las reuniones y sin la compensaci¨®n econ¨®mica quiz¨¢s sea m¨¢s dificil. ¡°Venir ac¨¢ significa un d¨ªa de trabajo perdido en el campo y la mayor¨ªa de parteras siempre han tenido que lidiar con los maridos que les dicen que pierden el tiempo y que nadie les reconoce su trabajo¡±, dice.
Las cuatro asistentes entregan los formularios que guardan en fundas pl¨¢sticas y transportan doblados en sus sombreros de copa. Ninguno lleva los nombres de las embarazadas, estos vienen en papeles sueltos y han sido escritos por las mismas embarazadas o alguna persona de la comunidad que sabe leer y escribir. Pero incluso hay parteras que ni siquiera traen eso. ¡°No he anotado nada, pero en mi memoria viene, tengo solo una chica embarazada, de unos 20 a?os, y tiene tres meses¡±, reporta Mar¨ªa Chugchil¨¢n.
No son raros los casos de mujeres que tienen que parir solas en sus casas?
La reuni¨®n no dura mucho, no hay mayores novedades y ning¨²n parto inminente. Antes de que termine el encuentro, el personal del hospital les ofrece a las visitantes una infusi¨®n y mientras la beben conversan sobre su trabajo. ?Por qu¨¦ mueren las mujeres que dan a luz en sus comunidades? ¡°No cayendo placenta r¨¢pido, mamita sabe morir, pero nunca en nuestras manos¡±, dice Hortensia Toapanta. ¡°No controlando breve, de barriguita mismo ya muerto sal¨ªa¡±, dice Consuelo Tigsi.
Luego pasan a hablar de sus propios hijos y al menos dos confiesan que ellas mismas se han atendido sus partos. ¡°Yo sola en casa dando a luz, tengo ocho hijitos, todos sanitos normal nac¨ªan¡±, cuenta Mar¨ªa Vega. ¡°Barriguita propia, solo tres hijos tuve, yo mismo sab¨ªa fregar, tanteando, tanteando, tambi¨¦n solita me enferm¨¦¡±, dice Hortensia y sus compa?eras se r¨ªen y le tachan de ¡°vaga¡± por los pocos hijos que ha parido.
¡°Yo tengo dositos muertos y siete vivos¡±, dice Mar¨ªa Chugchil¨¢n y confiesa lo cerca que estuvo de morir. ¡°En primer parto casi no avance, solo controlaba con partera mam¨¢ Rosita, un domingo a la tarde cogi¨® dolor, as¨ª amanec¨ª el lunes, ya no avanzaba, mi t¨ªo viniendo me dijo que carro no hab¨ªa para sacar, el lunes tarde mam¨¢ Rosita me dijo ya no va a avanzar, as¨ª me golpe¨®, ah¨ª se cay¨® guaguito, pens¨¦ ya no he de vivir, ya no ten¨ªa fuerza, nada¡ pero si salv¨¦, tomando ag¨¹ita de curiquingue¡±.
La iniciativa de CHS ten¨ªa como prioridad respetar la sabidur¨ªa popular de las parteras. ¡°Si hay maneras de establecer puentes, sin anular su cosmovisi¨®n¡±, dice el doctor Ch¨¢vez y a?ade que les permit¨ªan usar medicina alternativa que consideraran apropiada, como las infusiones naturales, pero que insist¨ªan en que llevaran a las mujeres a los centros de salud. ?Cu¨¢l es la medicina alternativa que usan las parteras? Luz Mar¨ªa Comino, que desde los 20 a?os es partera y ya complet¨® los 75, comparte sus recetas en una entrevista. ¡°El agua de la linaza, con cuatro pepitas de cacao y dos cucharadas de aceite apura el dolor, con eso no se siente nada, cae nom¨¢s el guaguito¡±, explica y a?ade que ¡°para sostener as¨ª mismo hay que tomar el agua de linaza,con el cabresto quemado, la tuza de ma¨ªz quemada y las u?as raspadas de la partera o de un hombre, con eso ahi queda, no sale nada¡±.
Lo ¨²nico que los t¨¦cnicos de CHS trataron de erradicar fue la pr¨¢ctica del manteo, que se hace cuando el beb¨¦ no est¨¢ en la cavidad p¨¦lvica y consiste en colocar debajo de las caderas de la mujer embarazada una s¨¢bana o manta y agitarla de un lado a otro hasta conseguir que la criatura se acomode. ¡°Las parteras sin hacer una ecograf¨ªa ni nada ya saben c¨®mo est¨¢ el beb¨¦ en el vientre y cuando est¨¢ atravesado hacen el manteo, pero esto puede ser peligroso y a los doctores no les gusta o¨ªr que las parteras hagan esto¡±, acota Ch¨¢vez.
El Ministerio de Salud no quiere desterrar estas pr¨¢cticas tradicionales y por eso mantiene la figura de los agentes interculturales de salud, que hacen de nexo con las parteras y otras sanadores que conviven con las comunidades ind¨ªgenas, pero son tan pocos que se pierden entra la institucionalidad de la salud p¨²blica. Al final basta con visitar cualquier comunidad para darse cuenta de que las parturientas siguen confiando en los agentes de salud locales. Olga Tipan, tambi¨¦n vecina de Pujl¨ª, tendr¨¢ su segundo hijo en breve. ¡°Mi primer hijo lo tuve a los 15 y solo vivi¨® un d¨ªa¡±, dice la joven que ahora tiene 18 a?os y est¨¢ siendo controlada por la misma partera que la ayud¨® a parir antes. ¡°Mam¨¢ Lucinda vendr¨¢ a hacerme enfermar, ya tengo chalinita limpia para que caiga guaguito¡±.
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